
El poeta Eric Landrón, quien compartiera tarimas en infimidad de ocasiones con Ivania Zayas, le concede a Diálogo el privilegio de publicar dos poemas sobre la cantautora, el primero escrito cuando ésta estaba viva y el segundo compuesto en la noche del domingo de su desafortunada muerte. Hacemos esto como homenaje póstumo a Ivania, quien fuese parte integral de la comunidad universitaria y artística del país. Que descanse en paz.
Brindis a Ivania Zayas
Brindo por una mujer de compromiso y verdad,
de pasión que aletea como abeja en miel
y de raíz centenaria como la Ceiba fortaleza,
memoria y pilar,
Porque lleva el dolor de su Tierra
en su garganta felina y fiera,
Porque musicaliza la esperanza
cuando entona, aupa y guitarrea,
Porque nació de la ola traviesa, del salitre profundo
y el cántico del océano en frondosidad de azul
para curtirse, poro a poro, de Isla certera,
serranía, amapola
y cascada en pureza y soberanía de luz,
Brindo por Ivania Zayas,
la Chaplinesca de la dulzura y las callejuelas de la vida,
la aguerrida de la armonía, la poeta de la trova
y el centelleo de la conciencia.
Brindo por una voz epicentro,
núcleo de astro y llamear de mar,
Trueno que liberta, nana que enternece
martillazo que subleva
y canto que despabila y acurruca
que levanta y mece,
que estremece y ensueña,
Brindo, Bbrindamos por Ivania Zayas
la Mujer, la cantautora,
la romántica de filin en el siglo de la eternidad,
la Boricua torrencial, memorable y bragá
de razón y ensueño,
de ventura y búsqueda,
de porvenir, afinación, amor y luminosidad.
¡Que Viva nuestra Ivania Zayas, que viva!
A Ivania Zayas
Te recordaré hermana del alma
desde tus ojos grandes como las noches recónditas
e infinitas,
desde tu sonrisa maromera volteándose en el trapecio
de lo tierno y lo travieso,
desde tu piel indígena y percusionista,
desde tu voz cereza,
desde tu rabia puntual y exacta
desatada ante el color gris
cuando pinta lo fútil de lo mezquino del alma humana,
desde tu entereza reforzada y blindada
a prueba de fuego y desalientos,
desde tu lágrima justiciera,
desde tu divinidad poética de Atenea, la Sabia Guerrera,
desde tu lucha inacabable y burlona
contra los pronósticos de los azares,
desde la Silvia y el Silvio que acunabas en el corazón cuando trovabas,
desde la teatralidad que asumías cuando desenfundabas un abanico en el escenario
para que tu coquetería nos refrescara,
desde el histrionismo de tu voz oleada
con que tan acogedoramente dabas el pecho,
desde la dulzura que asumiste
cuando cantaste a los niños con cáncer,
desde las manifestaciones de las madrugadas,
desde los discursos de tus silencios,
desde la pureza de tu palabra
cuando batías tus vehemencias
como un pájaro mítico que luego de abrevar
el crepúsculo, revolotea,
desde tu fervor por la vida,
desde el alto voltaje de tus abrazos cómplices
de amiga partidaria y entrañable,
desde la utopía que exigías a los días porosos,
desde tu compromiso invencible
ante la cotidianidad que nos inventa
con defectos de fábrica,
desde el amor por el mar con que enamorabas a la vida.
Te recordaré hermana del alma
desde tus todavías antiguos y futuros
que de ahora en adelante crecerán en nosotros
hacia las palpitaciones más amadas
como una enredadera inextinguible de cánticos,
luceros y prodigios.
Te recordaré hermana del alma, hermanita…