En la tarde de ayer el ex gobernador Carlos Romero Barceló arremetió contra los universitarios que reciben fondos federales para sufragar sus estudios. El ex funcionario acusó, sin fundamento ni evidencia alguna, a los estudiantes de utilizar las becas Pell para tomar alcohol, fumar cigarrillos y hasta comprar coca. Las desafortunadas expresiones de Romero, quien gobernaba el país cuando la fuerza de choque intervino en la huelga de 1981 en la Universidad de Puerto Rico, se produjeron durante una conferencia de prensa para comunicar su oposición a la videolotería en la sede del Partido Nuevo Progresista en Hato Rey. En el reportaje del periodista Normando Valentín, transmitido por Noticentro 4, Romero expresa: “Si yo hubiera tenido becas Pell, ave María purísima… y que me pagaran todo el costo de la universidad y que encima de eso me hubieran dado dinero para darme la cerveza y comprar cigarrillos, y algunos pa’ comprarse la coca y que se estén quejando, no hombre no. Esos son un montón de manganzones”. Las declaraciones del ex funcionario además de irresponsables son verdaderamente indignantes. Sus expresiones no sólo representan un ataque a la dignidad y a la moral de miles de jóvenes puertorriqueños que dependen de este beneficio para sufragar sus estudios universitarios sino la de todos los profesionales que logramos estudiar gracias a esas ayudas y hoy día laboramos y prestamos un servicio de excelencia a este país. Le preguntamos a Romero, ¿qué evidencia tiene para afirmar que los universitarios emplean las becas Pell en vicios? ¿Es que existe algún estudio al respecto al cual todavía los ciudadanos de este país no hemos tenido acceso? ¿Cuánto dinero piensa él que recibe un estudiante de beca Pell? ¿Conoce el ex gobernador la totalidad del costo en una carrera universitaria del siglo 21, especialmente cuando es cada vez más necesaria la inversión en equipos tecnológicos altamente sofisticados? ¿Cómo un estudiante universitario podría realizar sus proyectos universitarios sin computadoras y sin servicios de Internet, por ejemplo? ¿Cómo podría pagar su hospedaje? ¿Cómo cubriría los costos de transportación, especialmente si se trata de un estudiante que vive en San Juan y estudia en Mayagüez, Humacao, Ponce, Arecibo, etc.? ¿Sabe el ex gobernador cuánto les cuesta a los estudiantes hoy día un libro de Ingeniería, de Química, de Biología, de Administración de Empresas, de Enfermería? ¿Ha conversado con algún estudiante para conocer de cerca cómo logra tener un promedio de A en uno de los programas académicos más exigentes del sistema universitario al mismo tiempo que se desempeña en dos trabajos distintos fuera de la universidad simplemente porque el dinero de la beca Pell no le alcanza para sufragar la totalidad de sus estudios? ¿Sabe cuánto invierten en materiales educativos, especialmente aquellos alumnos de programas como Arquitectura, Ciencias e Ingeniería donde se realizan proyectos muy complejos? ¿Ha visto alguna vez cómo muchos de los padres [de estos alumnos], a los que ya el estado les ha exprimido el bolsillo hasta la saciedad, han tenido que sacrificarse para poder complementar las ayudas que reciben sus talentosos hijos premiados con la exención de matrícula? ¿No sabe que estas ayudas no son suficiente no porque las utilicen en vicios y gastos superfluos sino porque el costo de vida es elevado y la inversión económica en sus carreras universitarias es cada vez más alto? Después de todo, al examinar su declaración con detenimiento, pareciera que se trata de una proyección y no de una acusación concreta. Dice usted: “Si yo hubiera tenido becas Pell… y que encima de eso me hubieran dado dinero para darme la cerveza y comprar cigarrillos”. ¿Acaso eso es lo que usted hubiese hecho de haber recibido esas ayudas como universitario? Reza un viejo adagio que el “ladrón juzga por su condición”.