En el 2012 los estudiantes puertorriqueños por primera vez tomaron en forma experimental la Prueba PISA (Program of International Students Assesment). La muestra siguió los mismos parámetros que en otros países. Participaron 1,668 estudiantes de 15 años de 56 escuelas públicas y privadas.
Los resultados de Puerto Rico son muy bajos al compararlos con otros países, por ejemplo, en matemática el más alto fue Shangai-China con 647, las puntuaciones promedios de los países de Europa y América del Norte fue 494, de América Latina fue 397 y PR fue 382. En matemática tenemos el rango 58 de 65 países, en ciencia el 55 y en lectura 53. Como es nuestra costumbre, en lugar de cada uno asumir su responsabilidad comenzamos a echar culpa, siempre al otro.
Las Pruebas PISA tienen un gran prestigio internacional, miden las competencias en matemática, ciencias, y comprensión de lectura para los retos que encontrará en su vida adulta. Así, miden cómo el estudiante puede aplicar su conocimiento a contextos de la vida real, lo cual necesita entender, usar y reflexionar sobre su conocimiento.
Lo penoso de los resultados no es nuestra posición respecto a los otros países, sino que casi todos nuestros estudiantes (100% en matemáticas; 97.9% en ciencias; y 96.4% en lectura), mostraban poca interpretación y poca habilidad para trabajar con problemas complejos. Por ejemplo, en matemática todos los estudiantes estaban en el nivel 3 o menos (de 6 niveles). El nivel 3 se caracteriza porque el alumno puede ejecutar y describir procedimientos, incluyendo aquellos que requieren decisiones secuenciales. En otras palabras nuestros estudiantes están acostumbrados a efectuar operaciones matemáticas pero no a interpretar y resolver problemas complejos.
En la economía del conocimiento las competencias que carecen nuestros estudiantes son esenciales. Si interesamos echar pa’lante a nuestro país es necesario construir ambientes de aprendizaje que desarrollen estas competencias. Todos somos responsables de aportar a esta tarea.
El hecho de que los estudiantes de escuela privada, aunque con promedios mayores a los de la escuela pública en matemáticas (424 vs 377), también tengan carencias (pues el 100% de los estudiantes están en el nivel 3 o menos) nos muestra que el problema principal va más allá de la burocracia del Departamento de Educación. Hay que enfocar en introducir cambios en la forma que estamos enseñando, todas las materias, para lograr nuevos objetivos.
El cambio en la enseñanza debe comenzar antes de llegar a la escuela. Hay que apoyar a los padres o encargados a que atiendan las inquietudes de los niños, respetan sus preguntas, promuevan actividades de exploración, de comunicación e intercambio. Que aumenten las expectativas en sus posibilidades y desarrollen la disciplina y el tesón por logarlas.
En la escuela es necesario transformar la enseñanza a una con sentido, que promueva la interpretación, el análisis y resolución de problemas. Esto requiere cambios fundamentales en la forma de preparar a los maestros. Aquí las universidades tienen una gran responsabilidad. La enseñanza a los futuros maestros, tanto por los profesores de educación como por los de las materias que estos luego enseñarán, deben ser ejemplo de cómo se debe enseñar, debe ser con sentido.
Ahora bien,aprender con sentido toma más tiempo de lo que muchos creen. Por tanto, es preciso escoger los conceptos básicos de cada materia y enseñarlos con significado. Al no tener prisa por cubrir tanto material se puede fortalecer el entendimiento, a la vez que se desarrollan las herramientas para que amplíen por sí mismo su conocimiento. El Departamento de Educación tiene que evaluar su currículo de acuerdo a esta realidad.
Tenemos también que revisar la forma de enseñar, que se atienda la diversidad, que se parta de los intereses y talentos de cada estudiante para desarrollar las competencias y actitudes para ser un ciudadano responsable, a la vez que desarrolla al máximo su talento.
Todos estos asuntos se interrelacionan, lo que requiere trabajar en equipo y colaboración. Los políticos deben colaborar en permitir que el personal se escoja por mérito y no por afiliación política
¿Estamos dispuestos a hacer estos cambios, o seguiremos echando la culpa al otro? Miremos la viga en nuestro ojo, y luego ayudamos a sacar la paja del vecino.
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La autora es profesora de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras