Los Condenados es un film puertorriqueño de suspenso realizada por el cineasta Roberto Busó-García, y protagonizado por la actriz mexicana Cristina Rodlo y el actor boricua René Monclova. También actúan el actor puertorriqueño de origen alemán, Axel Anderson y los puertorriqueños Dolores Pedro y Rocky Venegas. Ahora bien, a pesar de tener muchos aciertos, sobre todo en el área técnica, el film sufre de varios defectos que, lamentablemente, acaban con el gran potencial de la historia.
Lo que merece un aplauso
Empecemos por los aspectos positivos del film. Primeramente, el texto encerrado entre líneas es posiblemente lo más interesante del la película. A pesar de que en Los Condenados se narra una historia que ocurre en un pueblo llamado Rosales, en realidad, el film habla de una realidad totalmente puertorriqueña. De hecho, posiblemente ese es el mayor logro de Busó-García.
Las localidades escogidas para hacer la película, la dirección de arte y el maquillaje son también puntos fuertes del film. Visualmente es hermoso. Incluso, la fotografía tiene momentos muy bien logrados, aunque a veces hay tiros de cámara bastante descabellados sin ningún tipo de motivo (como una conversación entre dos personajes, tomada desde atrás y algunos escalones más abajo que ellas, por lo que todo lo que vemos es sus espaldas).
La trama de Los Condenados es más o menos simple. La familia Putnam regresa al pueblo de Rosales tras una larga ausencia. El doctor Putnam, afamado médico estadounidense reconocido por sus descubrimientos en la lucha contra el cáncer infantil, se encuentra delicado de salud y Ana Putnam, ha decidido crear un museo en Rosales para conmemorar la historia y el nombre de su familia, y acabar con los grotescos rumores y el resentimiento que parece tener la pequeña población contra el apellido.
Cabe señalar que el nombre Ana Putnam recuerda la obra The Crucible de Arthur Miller, en la que hay un personaje llamado Ann Putnam, quien dice estar haciendo lo correcto, más sin embargo, está cometiendo una atrocidad.
Lo que opaca los logros
A pesar de los aspectos del film, el primer problema de Los Condenados es que, el secreto por el cual los habitantes de Rosales detestan a los Putnam no es ningún secreto. En el film todos saben lo que sucede, excepto Ana. Además, para el espectador tampoco resulta un misterio. No hay que ser demasiado astuto para saber, a menos de quince minutos de film, la razón por la que Rosales odia al doctor representado por Axel Anderson.
Esto hace que uno pase toda la película esperando que alguien le diga a Ana la verdad o que ella por fin se entere. El film presenta al final un segundo giro en la historia, esta vez completamente inesperado. El detalle está en que este “twist” de la trama llega demasiado tarde como para rescatar el interés de la audiencia. Aun más, el giro es tan descabellado, que termina viéndose forzado para tratar de darle una sorpresa al espectador a como de lugar.
El segundo gran defecto del film es el guión. Es doloroso ver a talentos como René Monclova, Dolores Pedro o Axel Anderson (quien sólo dice una ridícula frase en toda la película), tratar de hacer algo con unos diálogos tan terribles. Las líneas de los personajes carecen de honestidad, de coherencia e incluso, en algunos casos, de lógica. En algunas escenas los personajes dicen cosas por decirlas. Asimismo, hay escenas totalmente innecesarias.
Por si fuera poco, la actuación es nefasta; a pesar de contar con un elenco de primera. Y es que, todos los diálogos son dichos con excesiva teatralidad. En todo lo que se dice hay un aire de drama exagerado. En este mundo generado por el film, ningún personaje pareciera relajarse unos segundos o tomarse algo en broma. No hay matices y definitivamente, ninguna naturalidad en la actuación.
También resulta desastrosa la construcción de las escenas en la narrativa. Las escenas no son nunca terminadas sino abandonadas. El film se convierte en una sucesión continua de momentos inconclusos, hasta el punto que pareciera que estamos viendo un resumen de una película, en vez de la película misma. Si bien hay una escena en la que se justifica el por qué nunca vimos su conclusión, las otras carecen de motivos.
Por otra parte, el manejo de los cánones y los elementos del género de suspenso y fantasmas es otro gran fallo de Los Condenados. Los momentos que se supone que den miedo, casi dan risa por la ausencia de control en éstos. En una escena vemos una sombra pasar por el frente de la cámara, sin que la protagonista se entere (lugar común del género) pero, la sombra es tan poco precisa que casi parece un error de cámara, y el momento resulta ridículo por la ausencia del resto de los elementos que le dan la efectividad a estos elementos en los clásicos de suspenso (música acorde, ambiente tenebroso, tensión y angustia, etc).
Lo mismo ocurre en una escena en la que Ana está por tomar una ducha y aparentemente el hecho de que abra el agua fría debe asustar a la audiencia. Esta vez si están todos los demás elementos (la música, el ambiente, la tensión) pero la situación es completamente incoherente.
El caso donde más terrible se nota el vago control de los cánones de suspenso y horror, es cuando aparecen unas fotos de unos niños con los ojos recortados. Este elemento, que se ha puesto muy de moda en los filmes del género de fantasmas, está totalmente injustificado y casi resulta una copia poco original.
El subtexto
Como dije anteriormente, el texto encerrado entre líneas es posiblemente lo más interesante de Los Condenados. Por esta razón, decidí hacer un espacio dedicado específicamente a este elemento.
El dramaturgo puertorriqueño René Marqués decía que “todo escritor es, quiéralo o no, producto primordial de una cultura autóctona por más que académica e intelectualmente intente luego sofisticarse o ‘universalizarse’”. De igual manera, en su famoso libro Historia de la literatura puertorriqueña de 1956, Francisco Manrique Cabrera diagnosticó como un “trauma” en la conciencia del pueblo puertorriqueño, el problema político que pauta su existencia.
Dado que toda película comienza como un texto literario (guión), lo mismo se puede aplicar a la producción cinematográfica. Por más que Los Condenados se pueda ver como una trama universal que ocurre en este lugar indefinido llamado Rosales, la verdad es que el film habla de una realidad puertorriqueña.
Los horrores del pasado suelen enmarcar la producción cinematográfica de un pueblo. De modo que, encontramos miles de filmes hollywoodenses sobre el holocausto o muchas películas francesas sobre la matanza de argelinos. En el caso de Los Condenados, vemos como un horror del pasado puertorriqueño, también está presente en la historia de Rosales.
Traer de vuelta la discusión sobre estos hechos es el logro más loable de la obra de Busó-García. Sin embargo, no queda claro la verdadera identidad de cada uno de los personajes de esta “parábola”. Obviamente, el doctor Putnam representa a los Estados Unidos y Rosales es el pueblo de Puerto Rico, quien ha sufrido a manos del doctor, pero el resto de los personajes (Ana, Cipriano, Victor, etc.) no están claramente definidos.
Lamentablemente, es precisamente el saber que esta realidad existe en el pasado de Puerto Rico, lo que hace que uno pueda rápidamente descubrir el “secreto” del doctor Putnam. Quizás las personas que no tengan la historia real tan presente, se tarden más en imaginarlo. Aún así, la pertinencia que tiene la denuncia de este hecho tan terrible, que incluso hoy en día tiene repercusiones en nuestra Isla y que, pareciera no tener culpables, es lo que honestamente le aplaudo al film.