
Entre académicos, todo es según el color del cristal con que se mire.
Las diez renuncias de altos funcionarios de la Universidad de Puerto Rico, comenzando por su presidenta interina Celeste Freytes, son vistas como “un grave, grave error” y hasta “una traición”. Curiosamente, este suceso es también visto como “un verdadero acto de resistencia”. Así se manifestaron tres personalidades vinculadas desde hace décadas con la institución, entrevistadas por Diálogo hoy.
“Mi instinto es que es un grave error renunciar”, dijo de entrada el veteranísimo profesor Héctor José Huyke, del Recinto Universitario de Mayagüez (RUM).
“En este momento es bien importante que los rectores y que desde la Presidencia se defienda la universidad como el bien social, como el bien público que es. Y ahora, luego de esto, no tenemos una voz ante el ataque desde arriba, que constituye la reducción del presupuesto de la universidad en un 30 por ciento. Quitarle casi un tercio de los fondos públicos que recibe es atentar contra la universidad y contra la misión nuestra como educadores”, destacó el profesor de los cursos de Ética Moderna y Contemporánea y de Filosofía de la Tecnología.
“Irse es dejar el vacío para que lo ocupen personas que no creen en este bien público del pueblo de Puerto Rico. El pueblo debe escuchar nuestra posición y sopesar el asunto, esta es la entidad, la mejor inversión que tiene Puerto Rico”, expresó.
Huyke, catedrático del Colegio de Artes y Ciencias del RUM y director del Departamento de Humanidades de ese recinto, se dirigía a la asamblea de la Asociación Puertorriqueña de Profesores Universitarios (APPU) cuando fue contactado por Diálogo. Reiteró que en estos momentos la comunidad universitaria “debe unirse” y no rehuir a los retos.
“No es momento para renunciar, al contrario, es la oportunidad para el debate público. En esto el pueblo de Puerto Rico tiene que ver quién tiene razón. Entiendo que quitarle ese dinero a la UPR, cuando nosotros los universitarios llevamos años haciendo sacrificios, reduciendo cosas fundamentales como las remuneraciones a los ascensos de los profesores, y otros beneficios de los estudiantes, darse por vencido no es la opción”, manifestó el profesor.
Al preguntarle sobre adjetivos para esta situación de renuncias masivas, Huyke mencionó el término “derrotismo”, un suceso que “se puede entender como si estuviesen dando la razón y no puede ser, no puede ser”.
“Es que hay momentos en que hay que hacer frente aunque uno sepa lo que viene. Hay que ver como se desenvuelve todo. Detrás de estos recortes, lo único que uno puede pensar que está es el abandono de una idea de una universidad pública para todos los puertorriqueños y de una universidad que es un proyecto de pueblo. Eso es lo que se está abandonando. Es demasiado grande”, apuntó Huyke.
Por su parte, el profesor de la Facultad de Ciencias Sociales, José Garriga Pico, coincidió al indicar que “estas personas que renunciaron no han hecho lo que tenían que hacer en la universidad”. Fue más lejos aún, al calificar las renuncias de Freytes y de nueve de los 11 rectores que tiene el sistema de la UPR como “una gran traición”
“Tenían que permanecer en sus puestos hasta completar el plan fiscal. Ahora, difícilmente eso puede pasar con los que puedan nombrar como interinos. Estas personas le han puesto la Universidad en las manos a la Junta de Control Fiscal. Es una gran traición, así lo veo como universitario”, dijo Garriga Picó, catedrático que lleva desde 1978 como empleado docente de la UPR.
“Ellos tenían los compromisos del doctor [Ricardo] Rosselló [gobernador de Puerto Rico] de que no se iban a hacer recortes que hicieran daño máximo a la Universidad. Debieron hacer lo que se esperaba, pero ahora en este momento no sabemos lo que va a pasar”, agregó.
Para el exsenador del Partido Nuevo Progresista (PNP), “ahora el peligro consiste en que la Junta de Control Fiscal tiene una sola meta, que es recortar de acuerdo a su tarea de cuadrar el presupuesto” de Puerto Rico.
“No solamente fue un grave error, fue un incumplimiento fundamental de lo que son las funciones de sus puestos. Además de eso, en este proceso estas personas pueden haber incurrido en faltas graves de ocultar información necesaria que requieren agencias estatales y federales. Y si han actuado en conjunto para crear una crisis, pudieran ser responsables de conspiración. Es decir, estas personas actuaron verdaderamente de una manera que deja mucha duda sobre ellos. Prefirieron la ruta de sus afirmaciones políticas sobre la Universidad”, puntualizó, reconociendo, empero, que “sí, ellos están en su derecho a renunciar, pero hay que ver cómo sucede”.
En los 38 años que lleva en la UPR, Garriga Picó dijo haber visto “muchas situaciones, como paros, huelgas, hasta personas morir trágicamente, pero siempre en la Universidad he visto un sentido de dirección con respecto a la institución”.
Puntualizó que, “ahora viene un momento que está por encima de ideologías políticas”.
“La UPR debe buscar la manera de continuar su tarea universitaria de docencia e investigación, con los sacrificios y medidas que haya que tomar, pero claudicar al gobierno de la Universidad es permitir que otras personas tomen control de la misma o que hasta colapse. Hace falta la unión de las personas, más allá de ideologías o líneas partidistas”, finalizó el también analista radial, quien siempre se ha identificado con el movimiento estadista.
Mientras tanto, un tercer académico entrevistado por Diálogo, el doctor Rafael Aragunde, difirió de los dos puntos de vista expuestos por los primeros dos universitarios encuestados.
“Desde mi humilde perspectiva, me parece que los rectores estaban siendo manipulados por el Gobierno. Lo que esperaba el Gobierno era que ellos hicieran el trabajo sucio, porque luego iban a salir de ellos de todas formas, debido al grado de politiquería que uno ve que caracteriza a las expresiones que han hecho personas vinculadas al PNP y al mismo gobierno de turno”, señaló Aragunde, exsecretario de Educación bajo la administración de Aníbal Acevedo Vilá.
“Yo entiendo perfectamente la renuncia de los rectores, porque a su modo de ver es un acto de resistencia ante lo que a todas formas es la toma de la universidad. Ellos no se iban a prestar para ser tontos útiles. Ahora, si el PNP quiere llevar a cabo lo que represente que lo hagan directamente, sin intermediarios. Entiendo perfectamente a la doctora Celeste Freytes y mi admiración va para ellos. Esto es un verdadero acto de resistencia”, acotó el profesor de filosofía y otrora rector de la UPR en Cayey.
Entonces, preguntó Diálogo, ¿quedarse no significaba resistir el embate gubernamental y federal que se avecina?
“Es que aquí no les estaban dando ningún espacio para defender la universidad. Lo que tiene ahora que hacer la comunidad universitaria es reivindicar el derecho a la autonomía y presentar alternativas a lo que parece ser un debilitamiento de la institución, al pretender quitarle estos $300 millones. Las facultades y los senados académicos tienen que presentar alternativas reales que constituyan la defensa de la universidad”, respondió.
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