Los lingüistas y filológos pueden horrorizarse con el título desde ya. Lo que sucede es que, inspirada por el ninismo, que significa ni uno, ni el otro, me puse a buscar en Google sobre el Acta de la Democracia para Puerto Rico 2009 que busca definir el estatus de nuestra Isla. Esta medida, que fue aprobada por la Cámara de Representantes de los Estado Unidos, el pasado 29 de abril, le permite a nuestro Gobierno tener plebiscitos cada ocho años hasta que el pueblo decida entre la independencia o la estadidad. ¿Qué cómo el ninismo me llevó al estatus? Leía la definición de Roland Barthes sobre este término y el tema del estatus retumbó en mi cabeza. Barthes habla del ninismocomo una solución a la incomodidad de elegir, a negarle la razón a dos contrarios para huirle a lo real, pues lo real es intolerable. Cuando es incómodo elegir, escogemos “ninguna de las anteriores”. Cuando lo real es intolerable nos abrazamos al statu quo. Es curioso cómo nuestro comisionado residente en Washinton D.C., Pedro Pierluisi, estando tan seguro de nuestro deseo de decidir el estatus, viera necesario añadir un gris en el matiz de la papeleta; un neutro entre las oposiciones. Me atrevo a escribir que Pierluisi está seguro de nuestros intereses porque, según el acta, esta medida refleja el gran interés de Thomas Rivera Schatz, presidente del Senado, “al considerar las aspiraciones de 4 millones de ciudadanos americanos que viven en Puerto Rico de resolver el dilema de su estatus político”, lee el acta. ¿Cúal es la razón de no limitarse a dos opciones definitivas que resuelvan de una vez el estatus? La contestación a esta pregunta se la cedo al ninismo de Barthes. Cuando se trata del estatus de Puerto Rico “no hay que elegir, sólo se trata de asumir responsabilidades”. * La autora es estudiante graduada del Programa de Medios y Cultura Contemporánea de la Universidad del Sagrado Corazón