Ante la presente crisis energética, los biocombustibles han pasado a ser una de las tantas opciones para no depender más del petróleo. Países como Estados Unidos, Alemania y Brasil han encabezado la lista de los líderes en producción de biocombustibles en el presente. De la misma forma en que este tipo de producción de energía se ha precipitado, han surgido serias controversias entorno a los efectos que la producción de biocombustibles pueda tener en el ambiente y, en especial, en el aspecto social, tomando en cuenta a las sociedades más pobres del mundo.
En Puerto Rico no contamos con fuentes de petróleo, por lo que dependemos totalmente de los mercados exteriores de este recurso no renovable. Es por ello que expertos en el tema han concluido que la posibilidad de desarrollar biocombustibles sería una excelente oportunidad para iniciar un buen negocio para el País.
A pesar de ello, el tema de los biocombustibles ha pasado a ser uno de experimentación más que uno con proyectos concretos. Para poder conocer más al respecto, Diálogo conversó con Amaury Malavé, director ejecutivo del Centro Energético de Puerto Rico o el Puerto Rico Energy Center (PREC), ubicado en las instalaciones de la Universidad del Turabo, en Gurabo. El centro es un proyecto estratégico de la Iniciativa Tecnológica Centro- Oriental, INTECO (organización que agrupa diferentes municipios, entidades gubernamentales e industrias). El objetivo del mismo es crear conocimiento y conciencia en el uso de energías renovables y tecnologías limpias que promuevan eficiencia energética y el uso más adecuado de los recursos.
El PREC, que cuenta con la colaboración de estudiantes graduados, profesores y colaboradores de diversos sectores, tiene cuatro departamentos (científico, educación, eficiencia energética y desarrollo de negocios). Uno de sus proyectos más distintivos es la Casa Solaria, una estructura que opera con energía solar y eólica.
La entidad también ha auspiciado conferencias internacionales sobre energías alternas. Hasta el momento han realizado cinco simposios, siendo el más reciente el que celebraron a principios de febrero. En el mismo asistieron especialistas de Perú, Colombia, Brasil y un invitado especial del Centro Nacional de Energía Renovable de España. Durante ese evento, que fue abierto al público y brindó información sobre energías renovables, se llegó al acuerdo de que los invitados servirían como consultores para proyectos en el futuro.
Respecto a los biocombustibles, el PREC actualmente trabaja con el cultivo de algas. Por el momento, todos los procesos e investigaciones que se llevan a cabo en el Centro están en fase de experimentación, pues no ha surgido ningún proyecto concreto o alianza para comenzar de lleno a trabajar en ello. “Nosotros tenemos las algas, los cultivos, se genera materia prima, pero todavía esa conversión de materia prima al biocombustible se está trabajando”, mencionó Malavé.
Para poder desarrollar los biocombustibles como un producto comercial en Puerto Rico se tendrían que comenzar a cultivar las tierras que actualmente están en abandono y que podrían utilizarse para la agricultura. Según Malavé, “en Puerto Rico tenemos un buen escenario porque hay muy poca agricultura para alimentos. Esas fincas que no se están usando pueden utilizarse para biocombustibles y quizás así hasta se despierta la industria alimentaria”. Esto, haciendo referencia al hecho de que al comenzar a utilizar las tierras que están en desuso, se podría demostrar que en la Isla hay un buen escenario para la agricultura, independientemente del uso que se le dé.
Malavé explicó que a nivel mundial se cultiva el maíz o la caña de azúcar en tierras excedentes para cultivos. En Estados Unidos, los cultivos para biocombustibles han comenzado a crecer debido a los incentivos que ha otorgado el gobierno. “Entiendo que no se deben utilizar para biocombustibles tierras que antes se estaban utilizando para alimentos, pero como en el caso de Puerto Rico hay casi un millón de cuerdas que no se utilizan, pues hay una ventana de oportunidades para utilizarlas como una alternativa para generar biocombustibles”, expresó.
La serie de consecuencias sobre el cultivo de productos agrícolas para biocombustibles ya se ha comenzado a reflejar en países como Guatemala, donde se han expulsado a miles de personas de sus tierras, causando desnutrición en cientos de familias. De igual forma, se estima que a largo plazo las exportaciones de productos agrícolas se reduzcan y aumenten los precios, lo cual afectaría a muchos países donde hay mucha pobreza, incluyendo a diversos países de África. Ante esto, Malavé expuso que “en definitiva, el hambre es un asunto más importante que la energía. Sin la energía se nos hace difícil, pero podríamos sobrevivir; sin comida, no”.
Además, según el portal de Periodismo Humano se estima que para el 2020 se generarán 56 millones de toneladas más de dióxido de carbono debido a la maquinaria necesaria para convertir las selvas en tierras agrícolas. Malavé mencionó que “no tiene sentido destruir el Amazonas para producir biocombustibles. Estamos ganando por un lado y perdiendo por el otro”. Igualmente, señaló que lo ideal sería utilizar los desechos agrícolas o los compuestos orgánicos del ganado. “Lo que se debe hacer con la manera de atacarlo [manejar correctamente el desarrollo de los biocombustibles] es buscar vías que no afecten la agricultura comercial y alimentaria para poder generar biocombustibles a la mayor escala posible”, concluyó Malavé.