Se podría decir que el estilo de vida japonés es muy diferente al de los demás. La manera en que comen, lo que deciden comer, sus dinámicas de transporte público, al ser comparados con la vida occidental, son muy distintos. Por ejemplo, en Japón es un acto descortés hablar por teléfono mientras se viaja en el tren.
Japón se caracteriza por sus diferencias. Tanto el arte como los dibujos animados tan populares globalmente, el anime, sus grandes autopistas (las cuales me recuerdan a pinturas de Mauritus Coernelious Escher), hasta las máquinas expendedoras en cada esquina de la ciudad, donde se puede disponer de artículos dentro de un espectro de diversidad que incluye café caliente y frio, DVDs, cigarillos, flores y profilácticos.
En mi visita al país oriental, recuerdo admirar su talento por saber aprovechar el espacio. Es común poder observar una casa con un pequeño jardín, justamente al lado de un restaurante, al que luego le siguen dos estacionamientos verticales, un cementerio y un pequeño templo. También es impresionante su implantación de valores y respeto hacia la naturaleza y el ser humano en una cultura que se mueve paralela con la tecnología. Tal vez es por esto y muchas otras características que a muchos nos fascina esta cultura.
Algunos de esos encantos japoneses llegaron a Puerto Rico vía el Festival Nihon Matsuri: Festival de Cultura Japonesa. Éste se llevó a cabo el sábado, 4 de junio de 12:00PM a las 7:00PM en el Parque Villa Nevárez. En esta actividad hubo música y comida típica, demostración de chefs japoneses, talleres de origami y caligrafía, exposición de karate y defensa personal, fotos con kimonos y una armadura samurai y lectura de poesía folklórica, entre otras actividades. Una de éstas fue la sobresaliente demostración del “hombre indestructible”, Vicente Guzmán, el cual dobló varias varillas de construcción con su cuello. Todo esto para una causa benéfica, ayudar a los afectados por el Tsunami en Japón.
La lluvia de este sábado no tuvo ningún resultado negativo al entusiasmo de los participantes de la actividad, sino todo lo contrario. La actividad tuvo una asistencia de más de 200 personas; esto es increíble al pensar que sólo se tuvo tres semanas para organizar todo el festival. Se pudo percibir un ambiente familiar y sano donde niños y adultos disfrutaron de todas las actividades por igual.
Hace un año atrás tuve la suerte y la dicha de poder visitar Japón. Siempre digo que una de las cosas que me marcó y que sobresalió de la gente fue su amabilidad y disposición para ayudar al extranjero. En el festival tuve una experiencia muy similar. Como a eso de los quince minutos de arrivar a la cancha de Villa Nevárez, esperaba sólo en una esquina para hacer una entrevista. Estaba entretenido mirando mis alrededores. De repente, se me acercó un muchacho alto y barbudo que preguntó si yo era del Periódico Diálogo. Pensando que era uno de los organizadores le dije que sí. Ahí comenzó una pequeña conversación donde me presentó su interés por la cultura japonesa, los ideales samurai y que era un “Otaku” (me habló de un articulo de “Otakus” que leyó en Dialogo Digital). Después de un tiempo caí en cuenta que no era un organizador, era sólo una persona que estaba allí por su interés hacia la cultura. Ese acercamiento amable, inocente y genuino me hizo sentir que estaba otra vez en Japón, interactuando con un ciudadano japonés.
Nihon Matsuri fue un éxito y siento la obligación de decir que esta actividad debería repetirse todos los años. Es una manera interesante, entretenida y efectiva de exponer a la gente de Puerto Rico a esta cultura que nos queda tan lejos y tal vez establecer un acercamiento de isla a isla.