Cerca de 150 estudiantes –en su mayoría estudiantes graduados e internacionales– no tienen un espacio asegurado en ninguna de las residencias estudiantiles del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico. Estos estudiantes actualmente se hospedan en Torre Norte y ResiCampus, y muchos de ellos recibieron instrucciones de desalojar sus habitaciones antes del próximo viernes, 31 de julio. Ellos no saben qué van hacer. No se lo esperaban, ya que esta situación nunca antes había ocurrido.
¿Qué pasó este año?
Este año el Programa de Vivienda del Recinto, bajo la dirección del nuevo decano, Darwin Marrero Carrer, asignó los espacios de hospedaje mediante un protocolo de prioridad. Los de mayor prioridad, según el protocolo, fueron los estudiantes con condiciones especiales y los atletas cuyo contrato de matrícula incluye hospedería. Luego le siguen los alumnos de nuevo ingreso, después los de segundo año y así sucesivamente hasta llegar a los estudiantes graduados.
Lo distinto este año fue que se consideraron a todos los solicitantes por igual, tanto a los que ya vivían en las residencias como a los que no. En años anteriores los estudiantes que ya tenían una habitación en las residencias, si cumplían con los requisitos, automáticamente se les renovaba el espacio. El protocolo de prioridad, entonces, aplicaba solo para asignar las habitaciones vacantes a los nuevos solicitantes. En otras palabras, primero había un proceso de readmisión para los que ya vivían en las residencias y luego uno de admisión para el resto de la comunidad estudiantil.
Cabe destacar, que en años anteriores los estudiantes recibían contestación de su solicitud de vivienda a mediados de junio. Este año la recibieron a partir de la tercera semana de julio, y aún hay alumnos que, a tan solo dos semanas del comienzo de clases, no han recibido respuesta.
Para José Vélez, presidente del Concilio de Residentes de Torre Norte, este año la queja principal ha sido que los residentes han recibido la notificación de denegación de vivienda muy tarde. Para Vélez, quien lleva cinco años viviendo en Torre Norte, la tardanza de la notificación ha sido un atropello, ya que es muy difícil para los estudiantes tener que encontrar hospedaje en dos semanas sin ni siquiera estar preparados económicamente y como esto nunca había ocurrido, nadie se lo esperaba.
Vélez también señaló que este año el proceso de asignación de habitaciones no contó con la participación de los representantes estudiantiles de las residencias como se ha hecho en años anteriores.
De cara a la situación, José Vélez y representantes estudiantiles de las residencias se reunieron con el rector del Recinto, Carlos Severino Valdez, con la intención de encontrarle una solución al problema.
En la reunión, Severino aseguró que los estudiantes no se quedarán sin vivienda y mencionó que se buscarán “alternativas para que los estudiantes de readmisión, que cumplan con los requisitos, tengan la oportunidad de tener una vivienda”.
Propuestas sobre la mesa
A partir de las discusiones que se han llevado a cabo entre la Rectoría, el Decanato de estudiantes y de vivienda, y los residentes del Programa de Vivienda, se han propuesto varias alternativas para resolver el conflicto.
Se ha propuesto, por ejemplo, ubicar a algunos estudiantes en las residencias de la facultad que quedan frente a la avenida Barbosa. También se ha propuesto subsidiar la hospedería a los estudiantes que no puedan residir en Torre Norte o en ResiCampus. Por último se ha hablado de habilitar otros espacios del Recinto para convertirlos en habitaciones. Al momento, resta esperar y ver que pasará.
Estudiantes afectados
Hace tres semestres Lourdes Álvarez dejó a Uruguay para venir a realizar una maestría en gestión cultural en la UPR. Desde entonces ha vivido en Torre Norte y ha sufragado sus gastos con un estipendio que recibe del Programa de Experiencias Académicas Formativas (PEAF). Como es extranjera y vive en Puerto Rico con una visa de estudiantes, Lourdes no tiene permiso para trabajar en la Isla. Hoy, está en la antesala de su graduación, solo le falta un semestre para terminar, y la semana pasada recibió una carta diciendo que tenía que abandonar su habitación. Por razones de cupo ella no podría vivir más en Torre Norte.
“¿Pero cómo no hay cupo si yo ya tengo mi cuarto?”, se pregunta ella con la incertidumbre de qué hará. En Puerto Rico no tiene familia y apenas conoce a sus compañeros. Ella simplemente no sabe qué hacer. Le contó a Diálogo que no está preparada para asumir el gasto de un hospedaje fuera del Programa de Vivienda del Recinto y que es posible que tenga que abandonar su maestría para regresar a Uruguay.
Lo mismo le sucede a Flavio Lucas, proveniente de Colombia. Se supone que en agosto él empezaría su último año de bachillerato en arquitectura, pero manifestó que si no puede participar del Programa de Vivienda del Recinto tendrá que poner en pausa sus estudios por que no puede pagar un hospedaje en Río Piedras. Flavio, tomaría el semestre para trabajar y ahorrar para luego retomar sus estudios.
Rosa O´Conner, en cambio, es puertorriqueña y su pueblo de origen es Humacao. Ella le comentó a Diálogo que vivir en Torre Norte ha sido lo que le ha permitido estudiar. Según explicó si ella se quedara en Humacao y viajara a Río Piedras para tomar sus clases gastaría un promedio de $227 mensuales en gasolina y peaje.
Estas son algunas de las historias que se obtuvieron durante la manifestación en el día de ayer. Por ahora, los estudiantes estarán esperando por la solución de esta situación.