Ayer martes 15 de marzo inició el evento más importante de la hispanidad en el mundo: el VII Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE 2016). La actividad, que cuenta con la participación de renombradas figuras de habla hispana, representa también una celebración de la hermandad entre los pueblos que conforman Iberoamérica.
A pesar de la paralizante crisis económica que enfrenta el País con una deuda fiscal que asciende los 70 mil millones de dólares y que muchos han calificado como impagable, el Centro de Convenciones de Miramar se engalanó para recibir a cientos de invitados que se dieron cita, muchos por primera vez en esta tierra, para compartir en este encuentro de carácter cultural, académico, científico y de reafirmación de identidad.
“Enfrentamos una crisis que requiere que fortalezcamos uniones con otros países”, expresó el gobernador Alejandro García Padilla, durante la inauguración del evento.
La lista de invitados y participantes del Congreso incluye a figuras tan destacadas como los reyes de España, autores internacionales y locales de gran renombre como Luis Rafael Sánchez y Edgardo Rodríguez Juliá, políticos, exgobernadores, senadores, alcaldes, cónsules, directores de instituciones culturales, académicos, maestros, estudiantes y 150 ponentes, entre muchos más.
La inauguración dio inicio pasadas las 10 de la mañana con la intervención de Víctor García de la Concha, director del Instituto Cervantes, una de las entidades organizadoras del evento. “La consolidación del español como segunda lengua principal en el mundo lo debemos a los Estados Unidos. En esta ocasión, la brújula marca Puerto Rico”, expresó el ponente.
Entre el público tan heterogéneo y diversificado se encontraban personalidades de toda Iberoamérica, que a pesar de ser disimilares en perfil, comparten todos una misma lengua que es, desde luego, uno de los legados principales de nuestros colonizadores. Esa misma herencia lingüística hoy día representa una lengua en crecimiento, a diferencia de muchas otras que están decayendo, enfatizó Juan Luis Cebrián, otro de los ponentes, quien es fundador y presidente del diario español, El País.
Sin embargo, la ponencia que dejó a un lado las formalidades y apeló más que nada a los sentimientos patrióticos de los puertorriqueños entre el público, fue la del escritor Luis Rafael Sánchez, quien a través de su rítmica prosa, hizo hincapié en los temas más populares que trata la literatura local de la isla: el estatus político y el amor de patria, la raza y los prejuicios y distorsiones que surgen de apelativos relacionados a la puertorriqueñidad.
Ese singular carácter caribeño que define a los residentes de esta Isla fue un tema que no dejó de mencionarse en cada una de las intervenciones y la del rey español Felipe VI, no fue la excepción. Entre las aportaciones que han realizado los ciudadanos de Puerto Rico, el monarca enfatizó el legado cultural y lingüístico de los boricuas en los Estados Unidos.
Durante el evento también hubo un reclamo de liberación para al prisionero puertorriqueño Oscar López. Pedro Muñiz, hijo del reconocido productor, actor y comediante Tommy Muñiz, se trepó a una pequeña tarima en la parte de atrás del salón principal donde se llevó a cabo la inauguración. Desde allí, Muñiz exhortó a la prensa internacional a que se hiciera eco de la injustificada encarcelación de López, quien lleva 34 años tras las rejas en una cárcel de Estados Unidos por sus convicciones políticas.
La inauguración y celebración de CILE 2016 en San Juan representa, sin duda alguna, una oportunidad para volver a colocar a Puerto Rico en el mapa iberoamericano. La complicada relación política que mantiene la Isla con Estados Unidos desde 1898, cuando pasamos a ser territorio de los estadounidenses, hace que olvidemos en muchas ocasiones que formamos parte de una poderosa unión de países entrelazados por un mismo idioma.
La autora es profesora del Departamento de Comunicación Tele-Radial de la Universidad de Puerto Rico en Arecibo y fue elegida para participar en el Taller de periodismo con Juan Cruz que auspicia la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo (FNPI), como parte de los eventos de la CELE. Este escrito forma parte de los trabajos producidos para ese taller.