Luego de 35 años como profesor en el Departamento de Drama de la UPR el actor y director José Félix Gómez se retira del campo académico. Lo hace luego de pasar los últimos dos años en la dirección ejecutiva del remodelado Teatro de la Universidad, un rol que le impuso la responsabilidad de poner en marcha un nuevo modelo de administración, no carente de agrios debates. Durante su trayectoria universitaria también dirigió el Departamento de Drama y tuvo a su cargo la puesta en escena de cinco producciones de la institución. “Jofex”, como le conocen sus más íntimos, atesora la experiencia en el salón de clases, “un espacio de investigación” en el cual aprendió mucho. Se despide del quehacer universitario académico-artístico luego de dirigir recientemente el montaje del estreno mundial de “Los silencios de la historia” del Dr. José Luis Ramos Escobar y organizar la exposición conmemorativa del 70 aniversario del Teatro de la Universidad.
Pregunta: En el programa de mano de “Los silencios de la historia” dices que “la locura se pasea por tus atrios espirituales”…¿Por qué lo dices? ¿Por el proceso de montaje, por el retiro, por la carga de la dirección del Teatro…? Respuesta: Y por una crisis existencial. Esta pieza fue catártica para mí. La obra me provocó. Además, con esto del retiro hay una gran paradoja. Sientes que puedes seguir haciendo cosas, pero a la vez tienes el deseo de tomar nuevos caminos, de terminar un ciclo. Ya veré… Gilda Navarra me recomendó el otro día que cuando la gente me pregunté que iba a hacer les dijese: “rascarme la barriga”. De todas maneras he recibido varias ofertas de actuación. Tengo varios proyectos de escritura y también de puestas de escenas. Además, hay un aspecto relacionado con mi relación con la Iglesia Metodista que me interesa cultivar, que es la del servicio social. Pregunta: Los costos de la remodelación, la reapertura y el modelo de administración del Teatro de la Universidad han sido temas de discusión continua en la institución. ¿Qué balance podrías hacer de tu gestión en la dirección ejecutiva del Teatro de la Universidad? Respuesta: Nosotros logramos montar una oficina, armar unos sistemas de trabajo que no existían y promover las colaboraciones con otras unidades para cumplir con nuestra tarea. Uno de los mayores logros lo fue el regreso del Festival Casals, con la presentación, por ejemplo, de la Orquesta Filarmónica de Nueva York. Sin embargo, creo que la Cédula del Teatro resiste modificaciones que le permitan generar más fondos para su funcionamiento y para la propia Universidad. Esa es una asignatura pendiente. Por otro lado, el organigrama también debe cambiar, creo que la organización de las actividades culturales debe ser responsabilidad de una oficina –la del Teatro- para que no haya una duplicidad de esfuerzos y gastos innecesarios. Pregunta: ¿Y qué hay con la llamada privatización del Teatro? Me consta, por ejemplo, que algunas producciones generadas por las Facultades y otras unidades del Recinto tienen que pagar y pasar el cedazo que experimenta cualquier productor. Respuesta: Yo te puedo decir que más del 90 por ciento de las actividades que se dan aquí son universitarias. Y todos pagan. Si alguien pide no pagar se hace una petición a la Rectora y ella decide. Mira, los espacios teatrales hay que mantenerlos al día en términos de infraestructura y tecnología y eso supone unos gastos. Pero insisto: la realidad es que aquí se hacen más actos relacionados a la UPR que de producciones externas, cuyos gestores se encuentran muchas veces con el hecho de la falta de fechas”. Pregunta: También ha habido mucho debate con respecto al desplazamiento del Departamento de Drama del Teatro… Respuesta: Si, pero eso había ocurrido desde mucho antes del cierre y reapertura del Teatro. De todas maneras, yo, como entrenador teatral, no estoy tan seguro de que el escenario del Teatro es el lugar más adecuado para la formación de los actores contemporáneos. Esta sala es más propia de conciertos y actividades grandes, por eso muchos de los montajes que se han hecho han sido en clave de teatro arena. Claro, el Departamento de Drama puede producir montajes espectaculares como los de “La Orestíada” o “Canción de Navidad”, por mencionar dos ejemplos recientes. Por otro lado, la forma en que se operaba antes (el Departamento de Drama admnistrando el Teatro) ya no es viable en ciertas áreas, por ejemplo, el taller de escenografía. Pero aquí sigue el de vestuario y nosotros compramos equipo para su desarrollo. Yo estoy convencido de que el Teatro necesitaba una administración mucho más institucionalizada y moderna. De todas maneras, creo que hay mucho que mejorar y la UPR tiene que considerar seriamente cómo ve este espacio y su potencial de desarrollo. Pregunta: Pasemos a otros temas. Tu “curriculum” impresiona por lo versátil y polifacético que has sido (actor, director de escena, coreógrafo, diseñador y dramaturgo, entre otras) y por los riesgos que te has tomado. ¿Cómo evalúas tu carrera en términos estéticos? Respuesta: Fíjate… No lo he meditado mucho. Obviamente habría que establecer una diferencia entre mi desempeño como actor y como director. Y ver ambos desde la perspectiva de mi relación con Teatro del Sesenta. Fuera de la compañía he hecho cosas pero la parte esencial de mi carrera ha sido en torno al Sesenta. Como actor he ido desde los musicales infantiles, como “Rockolandia” a los dramas contemporáneos más duros, como los de Albee, pasando por la danza teatro. Y ahí me sorprendo de lo que he caminado… y bastante bien. Me gusta mucho actuar… pero ahora he entrado en un registro en el que no hay tantos papeles para uno. El azar hizo que me moviera más por la actuación, a pesar de que mi formación formal era en dirección escénica. Ahí la estética está más definida. Soy muy musical, muy de la danza teatro, aun cuando no son piezas de teatro musical el movimiento y la música siempre están presentes. Además, he trabajado con muchos montajes grandes. Los cursos de arquitectura que comencé a tomar en la Universidad, particularmente los cursos de luz y espacio, también me han ayudaron mucho a manejar el tránsito escénico. Pero mis referentes claves en la dirección son Victoria Espinoza y Gilda Navarra. Pregunta: En muchas ocasiones los personajes ayudan a los actores a resolver problemas de su vida real. Y también hay personajes que le permiten liberar su talento cabalmente. ¿Cuáles han sido los papeles de tu vida? Respuesta: Todos han sido importantes. Pero la etapa con Ferrari la distingo mucho porque fue una escuela donde aprendí a ver la actuación como un oficio. El personaje de Marat de “Marat Sade” estuvo bien. La gente me recuerda mucho por Pedro Navaja pero, curiosamente, yo no asocio ese personaje con grandes logros en términos de actuación, sí de mucho alcance. El personaje de Adolfo de “Los acreedores” de Strindberg, con Ernesto Concepción, padre y Lydia Echevarría, fue muy significativo para mí. Después, Molina de “El beso de la mujer araña”, “Cyrano de Bergerac”, Papá Morrison de “Quíntuples”, el George de “¿Quien le teme a Virginia Wolf?” La verdad que uno mira atrás y no deja de sorprenderse. Yo siempre había sido un buen partenaire… hasta un momento dado en que comienzo a proyectarme de otra manera. Tiene que ver con varias circunstancias que no vienen al caso. Pregunta: Te conozco desde hace tiempo, fui tu estudiante, hemos compartido el escenario y me has dirigido. Y siempre he tenido la impresión de que en el campo teatral puertorriqueño hay un “tic” de subestimarte como actor y director. Respuesta: Lo hay todavía… concertado o no, lo ha habido. En Teatro del Sesenta no me importaba porque lo más importante era el trabajo colectivo. Y uno aprende a hacer su labor independientemente de algunas opiniones. Lo importante es que el público disfrute. Eso me basta. Además, fuera de Puerto Rico he recibido muchas satisfacciones por parte del público y la crítica. Estas me han permitido reafirmarme. Pregunta: Tu trabajo cómo actor en la televisión y el cine parece que alza vuelo más recientemente con tus interpretaciones en Cayo o Ángel. De pronto domesticaste la cámara. Respuesta: Bueno, ya desde los ochenta intervine en algunos proyectos que fueron bien recibidos –por ejemplo, “El arresto” de Rosario Quiles-. Lo que pasa es que aquí se hace poco y no tienes demasiado chance de verte, asimilar lo realizado y en la próxima hacerlo mejor. En las telenovelas yo fui un desastre. Todavía estaba en el tránsito del teatro a la televisión. Pero cuando terminé el doctorado en el 1997 yo me propuse hacer más cine y televisión. Y recibí buenas críticas por el unitario Bala perdida. Y fui haciendo cosas. Pero no fue hasta Cayo que la gente me consideró mucho más en ese ámbito. Y luego vino Ángel, de Jacobo Morales. Jacobo me ofreció el rol advirtiéndome que se trataba del mejor personaje de la película. Yo soy muy inseguro y en la filmación tuve muchas dudas. Pero el resultado fue muy valorado. Me gustaría hacer mucho más cine. Pregunta: Cambiemos de registro. Tienes un doctorado y has desarrollado investigaciones académicas. ¿En Puerto Rico se investiga nuestro quehacer teatral adecuadamente? Respuesta: Bueno, no perdamos de vista que en cada montaje hay un proceso de investigación implícito. Mira el caso de Los silencios de la historia. Hubo que estudiar e investigar muchísimo sobre el momento histórico, político y social en el que transcurre la trama. Aquí se investiga, aunque se podría hacer más en términos de la documentación y el registro de las puestas en escenas para que quede un documento histórico. No podemos limitarnos a estudiar la literatura dramática, hay que trabajar más con el espectáculo teatral. Por eso uno de los proyectos que tengo entre manos de cara al futuro es preparar unas memorias sobre los procesos de dirección escénica dirigido a los jóvenes. Pregunta: Cuando los escritores hacen antologías se ven obligados a pensar en su trayectoria y legado. ¿Qué experiencias constituirían la antología de tu vida en la Universidad de Puerto Rico? Respuesta: Me hubiera gustado hacer más. En todos los frentes. Pero cuando te encuentras a alguno de tus ex estudiantes y te dicen que fuiste importante para su desarrollo profesional y personal te sientes bien. Y piensas que sí hiciste algo bueno.