El vicio del cine se adquiere temprano. Hundidos en salas oscuras, o pegados a pantallas de cualquier tamaño, nos dejamos ir, y seguimos con el hábito por toda la vida. Ingmar Bergman se lanzó a la busqueda de metáforas para explicar su poder seductor, “El cine como sueño, el cine como música. Ningún arte pasa por nuestra conciencia como lo hace el cine, para llegar directamente a nuestros sentimientos, y sumergirse en las habitaciones oscuras del alma”. Para Mike Leigh, es un placer que, poco a poco, se convierte en obsesión, producto de haber visto desde la niñez “un millión de películas.” Y una vez enganchado, no hay vuelta atrás. La importancia de este medio tan omnipresente descansa no solamente en su impacto en el espectador individual sino también en su función como un aglutinante social. Cada persona es un repositorio de imágenes cinematográficas vinculadas inseparablemente con las epifanías que han provocado. Juntos, compartimos la memoria colectiva de estas imágenes, un acervo cultural que nos une y nos alimenta comunalmente. Somos, como sociedad, lo que comemos. Pero el universo del cine es mucho más amplio y la gente se da cuenta. Alberga una infinidad de maneras de ver, de ser, de contar, de pensar y de repensar el mundo. Según Andrzej Wajda, “cuando se crea una película, se la crea en un lenguaje que se compone no solamente de palabras pero también por la manera en que este lenguaje codifica el mundo, nuestra percepción, nuestro entendimiento del mundo.” Cada vez que aprendemos a apreciar a un cineasta que ha escogido un camino distinto a los demás, a una película que nos cuenta algo que no conocemos ya, aprendemos un nuevo lenguaje, una nueva manera de pensar, y el mundo se expande. Para el verdadero cinéfilo, siempre hay más para explorar, más para saber. Para los que han decido ser cineastas, por que no hay otra cosa que pueda satisfacerles tanto que trasladar las ideas e imágenes en sus cabezas a la pantalla, el reto se convierte en el de lograr el lenguaje que les permitirá, en las palabras de Robert Bresson, “hacer visible lo que, sin ti, quizás jamás sería visto.” Y este proceso creativo siempre se hace en un contexto. El cineasta necesita sus modelos, sus críticos, y su audiencia para encontrarse a si mismo. Necesita poder coger fuerza de lo que le inspira, pero también necesita hacer frente a lo nuevo, lo viejo, lo diferente, lo insólito, a lo que pueda lucir a primera vista incomprensible, a lo que le retará y le provocará a tomar el próximo paso en su desarrollo. Así, el cineasta descubre su diferencia, su originalidad, su voz. En el oeste de Puerto Rico, se estudia cine, y se hace cine. Los estudiantes del Certificado en Cine de la Universidad de Puerto Rico en Mayagüez, un programa de 15 créditos fundado en 2006, reciben una introducción breve, concentrada y balanceada que se puede completar en solamente dos semestres sin tener que gastar mucho o viajar lejos. En dos semestres de cursos sobre la historia del cine, amplian su conocimiento del medio, explorando las muchas formas que ha tomado alrededor del mundo, desde su nacimiento al final del siglo 19 hasta el presente. En Teoria del Cine, agudizan sus concepciones de lo que es cine, analizando sus aspectos formales, estéticos, psicológicos, culturales, filosóficos e ideológicos. En Creación de Videos Digitales, se hace cine. Y en los cursos de temas especiales que el Certificado ofrece cada semestre, tienen la oportunidad de escoger entre un surtido de opciones. En el pasado, algunos de los temas han sido: la edición, la redacción de guiones, y la relación entre el cine y la filosofía. Antes de completar la secuencia de cursos, los estudiantes habrá tenido la oportunidad de trabajar en varios proyectos fílmicos asumiendo roles diferentes. El Certificado también sirve como un punto de encuentro donde cinéfilos, cineastas jóvenes, y otra gente creativa se conocen y empiezan a trabajar juntos. Estudiantes de arte y de teatro, junto a ex-alumnos de los cursos de cine de la UPRM, colaboran con los estudiantes del Certificado. Graduados de los cursos de cine han participado en festivales locales e internacionales. Y otros han continuado sus estudios en programas de comunicaciones o escuelas de cine. Se va formando, paso a paso, una comunidad fílmica. Para más información, vaya a: http://blogs.uprm.edu/filmcertificate