Se divulgan las cifras y comienza la conmoción. “Siete asesinatos en un día” exclamaba un periodista radial la semana pasada, para darle paso a los radioescuchas que comenzarían el ritual de la opinión. Los medios reseñando las muertes violentas, detonando conversaciones de pasillo que esbozan el tema obligado: la violencia en Puerto Rico. Como si la memoria fallara, muchos se desbordan y hablan de que nuestra violencia es un problema de salud mental; que es causa del narcotráfico, entre otras posibilidades, y no falta quien diga que en el pasado todo era “más tranquilo”. No obstante, las cifras existentes sobre la violencia en Puerto Rico apuntan a que en la Isla la incidencia criminal siempre ha sido alta; en algunos periodos con mayor intensidad. Así lo constata el estudio Delitos en Puerto Rico: 1900 – 1940, publicado por Tendenciaspr.com, que, entre muchas cosas, señala que la violencia en Puerto Rico ha tenido una evolución cíclica. “Lo que fue evidente del estudio es que hay un componente cíclico en el desarrollo de la violencia que probablemente tenga que ver con factores demográficos y sociológicos”, afirmó el profesor Manuel Lobato Vico, director del portal de estadísticas Tendenciaspr.com. Según se desprende de la serie de datos, los asesinatos y homicidios tuvieron una primera etapa de fuerte crecimiento en Puerto Rico entre 1920 y 1945. Luego, en el periodo entre 1945 y 1970 se observa estabilidad. A partir del 1970 entra una nueva etapa de crecimiento de este tipo de crimen. Y aunque el estudio destaca otras formas de violencia, como las agresiones, los robos y las violaciones, quizás el dato más llamativo es que en la década del treinta y del cuarenta las tasas de asesinatos eran similares a las tasas registradas a finales de los ochenta, principios de los noventa (el periodo más violento en la historia del País). “Los asesinatos y homicidios en Puerto Rico entre 1935 y 1945 eran, en términos relativos, de una magnitud similar a las cifras actuales. En 1942 se alcanzó una tasa de 23.7 asesinatos por cada cien mil habitantes, casi igual a los 27.4 asesinatos de 1994, el máximo histórico hasta la fecha”, desglosa el documento. En Delitos en Puerto Rico: 1900 – 1940, que presenta datos estadísticos recopilados por la Policía Insular, se establece que “las series de datos evidencian que el fenómeno de la violencia en Puerto Rico no es excepcional, que hubo momentos de alta criminalidad, con cifras comparables a las actuales, en la década de los treinta y cuarenta. El tráfico de drogas no era variable entonces (apenas hay referencias a ellas en todos los informes), aunque son momentos de transformaciones sociales, de crisis institucionales y económicas que se manifiestan en estadísticas sobre arrestos, reuniones ilegales, huelgas, etc.”
No obstante, la saturación mediática y el efecto amplificador que tienen los medios de comunicación pueden repercutir en la percepción de que la Isla es cada vez más violenta. Abundan los relatos de los sucesos violentos, sin embargo, el contexto (en la prensa) histórico de la violencia y sus manifestaciones escasea. Sobre esto, Lobato afirmó que “el mayor error de los medios de comunicación es la simpleza”. “Muchas veces la gente identifica violencia con asesinatos, pero las manifestaciones más crudas y frecuentes son los robos, por ejemplo”, afirmó Lobato. Acerca del aumento de los asesinatos, Lobato explicó que “está fuera de lo que es el ciclo y puede deberse a la situación económica del país”. Sin embargo, destacó que las razones para la violencia son difíciles de explicar. No obstante, el alza de asesinatos puede responder a factores diversos como el histórico manejo ineficiente de los programas de salud mental en la Isla, y al tratamiento inefectivo de los casos de maltrato infantil, entre otras posibilidades. Esto, sumado a las diversas condiciones demográficas y sociológicas de nuestro devenir como país, hace del problema de la violencia uno complejo de explicar y tratar. Por su parte, el profesor estableció que esta alza atípica en la incidencia criminal puede verse como un reflejo de nuestra crisis económica. “En este ciclo de violencia, la variable distinta es el desempleo, la economía. Esto está afectando a un gran sector de la población y a la estabilidad de la familia. Así como aumenta la criminalidad, aumenta la cantidad de divorcios”, puntualizó. “Toda la inestabilidad que supone estar desempleado o la posibilidad de estarlo, aumenta las presiones para algunos sectores ya vulnerables”, añadió Lobato. Según datos provistos por Tendenciaspr.com la cifra más alta de asesinatos la tuvo el año 1994, cuando se registraron 995. Por su parte, la cifra de asesinatos para el año 2008 fue de 807.