El Capitán Jack Sparrow (interpretado una vez más por Johnny Depp) se ha embarcado en el inicio de una nueva trilogía que ha emocionado a miles de fanáticos alrededor del mundo. Lo triste del asunto es que Pirates of the Caribbean: On Stranger Tides no sólo es una mala secuela de las tres entregas anteriores, sino que en sí misma es una terrible película. Sí, no hay manera de decirlo de forma más sutil: la cuarta parte de los Piratas más famosos de Hollywood (o la primera parte de su nueva trilogía) es mala y no hay modo de disimularlo.
Entiendo que para el verdadero fanático, cuesta aceptar que una nueva entrega de la serie que nos apasiona sea mala. A muchos nos pasó con la nueva trilogía de Star Wars cuando nos rehusábamos a aceptar que no era buena, aun cuando sabíamos que no le llegaba ni a los talones a la original. Es por esto que me es lógico que haya personas que se esfuerzan en creer que la nueva película de los Piratas del Caribe no es tan terrible o incluso buscan justificar los fallos, diciendo que todo calzará en las otras dos partes de la nueva trilogía. Lamento desilusionarlos diciendo que los Episodios 2 y 3 de las Guerras de las Galaxias tampoco lograron arreglar el disparate que había comenzado George Lucas con La Amenaza Fantasma, así como no creo que Pirates 5 y 6 solventen los problemas de esta saga.
Debido al gran nivel de fanatismo que presenta esta franquicia, he decidido desglosar los grandes problemas que tiene consigo esta entrega que no sólo desgracia a las anteriores sino que augura un viaje sobre aguas demasiado turbias y turbulentas en el futuro de esta serie.
La nueva desventura pirata
Comencemos hablando de la historia. No voy a decir que la trama de esta película no tiene conexión ni continuidad con las tres anteriores, respetando el hecho de que es el inicio de una nueva trilogía. Voy a criticar el argumento del film en sí mismo diciendo que es una serie de disparates arbitrarios que ocurren atropelladamente en una especie de montaña rusa defectuosa. La película tiene piratas, nobles ingleses decadentes, una armada española ultra católica, una espada mágica que controla barcos, muñecos vudú, sirenas monstruosas, una sirena inocente y enamoradiza, zombies e incluso barcos miniaturizados en botellas mágicas. La mayoría de estos elementos ocurren por simple capricho de los escritores. No hay justificación ni explicación alguna. En las entregas anteriores había hechos sobrenaturales, pero eran de algún modo explicados mientras que en esta ocasión, el espectador simplemente debe aceptar que el Pirata Barba Negra (Ian McShane) hace zombies durante sus momentos de ocio.
Además hay elementos de la trama que no tienen ninguna razón para estar presentes. El personaje del Misionero (Sam Claflin) está sencillamente de más. Angélica, la hija de Barba Negra (el personaje de Penélope Cruz, que vale la pena acotar, es un simple personaje más en la trama comparable a Anamaría, el de Zoe Saldaña en la primera entrega) podía muy bien querer redimir el alma de su padre debido a sus convicciones católicas españolas, sin necesidad de la presencia de un misionero cristiano. De igual modo, el romance entre este Misionero y la Sirena cautiva (interpretada vagamente por Astrid Berges-Frisbey y nombrada clichosamente "Syrena" por el misionero) es un disparate aburrido y sin sentido, que trata de compensar sin éxito la fría relación sin química del Capitán Sparrow y Angélica, así como la carencia de romance en medio del caribe que dejó la ausencia de Will Turner y Elizabeth Swan (Orlando Bloon y Keira Knightley).
La poderosa armada española, de igual modo es completamente desaprovechada durante toda la película hasta el final, en el que es convertida en un gran estereotipo y desechada. Ni hablar de lo absurdo que resultan las idas y venidas de Sparrow que termina estando en la cruzada por la Fuente de la Vida sin realmente querer encontrarla ni tener otro motivo que el de estar detrás de la falda de Angélica (hecho completamente contradictorio con el personaje de Jack Sparrow que habíamos conocido hasta ahora).
La descolorida tripulación
Ahora que tocamos el personaje de Jack Sparrow, no es secreto para nadie que el personaje de Johnny Depp es el gran atractivo de esta saga. En las tres películas anteriores era su presencia lo que hacía que uno lograra sobrellevar las partes más flojas. Pero en esta ocasión, resulta un muy buen chiste que ha sido contado demasiadas veces. Además, se ve encerrado por un cambio del guión, que aunque parece simple, limita para mal al personaje. Jack Sparrow era libre de hacer lo que quería en las anteriores porque nunca fue el protagonista; por tanto, podía ser inmoral, anti ético, alocado, difuso, burlón y hasta surreal, ya que el acompañaba a los personajes principales pero la historia no giraba en torno a él. Pero ahora Sparrow es el protagonista del cuento y el peso ha aplastado al personaje. Ahora está amarrado por las decisiones morales y éticas, el amor y la necesidad de una definición que le permita ser quien mueve la historia.
Por otro lado, el personaje de Barba Negra no resulta el villano terrible que desesperadamente buscaban que fuese. En el mundo pirata en el que la moral y la ética son constantemente cuestionadas, no existe la noción maniqueísta de un personaje completamente malo. Es por esto que la escena en la que Barba Negra demuestra lo malvado y cruel que puede llegar a ser ejecutando a un miembro de su tripulación por fallarle, ante el horror y la incredulidad de los demás pasajeros a bordo, resulta ridícula. Incluso el Capitán Hook de Peter Pan amenazaba con tirar por la borda a los niños perdidos y esto no lo convertía en el demonio.
Hablando de personajes, el único que a mí parecer mantuvo su esencia y destacó por encima del resto fue el Capitán Héctor Barbossa (interpretado nuevamente por el genial Geoffrey Rush), quien es el otro personaje importante que retorna de la saga original (también volvió Gibbs, el ayudante de Sparrow, pero una vez más, resultó ser poco importante). Increíblemente hicieron falta las figuras de Will Turner y Elizabeth Swan e incluso Norrington (Jack Davenport), o al menos quienes cumplieran las funciones de estos.
El mapa sin tesoro
Pasemos ahora a hablar de los aspectos técnicos de la película. Las tres entregas anterior de esta saga (Pirates of the Caribbean: The Curse of the Black Pearl (2003), Pirates of the Caribbean: Dead Man's Chest (2006) y Pirates of the Caribbean: At World's End (2007)) fueron dirigidas por Gore Verbinski, quien hizo un trabajo satisfactorio con esta trilogía . Ahora bien, la cuarta entrega es dirigida ahora por Rob Marshal (aparentemente Gore Verbinski no quiso ser un buen capitán y hundirse con su navío) y haciendo honor al subtítulo "En Mareas Extrañas", la dirección de Marshal se siente ajena, extraña e incómoda. Al mundo pirata le falta cohesión y unidad, las escenas son planas y desprovistas de sentimiento alguno. El director intenta emocionar a la audiencia añadiendo a las escenas de acción la hermosa y emotiva banda sonora de Hans Zimmer que ha acompañado a las cuatro películas, pero, ni siquiera con mucho volumen, logra la música hacer que el film salga del estupor y el aburrimiento que envuelve la historia entera.
Además la dirección de arte es descuidada y por sobre todas las cosas fea. En las tres primeras la dirección de arte buscaba hacer un mundo pirata sucio y feo, pero hecho elegantemente y con cuidado. Para esta entrega, la tripulación del departamento de diseño de producción también es nuevo y se nota en el desastre visual del imaginario pirata. El aspecto de los personajes es incómodamente feo. El bronceado de Johnny Depp es falso y espantoso, la piel de Barbossa parece un mal maquillaje, el barco de Barba Negra es incomprensible y parece un depósito de chatarra flotante. Incluso la Fuente de la Vida, que según las expresiones de los personajes al verla debería ser "hermosa", parece una decoración de jardín comprada en "Home Depot".
Por si no fuese suficiente con esto, el guión de la película está repleto de clichés y lugares comunes. Los diálogos son estúpidos y los chistes son tontos e infantiles. Los momentos en los que más se evidencia esto es en las conversaciones entre el Misionero y la Sirena cuyo romance carece por completo de pasión y nace de la nada.
Hablando de las sirenas, se supone que el espectador tenga que sentir algún tipo de empatía por estas criaturas, cuando minutos antes de ver como Syrena es maltratada por la tripulación de Barba Negra, fueron presentadas como monstruos insaciables que engañan a los marineros para devorarlos y torturarlos. El guión es tan disparatado que busca conmover con las penas de la sirena cautiva, cuando primero sus hermanas se han comido a la mitad de la tripulación de Barba Negra y por completo a la de Barbossa, sin piedad alguna.
Ahora bien, lo más terrible del guión de esta nueva secuela de Piratas del Caribe es que resulta exagerada y aburridamente conservadora. Uno diría que una buena historia de piratas debería tener valor, romance y pasión, peleas de espadas, un misterio oculto y mucho ron. Empecemos porque a diferencia de las anteriores, en esta el ron no es casi visible. Sólo hay un par de escenas en las que la gente bebe de una botella cuyo contenido no es visible. Las peleas de espadas no son muy espectaculares que digamos, el romance, como ya lo expuse arriba no es muy apasionado y en cuanto al valor, pues no hay ningún acto heroico o que requiera demasiado coraje. Pero por si fuese poco, el guión está repleto de conceptos éticos, morales e incluso trae entre líneas (y no demasiado escondido) un discurso cristiano sobre sacrificio por el prójimo, que resulta demasiado fundamentalista para ser el tema central de un cuento de piratas.
Alcen las velas, emprendemos la travesía
En un momento de la película, Jack Sparrow nos recuerda que "no es el destino lo que importa sino el viaje". Por tanto, aquellas personas que dicen que cuando se estrenen las otras dos secuelas de la trilogía, entonces esta cobrará sentido, necesitan recordar que cada parte de una trilogía puede poderse disfrutar como una unidad y que las tres deben complementarse, mas no que unas sirvan de solución para los problemas de otra. Lo ideal sería que el viaje a través de las tres sea maravilloso y no que, una vez que hayamos llegado a nuestro destino le cojamos el gusto.
Pirates of the Caribbean: On Stranger Tides es una terrible película. Aún así, será un éxito de taquilla y ya se ha terminado de escribir la secuela que constituirá la quinta parte de la saga (o la segunda de la nueva trilogía). Johnny Depp ha dicho que le parece muy pronto para comenzar a realizarla y que desea un descanso, pero los estudios Disney ya la prometen para el 2013 por lo que contra viento y marea, deberán comenzar la producción prontamente. Personalmente no puedo más que esperar que pase lo mismo que con la vaca galáctica que ordeña George Lucas, que las dos secuelas no logren enmendar la debacle de esta nueva trilogía.
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