Bajo el intenso sol del verano, una brigada de empleados de mantenimiento cortaba la grama aledaña a la entrada peatonal del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico (UPRRP), mientras los estudiantes caminaban hacia sus salones para retomar hoy las clases interrumpidas por la huelga, que duró más de dos meses.
Esta común estampa del campus riopedrense daría la ilusión de que la prolongada paralización del recinto nunca ocurrió, de no ser por los restos de palmas, hojas y uno que otro graffiti con mensajes alusivos a la lucha plasmados en las paredes, que todavía están allí.
Evidentemente, una semana no fue suficiente para suprimir los rastros de la huelga sistémica decretada por los estudiantes el pasado 5 de abril y posteriormente levantada en la quinta asamblea de la UPRRP, el 5 de junio.
En los salones de la Facultad de Humanidades se percibían más sillas vacías de lo usual. Una especie de nube densa —el sopor del verano, tal vez— inundaba el ambiente en el aula y mantenía a los estudiantes en un trance somnoliento, mientras los profesores dictaban sus cursos de historia, literatura y lenguas modernas.
“Los estudiantes han perdido el hilo, el profesor tiene ahora que hacer un trabajo extra para tratar de volver a donde estaba en el material”, expresó Jaime Benson, catedrático del Departamento de Economía de la UPRRP.
Según el profesor, el reinicio de clases se dio con mucho desajuste, pues el proceso lectivo se afectó grandemente con la prolongada interrupción de las labores académicas y máxime considerando que prácticamente la universidad está a mitad de semestre en junio.
Entre tanto, la Facultad de Educación, en horas de la mañana, estaba casi desierta. En los pasillos del cuarto piso, donde regularmente hay pequeños grupos de estudiantes sentados en el suelo esperando a que se desocupen los salones y comiencen sus clases, no había nadie.
De hecho, el catedrático Julio Rodríguez dijo haber tenido que despachar temprano a los pocos estudiantes que acudieron a su clase de la mañana, pues era muy baja la matrícula. Sin embargo, su sección de la tarde tuvo casi asistencia perfecta. Pero este es un fenómeno común tras la huelga, explicó, puesto que tras la paralización del 2010 le sucedió lo mismo.
En uno de los pocos salones habitados en ese momento, se encontraba la profesora Nellie Zambrana, dictando uno de sus cursos de investigación ante más de la mitad de los alumnos matriculados en su sección. Durante el período anterior, sin embargo, faltaron nueve estudiantes.
La dinámica que empleó para retomar la clase consistió en un repaso de los conceptos estudiados previo a la huelga, así como recordar y hacer cambios a los trabajos que restan para culminar el curso. Además, tomó unos minutos para que los estudiantes dialogaran y se expresaran libremente e intercambiaran ideas en torno a la huelga.
Tras la paralización, ¿cómo se encontraron los edificios?
Por otra parte, los edificios de la universidad, aseguraron a Diálogo varios empleados de mantenimiento, se encontraba todo en mejores condiciones de lo que esperaban, aunque con uno que otro graffitti o mural. En general, bastó una buena limpieza para que todo volviera a la normalidad.
Alipio Lassalle, uno de los encargados del edificio de Humanidades, sostuvo que lo más extremo que encontró a su regreso fue un mattress en el pasillo y que forzaron la puerta de un salón, pero no se llevaron nada. “Tal vez solo querían coger aire acondicionado por el calor del verano”, añadió.
Mientras, en la Facultad de Educación, los empleados dijeron que prácticamente estaba en perfectas condiciones. Una de las trabajadoras (que prefirió no identificarse), indicó que rompieron el candado del portón del cuarto piso, pero “seguro era porque querían ir al baño porque no entraron al pasillo”.
Además, a diferencia del caso de Humanidades, algunos estudiantes se dieron a la tarea de cubrir con pintura los mensajes plasmados durante la huelga, previo a que comenzaran las labores académicas.
Sin embargo, este no fue el caso de los edificios de Ciencias Sociales, Carmen Rivera Alvarado (CRA) y Ramón Emeterio Betances (REB), que no estaban aptos para reanudar las clases hoy. Según un estudiante, la razón que les dieron era que no había luz.
El profesor Benson indicó que la Facultad tenía pautado comenzar las labores el miércoles, no obstante, para evitar las multas del tribunal, ayer les comunicaron a sus profesores y estudiantes que serían reubicados en otros salones de Estudios Generales y Plaza Universitaria.
Ya en la hora universal, un grupo más nutrido de gallitos y jerezanas circulaba por las calles del recinto, cerca de la entrada principal. Muchos de ellos vestían pantalones y trajes cortos con sandalias, acorde a la época veraniega que pasarán culminando el semestre.
Afortunadamente, el emblemático y jovial guardia de seguridad, Orlando Álvarez, los recibe y, mientras dirige el tránsito, como es de costumbre les saluda entusiasta, arrancando más de una sonrisa entre esos miles de jóvenes que cambiarán la playa por el salón de clases durante algunas horas —o días— a la semana.