Santiago de Cuba – Usualmente, este es un lugar donde hay mucha fiesta. Hoy, 4 de diciembre de 2016, hay luto. La era ha enterrado un corazón, aunque, si nos dejamos llevar por los gritos a viva voz de la gente, el legado de Fidel Castro ruge como nunca.
El pueblo santiaguero se ha desbordado este fin de semana en tributo a quien fuese uno de los personajes más trascendentales de la historia del mundo y, seguramente, uno de los más importantes del siglo 20 para la mayor de las Antillas. Para algunos de los que miran a Cuba desde afuera, Fidel fue de todo. Acá, en Santiago, Fidel pasa a la historia como el comandante de la Revolución Cubana y máximo líder político de Cuba durante las últimas cuatro décadas de la pasada centuria. Fidel, el mismo que lideró el asalto al Cuartel Moncada el 26 de julio de 1953.
Desde la noche del viernes, en la víspera de la llegada del féretro con las cenizas de Fidel, se realizaron actividades en la bautizada Ciudad Héroe, lugar donde comenzó la revolución cubana. El sábado, empero, fue el día más emotivo y lleno de actividad en Santiago de Cuba.
A eso de las diez y treinta de la mañana, el féretro pasó en procesión por las calles del centro de Santiago, hasta la insigne Plaza de Céspedes. La marcha siguió su ruta a través de la Avenida Patria hasta la Plaza de la Revolución Antonio Maceo, donde ya había una gran multitud, en su mayoría, jóvenes y niños, que esperaban desde la mañana.
A eso de las siete de la noche, comenzó una actividad en la que participaron como oradores varias personalidades del país, entre ellos, el líder obrero y presidente de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), Ulises Guilarte, y el presidente de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP), Pepe Ramírez.
En su turno, Guilarte alabó la gestión de Castro y la Revolución Cubana a favor del movimiento obrero cubano y latinoamericano luego de desbancar a Fulgencio Batista, mientras que Ramírez exaltó los logros de la Ley de la Reforma Agraria, que, a principios de la década de los sesenta, “acabó con el latifundio y ultraje” de los hacendados poderosos de entonces. Luego, les siguió el general de la División del Ejército Cubano, José Antonio Carrillo, quien avivó los ánimos al recordarle al pueblo que “el mejor tributo es mantener la unidad”.
Por su parte, Carlos Miranda, coordinador nacional de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), destacó que “Fidel es Cuba desde que estudiaba en la Universidad de La Habana, desde el Moncada… Fidel es Cuba desde el Granma, la sierra, la caravana de la libertad, donde tantos lo vimos pasar erguido y gigante. Fidel es Cuba, porque Fidel es el pueblo que continúa queriéndolo y dispuesto a seguirlo en las grandes batallas”.
A estos se unió, Teresa Amarrelle, secretaria general de la Federación de Mujeres Cubanas, quien también se dirigió a las decenas de miles de almas congregadas en la Plaza de la Revolución Antonio Maceo. Desde allí, Amarrelle aseguró que Fidel creó “‘una revolución dentro de la revolución’… así definiste la emancipación de las mujeres”.
También rindió un discurso de homenaje la líder de los universitarios, Jennifer Bello, quien resaltó los logros revolucionarios a favor de la educación gratuita. Mientras, el poeta Miguel Barnet le ofreció a Castro el siguiente poema:
FIDEL
Es cierto que los poetas
atrapan instantes de la vida
y los fijan en la historia
Generalmente el pasado
vago y nostálgico
O el presente inmediato con sus fuegos sutiles
y sus reverberaciones
Pero qué difícil atrapar el futuro
y colocarlo para siempre
en la vida de todos los poetas,
de todos los hombres
Entonces, le tocó el turno al hermano de Fidel y actual presidente de Cuba, Raúl Castro. De entrada, el menor de los Castro indicó que el deseo de Fidel era que no se le rindiera ningún tributo mediante el nombramiento de calles o avenidas o el levantamiento de monumentos. “Algo que buscaré sea cumplido ante la Asamblea Nacional”, dijo.
Raúl Castro enfatizó en que su hermano siempre “decía que se podía… cuando el ataque al Moncada, decía que se podía. Cuando cayó la Unión Soviética, decía que se podía. Cuando el chantaje nuclear de Estados Unidos, decía que se podía…. ¡Se podía, se pudo y se puede!”, expuso.
Prosiguió al mencionar que “en el mundo unipolar y de las transnacionales que surgió después del derrumbe del Campo Socialista, la permanente enseñanza de Fidel es que sí se puede, que el hombre es capaz de sobreponerse a las más duras condiciones, si no desfallece su voluntad de vencer, hace una evaluación correcta de cada situación, y no renuncia a sus justos y nobles principios”.
“Ante los restos de Fidel en la Plaza de la Revolución Mayor General Antonio Maceo Grajales, en la heroica ciudad de Santiago de Cuba, juramos defender la patria y el socialismo y juntos reafirmemos la sentencia del titán de bronce: ‘quien intente apropiarse de Cuba recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre si no perece en la lucha’. Fidel, ¡Hasta la Victoria Siempre!”, expresó.
Así las cosas, a eso de las ocho y treinta de la noche, acabaron las actividades sabatinas, y el pueblo entonó el Himno Revolucionario del 26 de julio, fecha en la que los Castro, junto a otros revolucionarios, intentaron conquistar el Cuartel Moncada, inicio de la debacle militar del régimen de Batista.
A pesar del cierre, algunos presentes pernoctaron en la Plaza de la Revolución Antonio Maceo en espera del alba. A eso de las siete menos cuarto de hoy, domingo, se realizó la última ceremonia, una procesión de las cenizas de Fidel hacia el cementerio, donde lo esperaba un último homenaje, íntimo, con su familia y amigos cercanos, como el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y el de Bolivia, Evo Morales.
Se expresan los santiagueros
Tradicionalmente, el 3 y el 4 de diciembre son de los días con más algarabía en Cuba. Desde la tarde del 3, creyentes tributan a Changó, orisha mayor, con tambores y música. También es la vispera día de Santa Bárbara que los católicos celebran el 4 de diciembre. Este año, sin embargo, la muerte de Fidel silenció esos tambores y los festejos. En Santiago, todo es luto e incluso la actividad turística estuvo mermada durante el fin de semana. De hecho, la venta de alcohol se restableció luego del mediodía del domingo.
“Que el mundo sepa, que en Cuba nadie nos ha obligado a rendirle tributo a nuestro comandante”, exclamó Calixta León, una enfermera retirada que acudió a Diálogo, pues, según lanzó, “queremos que la prensa internacional se entere”.
Con ella coincidió Pedro Bestar, profesor de matemáticas recién graduado de la Universidad del Oriente y de 23 años de edad, al comentar que “nosotros los jóvenes mantendremos su legado”.
Y mientras daban sus expresiones, un grupo de niños y niñas gritaban al unísono: “¡Yo soy Fidel! ¡Yo soy Fidel!”, al darse cuenta que la prensa de Puerto Rico los observaba.
En fin, que dentro del luto, la celebración de la vida y el legado de un hombre eran reales y hasta futurísticos.
Su pueblo, más que la inmensidad de su figura, lo procede. Ya lo dijo el prócer cubano Carlos Manuel de Céspedes, propulsor de la lucha por la independencia de finales de siglo 19, justo antes de José Martí: “Toda la gloria cabe en un grano de maíz”.