Ruidos de motos y conversaciones de salir temprano se escuchan a lo lejos del lugar. Se vende chipa (pan) y dulces en las afueras. Ya solo faltan cinco minutos para las 6 p.m., la hora de regresar a la casa para los obreros de una importante fábrica de textiles en el suroeste de Paraguay… Mis pasos avanzan presurosos a la puerta principal ansioso por conocer la historia que me narrará ese enigmático lugar.
La Manufactura Pilar, es una fabrica de textil paraguaya ubicada en la ciudad que lleva su nombre, Pilar. ¿Su especialización? Telas 100 por ciento algodón, de la mejor calidad. Esta fábrica en la que trabaja un 10 por ciento de la población de Pilar, realiza algunas de sus operaciones de la manera más rudimentaria: con el combustible que provee la leña de los árboles de eucalipto.
Su rutina de producción ejemplifica el concepto de desarrollo sostenible tantas veces cacareado pero pocas veces practicado por un mundo cuyo eje principal gira en torno a la explotación de los combustibles fósiles.
En el rincón trasero de la Manufactura, se encuentra un extenso vivero: son plantas pequeñas de eucalipto. Crecer, multiplicarse y ser leña para el calor que aviva los aceites extraídos de las semillas de algodón. Estos aceites también son utilizados en otra línea de producción de la fábrica en jabones de baño.
Continuamos el recorrido y llegamos otra habitación donde el algodón, con textura de nubes del cielo, se transforma en una seda fina, no antes de su primer encuentro con las máquinas. El ruido se intensifica y el algodón procesado pasa a la próxima sección, donde se produce un hilo que se une a un rollo. Luego del rollo otro proceso lo transforma en tela hasta que finalmente se logra producir un hermoso edredón.
Me despido de la manufactura, también igual de Paraguay, con ojos del que regresa.