El libro Este juego de látigos sonrientes (Poesía puertorriqueña de fines de siglo XX y comienzos del XXI) es una antología que contiene 257 poemas de una representación de 20 poetas (cinco mujeres y 10 hombres) nacidos entre el 1955-1985, cuya obra se publica en las décadas de finales del siglo 20 y comienzos del 21. Ellos son: Edgar Ramírez Mella, Edgardo Nieves-Mieles, Claudio Raúl Cruz-Núñez, Carlos Roberto Gómez Beras, Gilberto Hernández Matos, Rafael Acevedo Rodríguez, Rubén Alejandro Moreira, Israel Ruiz Cumba, Andrés González, Mayra Santos-Febres, Alberto Martínez-Márquez, Rosa Vanessa Otero, Carlos Vázquez Cruz, José Raúl González, Jorge David Capiello, Julio César Pol, Juan Manuel González-Ríos, Nicole Cecilia Delgado, Zuleika Pagán López y Karen Sevilla.
Cabe destacar que en su dedicatoria se reconocen poetas importantes que les precedieron a los antologados.
El libro cuenta con un prólogo de Federico Irizarry Natal quien presenta un panorama general sobre la poesía en las últimas décadas en Puertio Rico y mediante el cual pone en contexto al público sobre lo que leerá. Irizarry subraya que en los escritores de los últimas décadas “reina la diversidad y los une la diferencia”.
El verso “Coloco el idioma patas arriba y lo agito con fuerza”, de Edgardo Nieves Mieles resume el trabajo que estos poetas han realizado en sus poemas.
La obra de los poetas antologados muestra el rigor, alta calidad estética y diversidad. Los poemas que figuran en el libro son, según el propio compilador, Nieves-Mieles, una selección acomodada a sus gustos, prejuicios y querencias, ya que le parecen ricas, consistentes e intensas en el periodo de tiempo que salen a la luz pública. El objetivo primordial de esta antología es mostrar una visión panorámica de la trayectoria de cada poeta antologado, una muestra de la literatura de una época y una sociedad en particular. Señala su compilador que la obra de estos 20 poetas “funciona como fotos instantáneas en las cuales se registra el espectro de texturas, colores, fragancias y sabores de sus irrepetibles voces poéticas”. En este sentido, estamos ante un conjunto polifónico de una creación poética boricua actual que entabla un diálogo con nuestro presente, con nuestro diario vivir. Es una poesía dirigida no a un sector particular que solo puede entenderla, sino a un público más amplio.
Este aspecto tan importante remite a lo que hicieron varios poetas para la década del 70 como José Luis Vega y Salvador Villanueva, entre otros quienes en 1972 sacaron a la luz pública la revista Ventana. Vega estuvo a cargo de la sección “Óptica de la poesía”. Desde el primer número subraya que “Todo poema es un acto de apropiación, una aproximación al mundo, un intento de captarlo, de intuirlo, de hacerlo congruente con la esencia humana. Todo poema abre una óptica, como decir una ventana al hombre y sus cosas. …La poesía es esencialmente libérrima,… porque nace siempre de la sinceridad del poeta puesto en contacto con su mundo y su tiempo. … Para hacer poesía,… todo tiene que estar permitido”.
El 10 de abril de 1987, en la Universidad Metropolitana, se llevó a cabo un diálogo entre el poeta chileno Nicanor Parra y los poetas puertorriqueños Olga Nolla, Salvador Villanueva, Hjalmar Flax y José Luis Vega. Con relación al lenguaje poético, Salvador Villanueva insiste en un “empeño de comunicación con un público amplio, en vez de la media docena de elegidos. …la poesía debe llegar a todos por igual”.
En los poemas de esta antología se advierte el uso de un lenguaje figurado, pero también un lenguaje claro que permite a los lectores comprender su mensaje e incluso invita a la reflexión.
Ejemplo de ello se advierte en uno de los poemas de Zuleika Pagán: “el día que cruzaste el charco”.
el día que cruzaste el charco
me dejaste olvidada en la mesa
con el desayuno servido sin cubiertos
cuando te fuiste, tu viejo camisón
se quedó esperando volver a rozar los trastos sucios
las sábanas se despintaron
tu enagua enojada no quiso salir del armario nunca más
-nadie se atrevió a exigirle que recapacitara-
el día que cruzaste, abuela
tu peine quedó más solo que un calcetín
Poemas para reflexionar sobre lo que somos
El poeta estadounidense Robert Frost dijo que la poesía es una manera de agarrar la vida por la garganta. En este sentido, en dicha antología encontramos una amplia gama de diversas experiencias, tales como: la amistad, lo erótico, la vida, la muerte, el tiempo, las celebraciones (cumpleaños, aniversario) y los recuerdos. Además, se advierte un diálogo intertextual con la música popular como la plena, así como con otros poetas; se muestra la mirada a la ciudad, al otro (sujeto amado, otros sujetos: el vecino, incluso, la diáspora), lo otro (el origen, la historia, la guerra, la política, las miserias humanas, los prejuicios hacia la mujer, lo cotidiano); se reelaboran mitos; se cuestiona el significado de la patria; el poeta reflexiona sobre el proceso de su escritura y el uso del lenguaje.
Para mostrar un ejemplo sobre el proceso de escritura que trabaja el poeta, cito algunos versos de “Cabeza de náufrago ecuestre (Homenaje a Roque Dalton)”, de Nieves Mieles:
Bebo todos los días mi jarabe de palabras ajenas.
Martillo las sílabas hasta darles forma de punta acerada.
…
Soliloquiando un poema clandestino que me luce inacabable.
Que me nutre y me aniquila.
(Nada mejor y divertido que esta brutal tarea,
que esta pasión urticante,
de pisotear adjetivos como claveles
y exprimir adverbios como naranjas.)
Uno de nuestros poetas Hugo Margenat, en su libro Mundo abierto (1925), intentó explicar la escritura del poeta y qué es la poesía: “Escribimos por nuestro dolor y por el dolor de los demás. Escribimos por nuestras alegrías y por la de los otros. Pero también escribimos por el imperativo naturalmente profundo, más allá de nuestra percepción externa, que hay en el mundo. Hay un grito lejano que busca expresión. No es voz de la conciencia. Es la vibración íntima del INNOMINADO. La poesía es un mundo de diversidades unidas, en otras palabras, es un universo”.
En estos tiempos de desamor, de histeria y cólera colectiva tanto insular como mundial, la poesía tiene el poder de sensibilizarnos, de llevarnos a la reflexión, de abrirnos los ojos para ver y vivir la vida con pasión, atrevernos a mirarnos a la cara para ver y descubrir muchas verdades.
La antología Este juego de látigos sonrientes nos invita a participar de este juego de la lectura cuyos poemas como látigos nos harán reír, llorar e incluso reflexionar sobre lo que somos.
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Las autoras son profesoras en la Facultad de Educación de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.
Palabras leídas durante la primera presentación de la antología Este juego de látigos sonrientes (Poesía puertorriqueña de fines de siglo XX y comienzos del XXI) en diciembre de 2015 en el Anfiteatro Maestro Rafael Cordero de la Facultad de Educación de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.