
Colombo (Reuters)- Las tropas de Sri Lanka ganaron hoy la batalla final de una guerra civil de 25 años contra los separatistas Tigres Tamiles, poniendo a toda la nación bajo control gubernamental por primera vez desde 1983, dijeron los militares. En el combate final, fuerzas especiales dieron muerte al líder de los Tigres para la Liberación del Eelam Tamil (TLET), Vellupillai Prabhakaran, mientras intentaba huir el lunes temprano de la zona de guerra en una ambulancia, reportó la televisión estatal. También se cree que murieron el jefe de los servicios de inteligencia del TLET, Pottu Amman, y Soosai, jefe del ala naval “Tigres de Mar”, indicó el reporte. Prabhakaran fundó el TLET basado en una cultura de suicidio antes de rendirse, y había jurado que no sería capturado con vida. El comandante del Ejército, teniente general Sarath Fonseka, dijo que las tropas finalizaron el lunes por la mañana la tarea que les encomendó hace tres años el presidente Mahinda Rajapaksa. “Hemos liberado a todo el país al liberar completamente el norte de terroristas. Hemos recuperado el control total de las áreas en poder del TLET”, anunció Fonseka en la televisión estatal. El presidente de Sri Lanka, declaró la victoria el sábado, aún cuando la última batalla de la guerra más larga de la historia moderna de Asia se estaba intensificando. La batalla final tuvo lugar en una zona arenosa de sólo 300 metros cuadrados, cerca de la costa noreste de la isla del Océano Indico, donde el Ejército dijo que los restos del TLET estaban luchando desde bunkers rodeados por minas y trampas cazabobos.
Los Tigres admitieron el domingo su derrota en una guerra civil de 25 años, luego de una implacable ofensiva militar ceilandesa que recuperó los 15.000 kilómetros cuadrados que los rebeldes manejaban como un estado separado, cuando la tregua lograda en el 2002 comenzó a desmoronarse hace tres años. El oficial Centro de Medios para Seguridad Nacional dijo que más de 250 guerrilleros del TLET murieron en la batalla final, que se intensificó el sábado luego de que el Ejército reportó la liberación de los últimos de los 72.000 civiles que permanecían atrapados en la pequeña zona de guerra. La noticia de la muerte del líder rebelde se dio a conocer mientras la televisión estatal transmitía por primera vez imágenes del cuerpo de su hijo y aparente heredero, Charles Anthony, y de otros rebeldes muertos. Anthony murió durante la noche, dijo el Ejército, junto con los cuadros de más alto rango del TLET, incluyendo el jefe político B. Nadesan y el portavoz Seevaratnam Puleedevan. En Colombo, manifestantes arrojaron piedras contra la embajada de Gran Bretaña, quemaron una efigie del secretario de Relaciones Exteriores, David Miliband, y pintaron sus murallas fuertemente fortificadas con epítetos y el mensaje: “cuartel del TLET”. Miliband había sido crítico con la intensificación de la guerra por parte del Gobierno ceilandés, y es visto en la nación asiática como simpatizante de grupos pro rebelde que durante semanas ha protestado fuera del Parlamento británico. Londres ha dicho que apoya una investigación por crímenes de guerra. Sri Lanka se ha mostrado furiosa por el hecho de que algunas de sus embajadas en capitales extranjeras han sido dañadas por partidarios de los Tigres Tamiles. Rajapaksa convocó al Parlamento el lunes, el paso requerido para que tome el rol de orador y dirija la palabra. Tenía previsto hacer el martes una declaración formal de victoria en el Congreso. En menos de tres años, el reforzado Ejército de Sri Lanka ha respondido a los críticos que sostenían que no había manera de derrotar al TLET, que se había forjado un aura de ser militarmente invencible. Las Naciones Unidas (ONU) denunció “un baño de sangre” en los combates entre las Fuerzas Armadas y los rebeldes. Según datos de organizaciones humanitarias, más de 100.000 civiles huyeron de los bombardeos del Ejército en la estrecha franja costera en que los militares cercaron a los separatistas tamiles al noreste de la isla. De los 15.000 kilómetros cuadrados que los tigres controlaban en agosto de 2006, cuando se reanudó la guerra, en los últimos meses ocupaban sólo 50 kilómetros cuadrados. Hace apenas cuatro semanas, el espacio se redujo a 12 kilómetros. El reducto tamil se encontraba en la Bahía de Bengala, donde se han desarrollado los últimos combates. El antiguo paraíso de Ceilán -de 65.610 kilómetros cuadrados de extensión y 21 millones de habitantes- se lo han disputado los tamiles y el Gobierno desde la época de la independencia de Sri Lanka, en 1948. Los cingaleses (budistas) representan al 80% de la población y los tamiles (hindúes) tan solo al 10%. Desde finales de los setenta, los tigres tamiles se organizaron y empezaron a luchar por un Estado independiente. En 1983 estalló el conflicto separatista tamil en un enfrentamiento directo contra Colombo y desde entonces más de 70.000 personas han muerto en esta guerra. Los tamiles consideran el este y norte de Sri Lanka como territorio propio, al que llaman Eelam, y durante años han mantenido un Gobierno de facto. Estos cobraban impuestos, tenían tribunales judiciales y mantenían un Ejército, una Armada y una pequeña Fuerza Aérea, aún cuando el Gobierno pagaba por los servicios de salud y educación en la zona.