El revuelo por la visita del presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, se ha cuajado como un evento mediático que al mismo tiempo ha propiciado debates entre diferentes sectores del País, convirtiendo su corta estadía [cinco horas para ser exactos] en una fecha importante. Nuestra Isla, que mantiene esa extraña relación de Estado Libre pero Asociado, lleva cincuenta años sin presenciar una visita de un Jefe de Estado estadounidense, siendo John F. Kennedy el último en pisar tierra del Commonwealth.
Mientras que, el gobierno se prepara para una bienvenida plagada de banderas del ELA en el aeropuerto, sectores de izquierda convocan a una protesta para expresar desagrado ante el pit-stop presidencial, proclamando repudio ante el imperialismo y esbozando el reclamo por la independencia.
Aprovechando esta ocasión extraordinaria, la American Civil Liberties Union, (ACLU por sus siglas en inglés), organización que vela por las libertades civiles de los ciudadanos americanos, ha aprovechado la fecha para recalcarle al Presidente la situación precaria de algunos de nuestros derechos constitucionales a través de una carta. Precisamente, esta organización lleva documentando los eventos de brutalidad policiaca, represión, violación a la libertad de expresión y el derecho a asociación en la Isla desde el año 2004 y que han escalado a la par con las recientes huelgas universitarias.
El redactor oficial de la carta al presidente, Anthony Romero director ejecutivo de ACLU, expresa que el nivel de atropello que las autoridades policiacas y ciertas medidas que han sido implementadas por el gobierno para lidiar con los ciudadanos que ejercen su libertad a expresar sus disgustos y reclamar sus derechos, son inaceptables en cualquier estado de los Estados Unidos. Establece abiertamente que no comprende por qué en Puerto Rico, como territorio, estas faltas pasan desapercibidas.
Asimismo, Romero recalca que en contraste a las protestas pacíficas del pasado febrero en Wisconsin, las manifestaciones de estudiantes y trabajadores han sido intervenidas violentamente por la policía de Puerto Rico, que es el segundo departamento policiaco más grande de los Estados Unidos.
A su vez, denuncian prácticas de represión y brutalidad contra la prensa, comunidades de bajos recursos, inmigrantes y de descendencia africana. También se denuncia la falta de eficiencia por parte de las autoridades en hacer a los oficiales que abusan de su poder pagar por sus actos.
Al mismo tiempo, ante esta histórica mini-visita presidencial, el gobernador Luis Fortuño fue entrevistado para la BBC donde se le cuestionó, precisamente, sobre las medidas que tomó la Policía de Puerto Rico ante las protestas de los pasados años bajo su administración. Abiertamente, Fortuño aceptó que “nuestra fuerza policiaca necesita profesionalizarse”.
Sin embargo, el primer mandatario no mostró algún indicio de remordimiento ante los pasados actos de violencia contra jóvenes estudiantes, líderes de comunidades, personal de la prensa y acoso sexual contra mujeres. En cambio, el Gobernador se mostró firme ante las decisiones que tomó su administración junto a la policía, como si estas fueran justificables.
La brutalidad policiaca y el abuso de poder esta fusionado con el engranaje de las autoridades puertorriqueñas, desgraciadamente. No es nada nuevo. Tendemos a tener una memoria corta para este tipo de suceso. De manera que, el llamado que hace la ACLU al presidente Obama para que preste atención a estos sucesos, proviene de una mirada externa. Nos miran desde afuera y ven que algo anda mal. Nos miran desde afuera pero seguimos siendo parte del adentro, debido a nuestro limbo eterno del estatus.
Por lo que, ¿Debe el gobierno federal intervenir en la manera como el gobierno estatal está atropellando los derechos de la población puertorriqueña?
“We applaud your Administration’s vigorous support for the free speech and assembly rights of civil society in countries such as Egypt and Tunisia. However, as we turn our eyes toward abuses in other countries, we cannot turn a blind eye toward our own”, comparte Romero con Obama, estableciendo que a su entender, Puerto Rico es parte de la nación estadounidense.
Pero, esto nunca está claro y es tal vez en esa rendija colonial -donde el clamar al gobierno federal que toma acción sobre las disfunciones de nuestro sistema- la que nos hace quedar estancados. Como puertorriqueños, nacimos ciudadanos americanos y existimos bajo dos jurisdicciones; como colonia heredamos mucho de los mismos derechos constitucionales.
No obstante, no se nos permitió votar por Obama o en su contra. Aún así, recibimos su visita maquillando nuestras calles. Probablemente este paso fugaz por la Isla no tenga gran envergadura, sin embargo sirve como catalítico para poner bajo los más intensos reflectores ciertos temas que como país, tendemos a ignorar.