
Cherry Hill, New Jersey- Si para el gobierno resulta un reto crear concientización sobre las opciones de nuevas fuentes de energía renovable, no lo es para Sarah Enochs y Roy McAlister, quienes han combinado su experiencia científica para tratar de convertir los 800 millones de motores de automóviles que existen en el mundo para que operen con hidrógeno, gas natural, alcohol biomasa y otros combustibles renovables. Para este equipo de defensores del medio ambiente, que además de compartir la misma pasión, son además padre e hija, no se trata de una cuestión de opción, sino de supervivencia. Las opciones que ambos expertos ofrecen son la única alternativa a combustibles que no se acabarán y que no contaminarán el medio ambiente para las futuras generaciones. “Hay tanto que podemos hacer hoy para ayudar a nuestros niños y es nuestra responsabilidad como adultos ayudarlos”, dijo Enochs. “Tenemos que hacer algo ahora para proteger lo que tenemos.” Es un llamado que venimos escuchando desde hace varios años a raíz de la preocupación de la contaminación medioambiental. Pero para McAllister, el llamado a acción debe hacerse desde un punto de vista práctico, como algo a lo que “todos podemos acceder”. Desde los años 60, cuando era profesor en Kansas, McAllister cayó en cuenta de una preocupante realidad: cada año se estaban quemando aproximadamente un millón de años de acumulación fósil. Desde entonces, se dedicó a idear soluciones que estén al alcance de todas las comunidades. “Una comunidad solar e hidrógena sería aquella que aprovecha los recursos renovables: paneles solares, el viento, el hidrógeno, biomasa, que por lo general se encuentra en la atmósfera y los convierte en los cimientos de la economía.” La falta de este tipo de civilización le estaría costando dinero a los países, porque la economía también se mide con base en la cantidad de energía que es capaz de producir, según los expertos ambientales. “Ahora tenemos que hacer que esa energía sea renovable para poder producir sin tener inflación de la reserva fósil”, dijo McAllister. Para Enochs también se trata de una cuestión de salud. “Es como darle de beber soda o milkshake a una persona todos los días en lugar de agua”, dijo Enochs. “Necesitamos agua para tomar; nuestros autos deben funcionar con agua, hidrógeno, y es una energía renovable que podemos crear.” Padre e hija han decidido no esperar por el gobierno o la comunidad científica para tomar acción. Por ello, han fundado una comunidad en línea y organizaciones de protección ambientales que cuentan con 8,0000 voluntarios. También han creado una campaña de donación de un dólar por persona. “Los niños están muriendo por el aire que respiran y el agua que toman. No es justo y tiene que cambiar. Nosotros tenemos el poder de hacerlo”, dijo Enochs. Enochs y McAllister esperan reunir seis millones de dólares para invertirlos en educación al público, construir estaciones de combustible de hidrógeno a través del país y elaborar proyectos de desarrollo de energía sostenible. En casa, los padres deben recordar la importancia de su impacto en las acciones de sus hijos. “Los niños necesitan opciones. Hemos creado tanto déficit en el país para que ellos lo paguen y la economía hidrógena es una forma de pago”, dijo Enochs. “Los niños hacen lo que los adultos hacen, entonces tenemos que ser buenos ejemplos”. El artículo original fue publicado en: www.conciencianews.com.