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El viernes 11 de septiembre de 2009 las torres de la inteligencia y la cordura que deben regir al Departamento de Educación se vinieron abajo, cuando fue revelado un memorando enviado por la Secretaría de Asuntos Académicos, que dictaba ‘de inmediato, terminantemente prohibido el uso del texto’ Aura, del escritor mexicano, Carlos Fuentes, para labores de enseñanza; mientras en la nación latinoamericana la novela ocupaba la primera posición en la lista de los libros más vendidos. El informe que da cuenta del éxito actual de ventas de Aura en México fue reseñado por The Associated Press (AP), quien se basa en información ofrecida por la Librería Ghandi, una de las instituciones de su clase más colosales y completas de toda Iberoamérica. Al conjugar la ‘teminante e inmediata prohibición’ de Aura en el sistema de educación público de Puerto Rico -además de otros cuatro textos de escritores puertorriqueños ‘por contener un vocabulario y lenguaje inaceptable por ser extremadamente burdo y soez’ – con el éxito de ventas del clásico de Carlos Fuentes en México, surgen dos interrogantes: 1. ¿Estarán tan culturalmente atrasados, digamos que, un millón de lectores mexicanos -para hacer un tímido cálculo, considerando que la población mexicana ronda los 107 millones de almas- para aún considerar lectura actual y pertinente una novela que fue escrita hace 47 años? 2. ¿O será que la enajenación planetaria y literal ignorancia de los custodios públicos ‘de la enseñanza que se imparte en el salón de clases que sirve para educar a través de modelos de moral y ética’ es tan retrograda como el más conservador pensamiento concebido hace 47 años?
Sorpresa provocaron en la opinión pública las declaraciones vertidas por el Secretario Auxiliar de Asuntos Académicos a The Associated Press, quien informó el viernes en la tarde que recibió la orden del secretario Carlos Chardón para prohibir los textos, y aseguró que, debido al lenguaje empleado, ni siquiera los utilizaría con estudiantes universitarios. Sin embargo, al ser cuestionado por la periodista de la agencia de prensa sobre el valor literario de las obras censuradas, Juan J. Rodríguez reconoció que no las había leído. ¿Qué cosas, no? Al día siguiente un artículo firmado por Manuel Ernesto Rivera, de AP, reseñaba la preocupación de las escritoras y catedráticas de la Escuela de Comunicación de la Universidad de Puerto Rico, Silvia Álvarez Curbelo y Magali García Ramis, quienes criticaron que se hayan vedado en las aulas públicas los textos “Antología personal”, de José Luis González; “El entierro de Cortijo”, de Edgardo Rodríguez Juliá, “Mejor te lo cuento: antología personal”, de Juan Antonio Ramos, y “Reunión de espejos”, una recopilación de ensayos por José Luis Vega y la novela “Aura”, del mexicano Carlos Fuentes. “El uso de una mala palabra como parte de una obra de corrección estética, una obra de arte legítima en que el uso de la mala palabra no es gratuito, sino que es parte de la escritura del diálogo”, advirtió Álvarez-Curbelo. Por su parte, García Ramis señaló que le preocupaba “mucho la injerencia de los talibanes cristianos en todos los departamentos de Puerto Rico, incluyendo Educación. Este tipo de mentalidad rechaza todo lo que es arte y solamente asocia lo sexual con lo impropio”. El domingo en la tarde AP informó la reacción del Partido Independentista Puertorriqueño a la mordaza que le colocó Educación a los cinco textos literarios. El ex representante Víctor García San Inocencio pidió al País rechazar la determinación de Educación de retirar del currículo de undécimo grado los cuatro libros de autores puertorriqueños y la novela de Fuentes. “Una palabra expresada en un contexto literario puede estar poblada de significados distintos que pueden escapar a la mente vulgar del censor. En este caso, los que pretenden censurar los libros por su vocabulario o lenguaje resultan ser los vulgares”, opinó el licenciado García San Inocencio.
Hoy lunes reaccionó el Pen Club de Puerto Rico, a través de un comunicado de prensa en el que se manifiesta que “toda censura a un autor es también una censura a sus lectores. Esta desatinada determinación de parte de las autoridades del DE prohíbe que nuestros jóvenes tengan la oportunidad de conocer esta importante literatura como ejercicio pleno de su libertad de conocer y de conocerse”. Aura Carta del Departamento de Educación Memo Espanol