Susan Sontag tiene catorce años y escribe:
Creo:
(a) Que no hay un dios personal o vida después de la muerte
(b) Que lo más deseable en el mundo es la libertad de ser fiel a uno mismo, es decir, la Honradez
(…)
Un diario funciona en la medida en que la persona que lo ha escrito se haga cuerpo, se siente con nosotros en el salón o en el metro y nos apetezca hablar con ella. También funciona en la medida en que las reflexiones apuntadas nos interesen, nos hagan pensar o nos hagan retomar el hilo, forzosamente inconcluso en un diario, y hacerlo nuestro. Si un diario consigue esas dos cosas, entonces quizás se justifique esa brutal invasión de la intimidad que supone publicar unos textos que no estaban de ningún modo destinados a ser leídos por el gran público.
Susan Sontag tiene diecisiete años y escribe:
1. La respuesta más razonable a mi actual ansiedad neurótica sobre la muerte: es la aniquilación – todo (el organismo, los sucesos, el pensamiento, etc.) tiene forma, tiene un principio y un fin- la muerte es tan natural como el nacimiento – nada dura para siempre ni tampoco lo desearíamos – Una vez que estamos muertos no lo sabemos, ¡así que piensa en estar viva! Incluso si morimos antes de experimentar lo que reclamamos a la vida, no importará cuando muramos – solo perdemos el momento en que “estamos” – la vida es horizontal, no vertical – no se puede acumular, así que vive, no te postres.
En Renacida. Diarios tempranos, 1947-1964 (Mondadori) el remordimiento por inmiscuirse en la vida de Susan Sontag es menor o al menos se siente como un placer culpable. A través de su entrada temprana en la Universidad, de sus también tempranos matrimonio y divorcio, de sus primeras y complejas relaciones homosexuales, de sus conversaciones con su hijo David (responsable de la edición de estos diarios), de sus lecturas y conferencias, etc., descubrimos a una mujer que es poderosamente inteligente y extremadamente culta, pero que es a la vez insegura, siempre a la búsqueda de su identidad (sexual, literaria); siempre en lucha contra su cuerpo, a veces también contra su propio deseo.
Un diario funciona en la medida en que hace persona al personaje y eso sólo es posible a través de las grietas, de las fallas. ‘Renacida. Diarios tempranos’ muestra entre retazos (crudos, intelectuales, cotidianos) a una mujer repleta de dudas, de contradicciones y de miedos, pero también de certezas y brillantes reflexiones, de momentos de búsqueda, de hallazgos. En Renacida… se derrumba la fachada de la Susan Sontag personaje (la intelectual galardonada en medio mundo) para dejar ver entre los escombros a la Susan Sontag persona, a menudo luminosa, a ratos oscura, siempre fascinante.
Susan Sontag tiene veintiseis años y escribe:
El orgasmo concentra. Deseo escribir. La llegada del orgasmo no es la salvación sino, además, el nacimiento de mi ego. No puedo escribir hasta no encontrarlo. La única escritora que podría llegar a ser es la que se expone a sí misma… Escribir es gastarse, es apostarse. Pero hasta ahora no me ha gustado siquiera el eco de mi propio nombre. El escritor está enamorado de sí mismo… y crea sus libros a partir de ese encuentro y esa violencia. –
El autor es escritor
Fuente Papel en Blanco