De un lado, una furiosa turba de policías lanzando indiscriminadamente gases lacrimógenos. Del otro, universitarios refugiados en la residencia estudiantil de Torre Norte, utilizando su libertad de expresión como principal arma de defensa. Esta fue la imagen visual que observaron universitarios como Guillermo Oquendo, residente de la Torre y testigo de los hechos, que quedó impresionado la madrugada del viernes 21 de agosto al ver a su lado, en el frente de lucha, a varias estudiantes españolas que con visible indignación comentaban que “ésto en mi país no se ve”. Animados por esta y otras historias, Diálogo Digital se lanzó a buscar las reacciones y opiniones de los alumnos extranjeros que estudian en el Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico (UPR), respecto al confuso y tumultuoso episodio de brutalidad policiaca que tuvo como escenario la Avenida Universidad en Río Piedras. La encomienda parecía bastante sencilla así que, sin miramientos, nos lanzamos a la calle. Los objetivos principales fueron las residencias de Torre Norte y Plaza Universitaria. Allí nos sentamos a esperar y cada vez que se acercaba un estudiante, le abordábamos indiscretamente preguntando su nacionalidad. Así pasaron los minutos, entre estudiantes que no tenían tiempo para contestar las preguntas de tres reporteras principiantes y alumnos que fingían ser extranjeros sólo por el mero hecho de hacer una movida cómica frente a sus amigos. Nos acercamos a dos jóvenes de nacionalidad española con tal de obtener reacciones, pero ellas, confusas, argumentaron una decena de excusas para zafarse de las preguntas. Entre risas nerviosas y miradas desconfiadas soltaron a explicarnos que no deseaban hablar del tema. “¡Qué rollo!, si es con la prensa pues menos”; “uy no, no me grabes ahora”; “la verdad tengo clases”; “la verdad no me anima contar lo que vi”. Las jóvenes españolas poco a poco se esquivaron lanzando una infinidad de pretextos. Mientras se marchaban con prisa, imaginamos que esas fueron las mismas estudiantes que usaron su voz para denunciar los atropellos policiacos la noche que ya todos conocemos. Entonces llegó el momento que tanto esperamos. Pasó frente a nosotras Cristina Reyes, una simpática estudiante procedente de Los Ángeles, California, y quien fuera la primera en atreverse a contarnos lo que vio. Y es que para Reyes, a pesar de venir de la ciudad de Los Ángeles, donde en el 2007 una de las protestas de inmigrantes terminó con enfrentamientos con la policía que disparó balas de goma contra los manifestantes, en el MacArthur Park, el suceso reportado en la Avenida Universidad le ha causado inseguridad con la fuerza de “la ley y el orden”. La madrugada del pasado viernes, la joven se despertó por el ruido y los gritos que entraban a su cuarto en Torre Norte y cuando se asomó por su ventana vio el destacamento sustancial de policías con pistola en mano, actuando, según ella, “de forma extraña”. Fue entonces cuando la estudiante se cuestionó consternada qué podía hacer ante tal circunstancia y a quién podía acudir. Ante la desesperación, la compañera de cuarto de Reyes le respondió que “no se puede llamar a la Policía”. Desde ese momento se sintió insegura y no titubeo al cuestionar cuál es la protección que se le puede garantizar a un estudiante universitario después de estos hechos. Y con tan contundente testimonio, nos acercamos a Rachel Schoen. Esta adolescente, proveniente del estado de Kentucky, conversó con nosotras por un buen rato. Sus grandes ojos denotaban un asombro constante al contarnos la “brutal reaction” de la Policía del país y cómo nunca antes había visto algo parecido. Sin embargo, notamos algo de esperanza en su testimonio cuando nos contó cómo esta experiencia había servido para unir y mostrar solidaridad entre los estudiantes y que eso era, entre el caos, algo positivo. “Nunca he sido herida por la gente que se supone que me proteja”, comentó por su parte Kaitlin, una joven proveniente de la universidad Boise State Idaho y quien afirma no sentirse segura en la Isla luego de lo ocurrido. Después de recoger el sentir de estas estudiantes norteamericanas, nos topamos con un caribeño, procedente de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, quien con buen sentido del humor accedió a nuestra entrevista. Una vez comenzamos a dialogar sobre el tema, la actitud de Omar Pérez se tornó más seria al calificar lo sucedido como un “exceso policiaco”. Fue con mucha franqueza que admitió vivir ese tipo de situaciones similares o peores en su país, y un tanto desilusionado comentó que “pensaba que las cosas acá eran diferentes, pero ya veo que son igual”. Mientras Pérez se alejaba, nuestra atención se dirigía hacia el despliegue de banderas de distintos países y colorines, ubicadas en la entrada de Torre Norte, junto a un letrero que leía: “Bienvenidos a nuestro primer hogar, mientras estudiamos en la Universidad”. Hogar fue lo que añoraron la mayoría de estos estudiantes al sentirse abrumados por la confusión e inseguridad que propicia el ser testigos de un acto como éste.