Los problemas que causa la contaminación relacionada a la generación con carbón en Puerto Rico ya no son aceptables para nuestra población. Argumentos de sobra existen que deben compararse contra las cláusulas de contratación para lograr que la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) pueda rescindir el contrato de compra de energía con la planta de AES a la mayor brevedad.
Los informes sobre el Estado de Situación Energética de Puerto Rico, que el Instituto Nacional de Energía y Sostenibilidad Isleña (Inesi) produce para la Oficina de Política Pública Energética desde el 2015, entre otros datos presenta la contaminación que generan las fuentes mayores de emisiones en la Isla.
Los resultados demuestran que, de todos los grandes emisores, la carbonera AES es la que más contamina en todo el territorio Nacional. Por ejemplo, para el año 2016 AES emitió el 30% del total de contaminantes que producen las plantas de generación de electricidad, mientras su producción de energía fue de 17%.
Para ese año eso representó un 65% más contaminación de lo que produjo la central Aguirre. Esto es más sorprendente si tomamos en consideración que Aguirre tiene una capacidad generatriz tres veces mayor a la de AES.
Para el 2016 los doctores Gilberto Ramos Valencia y Rosa Rosario Rosado junto a estudiantes del Recinto de Ciencias Médicas (RCM) de la Universidad de Puerto Rico señalaban que existe una mayor incidencia en abortos espontáneos, predisposición a bronquitis crónica y erupciones por alergias, entre otras condiciones, para el área donde se estableció en 2002 la planta generatriz de AES, el sector Puerto de Jobos en Guayama, donde se utiliza carbón mineral como combustible. El estudio epidemiológico se realizó comparando la población aledaña a AES con la de Fajardo, donde existe menos contaminación en toda la Isla.
En otro estudio similar publicado en diciembre de 2018 por el doctor Luis Bonilla, miembro y presidente de la Junta del INESI, y sus estudiantes, también del RCM, presenta una prevalencia mayor en todas las enfermedades crónicas, cardiovasculares, respiratorias, diabetes y cáncer, para la población es el área del Puerto de Jobos.
Estos investigadores presentaron un estudio adicional que se enfoca en la población y el ambiente, no en el individuo. Dicho estudio reveló que, durante los 15 años de datos analizados, el aire en Guayama siempre estuvo más contaminado que en Fajardo. Además, reveló que el exceso de contaminación está relacionado a una tasa mayor de mortalidad en dicha población.
Un reporte de DNA-Environment, LLC presentado en abril de 2018, y que fue pagado por la propia AES, señala contaminación en las aguas subterráneas en el área de la planta de carbón. AES acusa del daño a otra empresa, Fibers, que ya no existe en Guayama. Los contaminantes producidos por Fiber, y que fueron limpiados mediante un Superfund de EPA, se relacionan a compuestos orgánicos y asbesto. Se alega que esa limpieza culminó durante el 2017.
Por otra parte, el estudio de DNA-Environment reveló contaminación por radioactividad y metales pesados, tales como arsénico, selenio, molibdeno y cromo, contaminantes diferentes a los que producía Fibers, pero que son precisamente los que se esperan de la ceniza de AES.
En marzo de este año se supo sobre otro informe, desarrollado por la firma Environmental Integrity Project (EIP) en conjunto con Earthjustice, que evaluó aguas subterráneas en el perímetro de las cenizas de carbón en Guayama. Un grupo de expertos de Earthjustice entiende que el estudio revela niveles de contaminantes como selenio, litio y molibdeno, entre otros, que se encuentran por encima de los valores aceptados en estándares de calidad para dichas aguas subterráneas.
Abel Russ, coautor del estudio declaró que no dudaría que el agua de consumo de las comunidades “no sea saludable para la gente”. El estudio de EIP revela además que el 91% de las plantas de carbón en USA produce contaminación de aguas subterráneas por los residuos de la quema del carbón. Según los autores del estudio, todos los contaminantes encontrados por encima de los niveles aceptables son dañinos a la salud. Un informe separado, sin identificación de quién lo presentó, alega que la contaminación de AES no ha afectado el agua potable.
El 12 de marzo, el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA) procedió a multar a AES por violaciones a “una serie de ordenes administrativas” que no han sido cumplidas.
En resumen, AES no está presentando los planes de muestreo y resultados analíticos requeridos por la Junta de Calidad Ambiental (JCA). La falta de cumplimiento con las órdenes de estas agencias es sinónimo de que sospechan violaciones a los estándares de contaminación.
Según el DRNA, AES debió analizar la composición de los residuos de carbón almacenados en las facilidades de la planta, tienen que reportar el tiempo que mantienen la ceniza en el lugar y los clientes para dichas cenizas.
Sin embargo, AES además de no someter los informes ordenados por la JCA y el DRNA, alega que su jurisdicción es federal y por tanto no tiene que cumplir con lo requerido por estas agencias locales.
Como si lo anterior fuera poco, hace una semana en una entrevista radial el DRNA ha declarado que, debido a que AES se niega a entregar los informes que se les ha ordenado, la agencia no tiene conocimiento de cómo AES está manejando su problema de ceniza. Es decir, el gobierno ni siquiera sabe lo que está pasando con las cenizas que genera AES.
La carbonera AES contamina el aire, el agua y la tierra cerca de sus facilidades, de hecho, en comparación produce más contaminación que electricidad. Se ha probado que con sus emisiones se AES deteriora la salud de la gente que vive en comunidades marginadas en la vecindad de sus operaciones.
Además, AES no cumple con las ordenes de las agencias locales, a las cuales le incumbe los asuntos relacionados a su operación industrial, más aún, trata con desprecio a dichas agencias. La AEE, quien tiene a cargo supervisar el contrato de compra de energía, tiene la obligación de analizar las cláusulas contractuales para lograr cerrar la carbonera AES ahora.
