De la siesta de las bambúas
no me interesa su sombra, sino su luz.
Me di cuenta a los treintayalgo,
caminando por ahí.
-Nelson Sambolín
La luz, en ocasiones, viene a develar, a iluminar lo que está escondido. O, simplemente, para que podamos ver lo que tenemos frente a nosotros. El maestro Nelson Sambolín utilizó esa luz para inmortalizar a dos próceres puertorriqueños que considera que pasaron por Puerto Rico “sin pena ni gloria”.
El escenario era ideal. Al resplandor de una luna creciente, rodeados de naturaleza, Pedro Albizu Campos y Rafael Hernández Marín se encontrarían a las 7:30 de la noche en la Capilla de las Bambúas en el Jardín Botánico de la Universidad de Puerto Rico (UPR).
¿De qué hablarían estos dos ilustres boricuas si se sentaran a conversar? Esa fue una de las inspiraciones del artista residente de la UPR para pintar el tríptico y estrenarse como libretista en Conversación en el Jardín Botánico: Encuentro entre Rafael Hernández y Pedro Albizu Campos.
Hay personas que creen en las casualidades, otras culpan al destino. La realidad es que Albizu y Hernández nacieron en el 1891, murieron en el 1965 y ambos dejaron un legado patriótico en el imaginario puertorriqueño.
Camina Albizu por las bambúas. Un banco rojo y una guitarra completan el espacio. Hernández a paso lento se aproxima al encuentro. Ambos se miran, se reconocen y se funden en un abrazo entusiasta. Ambos se expresan gestos de cariño. Y la música sería el tema de conversación. Pero no de música banal, sino de aquella que lleva a una reflexión de los problemas que aquejan al país.
“Si yo no hubiera nacido en una patria esclava, me hubiera dedicado a las artes, a la música quizá, a la poesía, a la literatura, pero qué bueno que te tenemos a ti: Rafael. Le has sabido cantar a la patria como nadie”, decía Albizu, interpretado por Teófilo Torres.
Se escucha Linda Quisqueya. Hernández -interpretado por Carlos Miranda- le explica a su amigo que fue escrita para Borinquen. En un viaje a la República Dominicana, Antonio Mesa cambió Borinquen por Quisqueya. Y así se eternizó. Tanto así que los dominicanos han adoptado esta canción como su segundo himno.
– “He notado que tú en tus canciones nunca mencionas a Puerto Rico, sino a Borinquen”, apunta Albizu.
– “Eso es natural, espontáneo. Lo que debía pasar”, sobresalta Hernández.
El recuerdo de las vidas musicales y políticas de estos seres volaron delante de los espectadores. Recordaron sus luchas por enaltecer la puertorriqueñidad. Pero otra similitud sobresaltó la conversación. Ambos sirvieron en el ejército de Estados Unidos.
– “Rafael, al igual que yo, estuviste en el ejército norteamericano. Yo servía como primer teniente de infantería. ¿Cómo compaginaste el terror de la guerra y la angustia? ¿Cómo pudiste compaginar tanto dolor, sufrimiento, con tu labor creativa?”, cuestionó Albizu.
– “El dolor es un camino hacia la creación”, inquirió con simplicidad Hernández.
Y es que el dolor de ambos luchadores incansables por la patria, los llevaron a crear un caudal de conocimiento que divulga el patriotismo de los puertorriqueños.
Luego de la develación del tríptico, de siete pies de alto y veintiuno de largo, el maestro tomó el micrófono.
“Uno vino a ponerle música y el otro a ponerle letra a este país. Pero ambos, a su manera -como tiene que ser- aportaron grandemente a nuestra identidad”, afirmó Sambolín con voz pausada.
El maestro, quien obtuvo un Bachillerato en Bellas Artes de la UPR en 1970 y una maestría del Pratt Institute de Brooklyn en Nueva York, se ha identificado con la gráfica, el cartel, el diseño y la serigrafía. Sin embargo, en sus últimas obras la técnica utilizada proviene de su interior, más personal, más poético.
Sambolín decidió juntar al compositor Hernández y al político Albizu porque asegura que son iconos de la isla que no han recibido la honra que merecen.
“Esa efeméride pasó en Puerto Rico sin pena ni gloria. Y yo estoy aquí para que todos nosotros los celebremos y subsanemos ese error histórico y otros errores también”, sentenció Sambolín.
Un momento especial de la ceremonia fue el instante en el que José Torres Rosario, presidente de la Hermandad de Empleados Exentos No Docentes (HEEND) de la UPR, hizo un llamado a que todos deben defender la universidad que se ve amenazada ante la junta de control fiscal.
“Si queremos nuevamente al maestro Sambolín y a otros que continuarán su camino en la universidad exponiendo este tipo de arte, debemos aunar esfuerzos precisamente para que juntas fiscales u otra gente que atente contra nuestra universidad no se apodere de los derechos del pueblo”, denunció Torres Rosario y los aplausos no se hicieron esperar.
“Esa obra de Sambolín que hoy, no meramente es el encuentro ficticio, es la denuncia, es la crítica, es el desarrollo de las ideas del maestro plasmadas en estos dos artistas”, continuó el presidente.
Quizás, si Albizu y Hernández se encontraran hoy, dialogarían sobre cómo avivar el espíritu nacional ante la situación precaria, tanto económica como política, que atraviesa Puerto Rico. No se sabrá. Pero quedan sus obras, esas que podemos repasar.