De un tiempo para acá hemos visto que las paredes de nuestros pueblos están pintadas con imágenes surrealistas, colores vivos o mensajes de algún tipo. Y es que el arte de hacer murales está rampante. Ahora -con tanto arte por ahí- el caminar a cualquier lugar es casi como ir al museo.
El arte de los murales no es nuevo. Se comenzaron a ver en la isla desde 1950, pero cobraron auge cincuenta años después, dándole espacio al graffiti desde el 1980 hasta el 2000, explicó el periodista Marvin Fonseca Barahona, al hablar de su último libro Puerto Rico: museo al aire libre.
Lo curioso de los murales es que un día están y otro día no. Son un museo cambiante, por lo que a Fonseca se le ocurrió que sería buena idea plasmarlos para la posteridad en su libro.
“Vi que a través de los años habían muchos murales que ya no estaban y pensé que era importante documentar el trabajo”, expresó el periodista.
Documentar murales no es cosa fácil
Este libro se divide en dos partes: por artistas y por municipios. Hay 78 municipios y muchísimos murales en ellos, excepto en Moca y Las Marías, donde, según mencionó, no encontró ninguno.
Para la primera parte del libro, Fonseca habló con 70 artistas, entre ellos David Zayas, Bikismo y Sofía Maldonado, quienes le contaron la historia detrás de sus obras. En la segunda parte se enfoca más en los municipios y su arte. Es en esta sección donde se puede apreciar el resto de los murales con un texto breve sobre la historia del municipio.
Fonseca comenzó la tarea de documentar en enero de 2014 y no fue hasta enero de este año que culminó la faena, dedicándole alrededor de tres horas a cada pueblo.
Este fue un trabajo arduo, pero no solitario. Muchas veces, la gente de cada pueblo lo ayudaba en la búsqueda de los murales, y otras, entre él y su esposa se tiraban un “chinchorreo muralístico” -como Fonseca muy bien lo bautizó- en el que se iban a explorar mientras comían y disfrutaban.
El también periodista confesó que al comienzo de su recorrido veía que mucha gente no tenía consciencia de lo que podía ser un mural, pero gracias a actividades como Santurce es Ley y Los Muros Hablan, poco a poco se fueron dando cuenta y ayudaron a facilitar la búsqueda de los murales en cada pueblo.
El Museo al Aire Libre se pinta con sacrificio
Cada uno de los murales plasmados en cada pared y presentados en el libro nacen de la iniciativa -y muchas veces del bolsillo- del propio artista. Muchos de estos trabajos vienen ligados a proyectos comunitarios o campañas. Este es el caso de Flavor -de Aguadilla- quien pinta murales en contra del maltrato de animales y de menores.
Fonseca comentó que “hay una queja general por parte de los artistas. En el libro les permití hablar y se quejan de que mucha gente vandaliza sus murales. Es un trabajo hecho por ellos, muchos de ellos los costean ellos mismos. Protejan los murales”, exigió.
Si contamos con el hecho de que los murales cambian constantemente, cabe preguntarle al autor si se animaría a seguir en esta faena. Fonseca confesó que, al ver el interés de la gente, no le queda de otra que seguir en esto.