
El cannabis es una hierba mundialmente reconocida por sus efectos psicotrópicos porque posee dos compuestos activos entre los que destacan los cannabinoides. Estos compuestos son relevantes para el ser humano ya que al ser ingeridos afectan receptores celulares que posee el cerebro.
Los hallazgos más antiguos ubican el origen del cannabis en la cordillera del Himalaya, específicamente en China, para el 2727 B.C. Los antiguos griegos y romanos también conocían la planta, mientras en medio oriente se esparció su uso por el imperio arábico hasta el Norte de África. Para el 1545 ya se utilizaba en el hemisferio occidental como fuente de materia prima para el desarrollo de fibra y textiles.
Mundialmente esta herbácea posee diferentes nombres entre los que se destacan: marijuana, weed o hierba, y marihuana. La planta se caracteriza por ser dioica ya que existe como organismo macho y hembra por separado. Morfológicamente son plantas tipo arbusto. Los machos se caracterizan por ser plantas altas y finas que poseen flores con anteras, la zona reproductiva masculina. Las hembras son un arbusto de tonalidad más oscura y menos altas, caracterizadas por tener una estructura similar a pelos que sobresalen de brotes axilares.
Históricamente el cannabis ha tenido un sinnúmero de aplicaciones que trascienden el uso químico-médico como la producción de aceites, fibras y papel, entre otros. Sin embargo, su mayor importancia se deriva de sus compuestos químicos.
El cannabis posee sobre 60 tipos de cannabinoides y en la actualidad es la única planta conocida que los produce. Los cannabinoides más abundantes son: delta-9-tetrahydrocannabinol (THC), componente que crea la sensación de “high” y cannabidiol (CDB), que tiene variados efectos terapéuticos. El cannabis es una planta con gran potencial de uso, especialmente en el campo de la medicina por sus compuestos fitoquímicos que le dan una relevancia investigativa hoy día. Se ha utilizado para experimentar con tratamientos para el cáncer, estrés, esquizofrenia, glaucoma y enfermedades neurodegenerativas, entre otras. Nuestro enfoque particular se centrará en la condición médica llamada epilepsia.
La epilepsia es un trastorno cerebral donde la persona experimenta crisis epilépticas, cambios físicos y de comportamiento después de un evento de actividad eléctrica anormal en el cerebro. Esta condición ocurre cuando existen cambios permanentes en el tejido cerebral que hacen que esté demasiado activo. Las causas de estos cambios pueden ser lesiones en el cerebro, infecciones, trastornos de salud, pero muchas veces son desconocidas.
Esta condición tiene síntomas muy variables de una persona a otra. Algunos individuos pueden tener simples periodos de ausencias, un tipo de convulsión que se caracteriza por una alteración breve de la actividad eléctrica normal en el cerebro. Otros pacientes pueden tener temblores más violentos y pérdida del conocimiento. Es muy importante aclarar que la naturaleza e intensidad de las convulsiones dependerá de la zona del cerebro que esté mayormente impactada. Por consiguiente, pueden ser convulsiones generalizadas o focales. Como sugiere su nombre, las generalizadas abarcan una actividad eléctrica anormal en todo el cerebro mientras las focales centran su actividad anormal en una zona particular.
La epilepsia puede abarcar más de un tipo de convulsión en un mismo paciente que pueden durar desde unos breves segundos hasta minutos. El requisito mínimo para un diagnóstico de epilepsia son dos episodios de convulsiones, sin embargo, se tiene que conocer primero la fuente de las convulsiones para determinar que sea un evento epiléptico y no tenga su raíz en otras circunstancias como fiebre, abstinencia a drogas u otros factores.
En términos de tratamientos, hoy día la epilepsia se maneja con medicamentos, cirugías u otras aproximaciones. Los medicamentos anticonvulsantes buscan limitar la propagación de los impulsos eléctricos descontrolados en el cerebro. Por otro lado, las cirugías se usan mayormente en las convulsiones focales, de modo que pueden extirpar el área particular del cerebro que está causando las convulsiones. Así se evitan eventos futuros o al menos se logran controlar.
En otras aproximaciones se encuentra la dieta cetógena, una dieta rica en grasas, baja en carbohidratos y limitada en calorías. También se utiliza la técnica de estimulación del nervio vago que consiste de un dispositivo electrónico sub-dermal que se coloca en el pecho y envía señales al nervio. Estas aproximaciones convencionales realmente dejan mucho que desear entre algunos pacientes y sus familiares, por consiguiente la búsqueda de métodos más efectivos o alternativos mantiene gran relevancia.
Resultados alentadores
Un nuevo enfoque investigativo está considerando el uso médico de los componentes fitoquímicos del cannabis como alternativa terapéutica para la condición de la epilepsia, según el artículo “Cannabinoids for pediatric epilepsy? Up in smoke or real science?”, publicado en el 2015 en Translational Pediatrics. La investigación se centra mayormente en el cannabidiol (CBD) ya que no produce los efectos de “high” o “arrebato” que caracterizan al THC, pero posee un efecto terapéutico
Nuestro cuerpo produce sus propios cannabinoides conocidos como endocannabinoides y estos juegan un papel importante en el sistema de señales endógenas del cerebro. Según investigaciones científicas, este sistema juega un papel esencial en la regulación de la excitación neuronal. Debido a que en esencia la epilepsia es una excitación excesiva y descontrolada de las neuronas, este sistema del cerebro adquiere papel protagónico en la búsqueda de tratamiento.
El CBD ha mostrado efectos anticonvulsantes en muchos modelos animales, lo que para muchos científicos sonaría alentador. El sistema endocannabinoide es protagónico en la generación, el mantenimiento y control de convulsiones por lo que su estimulación podría ser efectiva como método terapéutico. Esta estimulación normalmente se lleva a cabo por los cannabinoides endógenos (2-AG y AEA), pero sus receptores también son afines al THC y al CBD. Se sospecha un sinergismo entre ambos químicos para alcanzar un efecto terapéutico ideal ya que las pruebas muestran con efectividad el uso de cannabis con una alta proporción de CBD/THC.
Ante el sinnúmero de datos empíricos, no se han encontrado las propiedades específicas ni el mecanismo de acción del CBD para manejar la epilepsia. Sin embargo, existen casos clínicos y encuestas que validan la efectividad de dicho compuesto para tratar esta enfermedad.
En un estudio general sobre el uso de cannabis en pacientes de epilepsia se encontró un 48% de reducción en las convulsiones sufridas por estos, del cual 15% se declaró libre de convulsiones (“Cannabis, cannabidiol, and epilepsies: the truth is somewhere in the middle”, publicado en 2014 en Epilepsy & Behavior).
Por otra parte, se llevó a cabo una encuesta (“Report of a parent survey of cannabidiol-enriched cannabis use in pediatric treatment-resistant epilepsy”, publicada en el 2013 en Epilepsy & Behavior) con padres de niños epilépticos para determinar la efectividad del tratamiento de cannabis enriquecido en CBD. Sorprendentemente, un 84% de los padres alegaron que sus hijos mostraron reducción en las convulsiones. Un 11% de estos niños estaban libre de convulsiones. La mayoría experimentó reducción de las convulsiones en un 80% de la intensidad y los demás sufrieron una reducción de entre 25-60% en la frecuencia de las convulsiones.
Algunos experimentos resultaron inconclusos, tienen faltas de pruebas o mostraron efectos secundarios adversos, sin embargo, brindan información para concluir que la investigación científica va en buen camino.
Aún cuando desconocemos el mecanismo de acción para CBD, en relación con la epilepsia, en los estudios citados anteriormente hay observaciones y casos que muestran su efectividad. La ciencia debe enfocarse en establecer mayor evidencia empírica y un método de tratamiento eficaz. En mi opinión, debemos abandonar el tabú y el prejuicio sobre el cannabis y adoptar una visión objetiva. Posiblemente el tratamiento más efectivo para la epilepsia y muchas otras enfermedades está escondido en la composición química de tan controversial planta.
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El autor es exalumno de la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad de Puerto Rico (UPR), Recinto de Río Piedras. Actualmente, cursa su primer año en la Escuela de Medicina del Recinto de Ciencias Médicas de la UPR. Este texto constituyó el proyecto final del curso: Bases psicofarmacológicas de la adicción a drogas (BIOL 3576), que dictó la doctora Carmen Maldonado en el recinto riopedrense.