Colectivo académico analiza la realidad política, social y cultural de Puerto Rico
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Diálogo
Diálogo es la publicación oficial de la Universidad de Puerto Rico (UPR). Desde su fundación en 1986, ha servido de taller para los profesionales en formación que actualmente se desempeñan en otros medios dentro y fuera del País. Su plataforma virtual, contiene las versiones impresas desde el 2010 hasta mayo de 2014, mes en que el medio migró exclusivamente al formato digital.
Por: Juliana Guevara Montañez
¿Sabías que hay más de 300 mil perros y un millón de gatos sin hogar? Esta cifra, sin duda alguna, es alarmante. Como joven universitaria, encuentro muy preocupante que la mayoría de los puertorriqueños le resten importancia a la gran población de perros y gatos en las calles de nuestro país. Este, es un problema que se agrava año tras año y solo pocas organizaciones y fundaciones, en su mayoría privadas, aportan a la mejoría del mismo.
El problema emerge, en su mayoría, de animales abandonados que luego se reproducen casi exponencialmente. El subestimado problema no solo afea las calles de nuestro país, sino que representa un gran problema de salud y seguridad pública para todos los puertorriqueños. La pregunta que te hago es: ¿Qué debemos hacer como sociedad para controlar este problema?
Primeramente, debemos entender que la disminución de la cifra de animales callejeros no solo recae en organizaciones y entes, sino que es trabajo de todos. En segundo lugar, debemos involucrarnos en el problema, esto lo podemos hacer de tres maneras: educándonos sobre el tema y entendiendo por qué continúa en aumento, tomando acción mediante la adopción, el hogar temporal (foster home) o la esterilización y, por último, la más importante, concientizarnos, entender que los animales son un compromiso, no es un regalo que podamos devolver o echar a la calle.
La negligencia, el abandono y el maltrato animal es un delito. Pongamos nuestro granito de arena educándonos, tomando acción e invitando a crear conciencia. Los animales son seres vivientes y sintientes, ellos, al igual que nosotros, merecen una vida digna. Está en nosotros ayudarlos porque ellos carecen de voz.
La autora es estudiante de segundo año de Biología de la Facultad de Ciencias Naturales en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.
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