El periodista de The New York Times, Davis Barstow, y la periodista independiente Alejandra Xanic, expusieron ayer miércoles, de manera diáfana y a veces hasta jocosa, cómo lograron realizar la investigación que puso al descubierto el esquema asistemático de corrupción de Walmart en Teotihuacán, México y lo que su reportaje implica para el periodismo actual.
La participación de ambos periodistas en la charla magistral “Corrupción corporativa: Cómo The New York Times expuso a la multinacional Walmart”, que fue coordinada por el Centro de Periodismo Investigativo (CPI), se celebró en la Facultad de Derecho de la Universidad Interamericana de Puerto Rico.
Barstow, quien ha ganado tres premios Pulitzer entre los que se incluye el reportaje investigativo junto a Xanic, indicó que el reportaje “subrayó la importancia del periodismo en fiscalizar a las corporaciones respecto a sus promesas de integridad y sus propios códigos de ética”.
Añadió que muchas de estas empresas tienen reglamentaciones internas que prohíben y penalizan las corrupción, los sobornos y los arreglos monopólicos, por lo que la clave para el periodista es ver si la compañía en efecto está cumpliendo con esos controles.
El galardonado periodista explicó que el reportaje investigativo que realizó ilustra tres tendencias con impacto en el periodismo actual: una mayor atención al comportamiento de las compañías trasnacionales, una mayor colaboración entre reporteros de distintas empresas periodísticas y de distintos países, y que el periodismo, sobretodo el de investigación, ha comenzado a aprovecharse del auge del movimiento global que ha impulsado legislación favorable a una mayor transparencia de los procesos y accesibilidad de los documentos oficiales.
Barstow manifestó su preocupación inicial al momento de realizar la investigación. “No creo que como sociedad hayamos absorbido el impacto del crecimiento de corporaciones. Éstas son compañías con ganancias anuales que exceden el producto interno bruto de países, por lo que pueden sobreponerse fácilmente a compañías competidoras y a regulaciones”.
Agregó que “el camino principal de periodismo, como lo veo, es escudriñar esos lugares en la sociedad donde el poder está más concentrado. Estas compañías tienen un poder concentrado económico, cultural y político”.
Así que luego de haber leído una pila de documentos que indicaban que en el 2005 un ejecutivo de Walmart de México solicitó una investigación interna porque había sospechas de que se habían cometido violaciones a leyes mexicanas y estadounidenses, después de estudiar los miles de archivos contenidos en un disco duro y tras entrevistar a varios de los implicados en el sistema de sobornos de la multinacional, Barstow tenía entre sus manos la pregunta de si Wal-Mart era víctima del sistema de corrupción mexicano.
Mas allá de la barrera cultural, Barstow se unió a Xanic para que lo ayudara a adentrarse en la burocracia gubernamental mexicana y para comprender el contexto sociocultural del país.
Xanic, galardonada con el Premio Nacional de Periodismo de México en 1992 y reportera para Gato Pardo y National Geographic, detalló que entre los documentos que tenían a la mano se encontraba una lista de pagos que había realizado Walmart, pero que no especificaba el destinatario ni el propósito del pago.
Gracias a las leyes que permitían el acceso a los documentos y luego de semanas de escudriñar miles de documentos en oficinas gubernamentales, los periodistas identificaron que las fechas de los pagos guardaban concordancia con las fechas en que la transnacional había recibido oposición ciudadana.
Asimismo, encontraron que los pagos excedían la tarifa estándar para la solicitud de permisos, y que éstos se realizaban pocos días antes o después de que el gobierno mexicano hubiera dado la negativa a la corporación.
De esta manera, Barstow y Xanic comprendieron que Walmart no era víctima de la corrupción mexicana, sino un victimario, que pagaba cualquier cantidad de dinero que fuese necesaria para hacer lo que la ley le prohibía.
Hoy, Walmart se encuentra bajo la investigación más abarcadora que ha realizado el Departamento de Justicia de los Estados Unidos al momento. Irónicamente, ninguno de los implicados en el esquema de corrupción, más allá de perder su empleo, ha sido procesado en un tribunal de justicia.