“Tenemos miedo. Es natural, como cualquiera que estuviese en nuestra situación. Estamos tratando de digerir este mal trago”, cuenta a Radio Nederland el director del Siglo de Torreón, Javier Garza. “Lo importante es recuperarnos de este golpe y seguir ejerciendo nuestra profesión”, explica.
Este nuevo episodio de violencia ejercida contra la profesión periodística ha reabierto el debate sobre la efectividad de la ley de protección a periodistas, puesta en marcha durante la recta final del mandato de Felipe Calderón, y sobre la lucha contra la corrupción en México.
“Hoy por hoy el periodismo es el oficio más peligroso que se puede ejercer en México”, afirma José Gil Olmos, reportero del diario Proceso. El cronista mexicano asevera que esta norma se ha propuesto “con buenas intenciones”, pero también “para dar la idea de que se está haciendo algo”.
La redactora de televisión Chihuahua, Patricia Caudillo, explica que la ley de periodistas surgió “como una exigencia del gremio, pero en la práctica no ha dado resultados”. Para la joven reportera, la corrupción “es el cáncer de México”, por lo que el Gobierno tendría que trabajar “por la protección de toda la ciudadanía”.
Según el redactor de Proceso la ley de protección a periodistas “no va a servir de mucho”, puesto que a su juicio lo que hay que hacer para defender a los redactores y a la población civil “es combatir el crimen organizado y su vinculación con el poder político”.
“Es un poco contradictorio que las autoridades quieran apoyar a los periodistas cuando son las mismas autoridades quienes nos están atacando”, afirma la redactora del periódico Norte de Ciudad Juárez, Herika Martínez Prado. La joven reportera asegura que los últimos ataques sufridos por los periodistas en Ciudad Juárez han sido perpetrados “por las autoridades municipales, las estatales y por los militares”.
Por su parte, Caudillo explica que muchos periodistas han sido víctimas de amenazas por parte de la policía, lo que lleva a los redactores a un estado de indefensión que les hace cuestionarse “y ahora qué hago, quién es mi aliado, quién me defiende”.
En la misma línea, Gil Olmos, que está cubriendo un reportaje sobre violencia en el distrito de Morelos señala que en esta zona del país, “el 60 por ciento de los policías están vinculados con el crimen organizado”.
Ante la indefensión, autodefensa
La redactora del periódico Norte de Ciudad Juárez, Herika Martínez Prado, asegura que las autoridades no han brindado ninguna protección a los periodistas, lo que les ha obligado a buscar formas alternativas de autodefensa y “a hacer alianzas entre los compañeros”.
“Cuando se va a cubrir un homicidio nunca se llega a la escena del crimen antes que la policía. Ningún periodista acude solo, siempre vamos en caravana cuando la zona ya está protegida”, añade Martínez Prado.
En la misma línea, José Gil Olmos explica que, como alternativa para garantizar su seguridad, los periodistas se ven obligados a buscar un compañero con el que estar en contacto permanente. “Llamas varias veces al día a un amigo para que sepa dónde estás, con quién estás y hacia dónde te diriges. Él es tu monitor, y a él le reportas lo que haces”.
El director del Siglo de Torreón, Javier Garza, explica que las autoridades están protegiendo a los trabajadores del diario en su horario laboral, pero no tienen capacidad para defenderlos “cuando llegan a sus casas”.
Además, el hecho de que en esta ocasión el secuestro haya afectado a administrativos del periódico, y no sólo a los redactores, ha obligado al medio a replantear sus actuales protocolos de seguridad. “Ahora tenemos que preparar un protocolo para cualquier tipo de reportero”, concluye.
La autocensura como alternativa de protección
El joven colaborador de la agencia Reuters, José Luis González, se ha visto obligado a dejar de publicar material periodístico por miedo a posibles represalias. “Una vez presencié un enfrentamiento entre militares y crimen organizado y más tarde recibí una llamada que me dijo que si publicaba las fotos me cortarían la cabeza”. “Así que decidí que no iba a arriesgar mi vida por unas fotos”, agrega González.
Asimismo, Herika Martínez Prado, que cubre informaciones sobre feminicidios y desaparición de mujeres, ha tenido que practicar en ocasiones la autocensura para no poner en peligro su vida ni la de las víctimas: “hay ciertas cosas que si se publican pueden poner en riesgo la vida de la chica que está desaparecida. Cuando escribo una nota no lo hago pensando en mí, pero sí pienso en la víctima y su familia”.
Garza afirma que en el Siglo del Torreón se están ejecutando todas las medidas de protección posibles, y por ello tienen “mucho cuidado” con las notas que publican y están replanteándose “qué más se puede hacer”.
La joven reportera patricia Caudillo explica que, a pesar de que los medios se ven obligados en muchas ocasiones a aplicar la autocensura y limitar sus coberturas, “hablar de que el periodismo en México claudica sería catastrófico, por ello debemos unirnos y también expresarnos con nuestra mejor arma, nuestra voz, nuestro medio”.