Más de 40 países -11 de América Latina y el Caribe- compartieron en un foro de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Nueva York hace unas semanas sus avances en el cumplimiento de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), la nueva Agenda para avanzar en lo social, económico y ambiental hasta 2030.
En el evento quedó evidenciada la voluntad política en nuestra región, de adoptar y cumplir con esta agenda universal. Presentaron sus avances Argentina, Belice, Brasil, Chile, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Panamá, Perú y Uruguay, a los que sumamos otros tres, Colombia, México y Venezuela, que presentaron informes en 2016.
Dichos objetivos reconocen la virtud del crecimiento económico inclusivo, sostenible, que respete al medio ambiente y fortalezca los marcos institucionales y normativos. La agenda busca ‘no dejar a nadie atrás’, y admite que el mercado no lo resuelve todo. Esto es fundamental para nuestra región, la más desigual del mundo.
Durante el foro en la ONU, su secretario general, António Guterres, presentó su informe sobre los ODS, que muestra avances y retos para América Latina y el Caribe.
En las dos últimas décadas la región obtuvo logros extraordinarios: la proporción de la población que vive en pobreza extrema (bajo 1.90 dólares diarios) se redujo de un 13.9 por ciento (1999) a 5.4 por ciento (2013). Además, 61 por ciento de latinoamericanos tenían algún tipo de protección social en 2016.
Pero el informe también revela que seguimos en deuda con ciertos grupos, en especial los jóvenes y las mujeres.
Además, ser afrodescendiente, indígena, persona con discapacidades o pertenecer a la comunidad LGBTT incide en las oportunidades y posibilidades de ascenso social y económico y en el acceso a servicios en nuestra región, según detallamos en un reciente estudio del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Hay desafíos para los jóvenes, en especial los de bajos ingresos. El crecimiento anual del producto interno bruto (PIB) por persona se ha reducido en la última década y la tasa de desempleo de los jóvenes (17.2) fue casi tres veces superior a la de los adultos (6.1) en 2016.
Si anteriormente el mundo se centraba en medir el número de niños en la escuela, la nueva agenda mira la calidad de la enseñanza. Este informe muestra que aunque hay más estudiantes que nunca antes, en muchos países de la región solo la mitad de ellos han logrado niveles mínimos de competencia en lectura o matemáticas al final de la enseñanza primaria.
Asimismo, la región sigue siendo la más violenta del mundo, con hasta 27.3 asesinatos por 100,000 habitantes. Los jóvenes, principalmente los varones, son los más afectados y también son los responsables más comunes de la violencia y los delitos, según un informe del PNUD que hace un llamado para evitar su criminalización y estigmatización.
Para las mujeres quedan muchos retos pendientes.
Aproximadamente, el 12 por ciento de las mujeres sufrieron violencia física o sexual por sus compañeros en los últimos 12 meses. Además, tenemos la segunda tasa más alta de embarazos adolescentes del mundo.
Asimismo, las mujeres dedican tres veces más tiempo que los hombres a los trabajos domésticos no remunerados, una disparidad que aumenta en América Latina cuando hay niños en los hogares.
Por otro lado se informa un gran logro: hay más mujeres en los parlamentos. Subimos de 15.2 por ciento en el 2000 a 29.4 por ciento en el 2017, siendo hoy la segunda región del mundo con más parlamentarias.
Es una buena noticia. La nueva Agenda brinda una oportunidad histórica de repensar el modelo de progreso y alienta a que muchos países definan nuevas formas de trabajar, con el sector público, privado y a la sociedad civil, por el planeta y las personas, sin dejar a nadie atrás.