Por: Luz Marie Rodríguez López, Ph.D.
Barco de corcho es el título de la primera producción literaria de Benjamín Santana Rivera –arquitecto de profesión, pero multi-creativo por convicción y por propósito existencial–. La oferta narrativa cobija siete cuentos y dos microcuentos cimentados en un profundo proceso de reflexión por parte del autor. A la misma vez, aún si el acto parece ser voluntario y estar disociado de las narrativas, Santana Rivera instiga a los lectores y lectoras a realizar sus propias introspecciones.
No es fortuito que, mientras la arquitectura ha manejado la noción de espacio-tiempo mediante propuestas gestadas desde lo técnico-visual, en Barco de corcho Santana Rivera busque subvertir su entrenamiento. Don Adolfo, por ejemplo, incide en el contexto profundo de esas intenciones cuando, en “Visto lo visto”, explica que sin el impulso generoso del espíritu la técnica es un instrumento vacío. Es decir, que para desaprender o desarticular la tan manoseada ideología que ha insistido en promulgar la desconexión entre la razón y la emoción, es que el autor se ha propuesto esbozar espacios que no sólo están habitados, sino que, como fragmentos letrados también cobran forma, si bien se perciben inconclusos.
Y es que las y los lectores tendrán que darse a la tarea de completarlos porque los mundos descritos por Santana Rivera y los personajes que los ocupan devienen más allá de los límites del texto. Escrito entre viajes, Barco de corcho muestra y reflexiona sobre múltiples procesos de traslación. Porque Santana Rivera esgrime personajes que fueron, van e irán, una vez inmersa en los cuentos, fue inevitable recordar las primeras líneas del poema de Corretjer: En la vida todo es ir a donde el tiempo deshace…
Sobradamente consciente de que relato breve tiende a ser de limitada indulgencia, me resultó muy valiente la decisión del autor de lanzarse de pecho al género. El libro abre con un cuestionamiento encapsulado dentro de un texto críptico que el lector deberá descodificar titulado simple o no tan simplemente “c?”. “C?” tiene el carácter de una revelación profética que va descubriendo los valores que resguarda cuanto más se revisita. Muchos de los cuentos agrupados en el libro, a su vez, atienden o se destilan de la realidad puertorriqueña –que no deja de ser colectiva en tanto la actual globalización es un contexto de desniveles y asimetrías de todo tipo–. El autor lo aborda de un modo agudo pero lo suficiente sutil para no incomodar de entrada en textos que se hilan a partir de la exposición de la vulnerabilidad, la contradicción y la crisis personal.
Igualmente, la herencia de lo Real Maravilloso puede percibirse en la construcción de relatos que están situados en el mundo pero que reconocen que este queda incompleto sin el reconocimiento de la existencia otra que acoge lo inexplicable, lo prodigioso, lo incomprensible. Ello es más que evidente durante la lectura de cuentos como “Yoni-Zan, que, influido, me pareció, por El Principito de Saint-Exupéri, se maneja desde un tono muchísimo menos esperanzador que aquél. El intersticio entre lo real y lo mágico también está presente en “La noche que llovió café en Santurce”, “Los amantes tabonucos” y “Barco de corcho”, que da título al libro. En todos, a su manera, Santana Rivera se vale de lo metafísico para explorar las manifestaciones de lo relacional: entre los seres humanos, entre los humanos y los no-humanos, entre las vidas construidas en el “consciente” y el “inconsciente”.
Si desea adquirir el libro puede acceder a https://www.amazon.com/dp/1737176823/ref=cm_sw_em_r_mt_dp_QTGFXPEK7F9NY0M24B6J Además, directamente en el enlace de la página del autor en Amazon: https://www.amazon.com/Benjam%C3%ADn-Santana-Rivera/e/B0959465FQ?ref_=dbs_p_pbk_r00_abau_000000