Si los puertorriqueños fuesen dejado por su cuenta, (pudiesen atender sus propios asuntos) sin las desviaciones neo-liberales de afuera, sin las ambiciones financieras egoístas, sin cenizas, sin la banalidad de la cultura del espectáculo, la Universidad sin el bipartidismo, sin un mercenario sistema de salud, sin la consistente asimilación a una nación masivamente materialista; por supuesto, que habríamos sido hoy otro hueso por saborear sin tantos desencantos.
Con más apego a nuestro propio encanto, hubiéramos sido un pueblo más listo sin necesidad de poetas adivinadores, sin la urgencia de intelectuales furibundos, sin el recuerdo molestoso de héroes como don Pedro, sin prisioneros políticos, sin enmascarados ni huelgas universitarias. Si hubiéramos compuesto otra canción sin artistas que constantemente estén visitando las emociones nacionalistas y sin que nuestros médicos y docentes tuvieran la necesidad de salir cada semana al exilio. Si el complejo de la docilidad puertorriqueña se hubiera comprobado como falso, esta generación del milenio hubiera encontrado un futuro más propicio a la prosperidad, a la igualdad y a la amistad.
Si los puertorriqueños fuesen dejados por su cuenta no tuviésemos en cada hogar cámaras de vigilancias, urbanizaciones cerradas, armas de fuego por doquier y tanta comida basura. Conducimos nuestras vidas llena de peligros y rodeados de enemigos. Si hubiéramos llegado a este punto de la historia más productivos, comunitarios y ecológicos, y menos fanáticos religiosos, no tuviésemos hoy día tantos temores para protestar contra la xenofobia, la corrupción política y la discriminación.
Si hubiéramos tenido otro tipo de entendimiento nadie hubiera dudado en respaldar a los estudiantes universitarios en su huelga docente y llena de fe por un Puerto Rico mejor y propio. Si nuestra historia política hubiera sido más a nuestro antojo hubiéramos tenido menos aguafiestas del bien común y mucho menos taller para líderes mediocres y pensadores derrotistas. Si hubiéramos sido más independentistas nunca hubiéramos tenido las facultades de una Junta de Control Fiscal despótica. Nunca el llamado de hacerle frente a la Ley PROMESA hubiera sido posible hoy si todos hubiéramos tomado ayer el sartén por el mango. Hombres y mujeres valientes y capaces no nos faltaron.
Si la mayoría de los boricuas hubiéramos caminado a nuestro paso, Puerto Rico hubiera sido distinto hoy día con más científicos, más deportistas, más economistas, más empleos, mas agricultores y pescadores, más bienes comunes sin encarecer la salud y la educación. Hubiéramos tenido un cuerpo de diplomáticos y marineros mercantes boricuas y, por tanto, hoy tuviéramos menos bandas de bomba y plena trovando el vandalismo de los gobernantes y menos juntillas de cafetines idealizando la vida en el trópico.
Si todos hubiéramos hecho más luchas por la soberanías política hubiéramos tenido cero banderas negras, menos dramas y activismo cívico-político gracias a los buenos docentes que hubieran dedicado sus capacidades para formar un ciudadano más sensible en la justicia social. Y por supuesto, hubiéramos tenido menos crímenes políticos y ningún puertorriqueño hubiera tenido la obligación de morir en guerras de los Estados Unidos. Insólitamente, nunca hubiéramos tenido el hospital psiquiátrico de veteranos de guerra más grande de buena parte del mundo. ¡Cuántas vidas útiles de puertorriqueños hubiéramos ganado para el mejoramiento del País!
Si la docencia en nuestra escuelas hubiera sido una que nos uniera para nuestra propia estimación, progreso y sana ciudadanía hubiéramos hecho una isla más pluralista y más armoniosa con menos protestas de género y violencia doméstica. Si el currículum escolar se hubieran escrito a nuestro favor los números académicos hubieran sido más elevados con menos analfabetismo y menos ciudadanos ambivalentes de vagos pensamientos nacionalista e imperialista. Si hubiéramos tenido un saldo positivo en el perfil de los ciudadanos, no hubieran hecho falta los cuerpos policíacos militarizados como esos que tenemos ahora siempre listos para desplomar y humillar a los elegantes jóvenes universitarios y a los vecinos de Peñuelas que apuestan a la otredad y la salud ambiental.
Si hubiéramos tenido nuestra propia democracia hubiéramos elegido gobernantes que hubieran coincidido con los sufragistas protegiendo juntos el ambiente, la salud preventiva y fomentando la agricultura y el turismo ecológico.
Si la historia hubiera pasado con nuestro consentimiento, de seguro que hubiéramos tenido presidentes boricuas sin escoltas militarizadas educados en el país natal. Hubieran sido dignatarios que se sentaran a dialogar por el bien de la salud de los hijos de los buenos ciudadanos de Peñuelas; un presidente donde los estudiantes universitarios fueran considerados buena compañía, buenos asesores, planificadores y no enemigos de guerra tal y como actúa la Policía con ellos.
Y machaco más con el modo condicional. Si nuestra historia hubiera sido toda más despacito con nuestra voluntad dándose positivamente en cada generación, sin duda, que todos ellos hubieran contribuido a una mayor comprensión de nuestra realidad de hoy día. Si el camino antes recorrido hubiera sido más de nuestra propiedad tampoco yo hubiera tenido la necesidad de escribir copiosamente usando el modo condicional para nombrar la realidad que no se ha dado.
Si hubiera estado nuestra historia tres grados más a nuestro gusto con mucha probabilidad hubiéramos disfrutado este momento con un mejor balance económico, con una mejor alimentación, con más ecologistas, con más unidad, con menos enfermedades crónicas en nuestros padres y nuestros niños, y los ancianos hubieran disfrutado de más respeto. Tampoco hubiéramos tenido un gobernante tan foráneo como Ricky Rossello. Hubiéramos vivido un hoy con mucho más tolerancia y más aceptación por el otro sin importar el estilo de vida que se llevara. Tres grados, era lo sugerido por los independentistas del siglo pasado, tres grados no más a nuestro favor para visitar un puerto seguro y así salir y entrar con placer y a nuestra conveniencia.
Con una leve inclinación a favor de nuestro propio rumbo hubiéramos sido más innovadores que ahora, hubiéramos ganado más diálogo en todo, más pluralistas y mucho más unidos que ahora. Nadie educado en el gobierno hubiera cuestionado que la salud, la educación y también la electricidad son servicios esenciales. Si hubiéramos hecho lo imposible una realidad y de la esperanza oportunidades hoy tuviéramos para respirar mucho más aire refrescante y sano. Además, hubiéramos aprendido profundamente a agradecer la contribución de nuestros compatriotas, líderes, artistas, empresarios y maestros que confiaron y fomentaron la inteligencia, independencia y creatividad boricua en todas sus buenas maneras.
Si nuestra vida como seres humanos hubiera sido más a nuestro favor para pensar, trabajar, planificar, estudiar, viajar, cooperar, ayudar, por supuesto que hubiéramos sido miembros destacados de las Naciones Unidas. Quizás don Ricardo Alegría o Lolita Lebrón, mencionados al azar, hubieran presidido organizaciones como la UNESCO o el Comité de Descolonización. Dones y coraje le sobraron a estos dos distinguidos puertorriqueños.
Ahora estoy alucinando, pero por qué no, como miembros de la comunidad internacional hubiéramos tenido el poder para ejecutar planes de cooperación internacional como por ejemplo aceptar refugiados de las guerras o enviar delegaciones de médicos o ingenieros como gestos de solidaridad con otras naciones empobrecidas por las guerras capitalistas. Además, en nuestro suelo hubiéramos acogido representantes y embajadores de todos los países hermanos del mundo cooperando aquí para ser de nosotros mejores ciudadanos del mundo y con una visión internacional más participativa y generosa.
Y si hubiéramos tenido un presidente de la nación como a don Gilberto Concepción de Gracia o como don Juan Mari Brás, hubieran ellos dado la pauta de buen gobierno y hubieran servido a la patria para el progreso de cada una de la familia puertorriqueña. Con ellos hubiéramos estados más unidos con la Republica Dominicana y todo el Caribe de donde somos naturales. Pero hemos elegido un presente colonial prosaico que solo produce gobernadores torpes e incapaces que nada han ofrecido para elevar la dignidad y el progreso de nuestro país.
El reclamo de la nueva generación
El modo condicional genera muchos frustraciones y nos ha hecho un país de novela. Me permito pasar al modo presente para decir que tenemos que agradecer mucho a los que creen hoy día en un Puerto Rico independiente y soberano que no es poca cosa ni son pocos, y son muy necesarios en estos tiempos tormentosos donde también resuena una nueva generación de jóvenes puertorriqueños que reclaman vivir en un su país saludable, sin cenizas, a su gusto y gana y a cuenta propia.
Hace tiempo que los estudiantes universitarios están diciendo que hay que tener los ojos y la justicia más grande que la barriga. Todo buen puertorriqueño no debe ignorar que el verdadero camino siempre sirve de inspiración. Durante el tiempo que duró la huelga en la Universidad de Puerto Rico (UPR), los estudiantes trabajaron duramente, con inteligencia y pragmatismo dando a conocer una inteligente agenda generacional muy convincente que debería convertirse en un documento colectivo que sirviera de guía a la discusión general en Puerto Rico.
Los líderes estudiantiles como Wendy L .Bonilla Pérez, estudiante de bachillerato de la Escuela Graduada de Trabajo Social y Juan José de Jesús, presidente del Consejo Estudiantil, son ejemplos del tipo de líder auténtico que necesita el País en la próxima década. La contundente convergencia del Primero de Mayo nunca hubiera sido convocada como una coalición pluralista si no hubiera existido una Junta que ha confiscado nuestro patrimonio general. Esa Junta vergonzosa nunca la hubiéramos tenido si hubiéramos acabado con el estatus colonial el siglo pasado. Eso lo tienen claro la militancia cívico-docente de los estudiantes de la UPR.
Nuestros jóvenes deben saber su propio valor deben tomar la hebra para seguir hilando y trabajar a favor de un país distinto. No deben tomar la misma senda extraviada de antes, es dañina y poco se adelantaría. Los universitarios de hoy están en la obligación de aprovechar sus recursos, información y encaminar sus proyectos con amistad e inteligencia contemporánea para unir y motivar a nuestra sociedad con vivo placer y no eludir más el destino que nos enseñaron grandes maestros como Betances, Hostos, José Ferrer Canales, Loida Figueroa, Mima Maldonado, Fernando Picó y Elliott Castro.
Ustedes universitarios, no son delincuentes. Delincuentes son todos los que llevan al país flotando con toda la basura que trae el río. Ustedes son el futuro de un Puerto Rico donde su gente tenga la hermosa oportunidad de controlar la vida misma. Con la generación del milenio puertorriqueña ese objetivo esencial no será una vana ilusión ni retórica romántica. No tienen que abarcarlo todo pero lo agarrado que no sea viento, que tenga fuerza, creatividad y unidad.
Ustedes universitarios no se sientan solos porque sus ilusiones nunca serán abandonadas por la madurez de muchos soberanistas y docentes puertorriqueños. Siempre nos debemos sentir empujados por los grandes afanes y propósitos de haber nacido en esta isla privelegiada y querida. Ciertamente, Puerto Rico guarda muchas buenas y útiles características que lo hacen un país muy peculiar que sabe y sabrá despertar afecto en nosotros a pesar de tantos estorbos.
Los pelú persiguen la verdad y la justicia. Los pelú no temen decir “que la universidad pertenece al pueblo y no a un partido político”. Los pelú dicen “que hay que dar candela” para construir un país propio donde “el azul sea el azul del cielo, el rojo el de la guerra y el blanco de la paz”. “Compañeros, la lucha tiene que seguir desde adentro y desde afuera”. Las frases entre comillas son de la presidenta del Consejo General de Estudiantes de Humacao, Iliana Ayala Montañés, en su poderoso mensaje dirigido a los graduados de la UPR. Los tres meses de riesgos y censura por los medios han servido de mucho provecho para los mismos estudiantes de la UPR, y quizás esos riesgos tomados por los pelú servirán muy pronto de provecho a todo el País. Y es seguro que gracias a los docentes los peludos agitadores se han preparado para limar con su entusiasmo, inspiración y con fuerza el futuro inmediato del País.
Nuestra Universidad siempre será el mejor lugar para iniciar trasformaciones buenas y útiles y al mismo tiempo, degustar de nuevos afectos que nuestros tiempos y ustedes los millennials puertorriqueños ya están demandando que sean irrevocablemente a nuestro favor.