El discrimen hacia personas con sexualidades diversas a la heterosexual ha tenido manifestaciones en diferentes ámbitos y en el sector laboral pereciera no haber excepción.
Hoy en día, hablar de homosexualidad es hablar de un sin número de luchas, polémicas, puntos a favor, otros en contra y hasta crímenes.
Para algunos, este tema amerita observación cotidiana ante las posibles manifestaciones homofóbicas que puedan suscitarse en la sociedad.
Mientras que, otros ven la polémica como una amenaza a la estabilidad social y culturalmente establecida por actores sociales previos.
‘Ana’ (nombre ficticio) es una mujer que enfrentó grandes vicisitudes con su familia y su entorno laboral al darse cuenta que sentía una atracción sexual por personas de su mismo sexo.
La mujer de 29 años y madre de un niño de 7, cuenta aDiálogo su historia:
“Al pasar el tiempo con mi ex esposo, empezaron los problemas con él. Siempre tuve una atracción por las mujeres pero no fue hasta después que me divorcié que me di cuenta que era lesbiana”, cuenta mientras inhala humo de un cigarillo.
Según relata, cuando su familia se enteró de su sexualidad recibió el rechazo de su madre ya que ésta no aceptaba que su nieto viviera con su madre y éste la observara con otra mujer.
“Cuando ellos [su familia] se enteraron, pensé que jamás me aceptarían pero sabía que me amaban y con el tiempo la relación cambiaría para mi bienestar, el de ellos y el de mi hijo”, explica Ana mientras recuerda que la aceptación de su familia inicio cuando conocieron su primera pareja mujer.
Sin embargo, la relación familar adquirió un lazo más estrecho cuando terminó con esa relación. Y es que, según cuenta, esta primera relación homosexual fue también su primera desilusión amorosa, la cual la llevó a una gran depresión.
Según Ana, su familia la ayudó a sobrepasar la desilusión de una relación que ella pensaba duraría toda la vida.
“Después de una relación de 3 años, descubrí que mi pareja estaba con otra persona y me engañaba diciéndome mentiras para poder salir con otra persona”, explica.
Pero la situación para Ana no parecía tomar mejores bríos. Y es que, sobrepasar la laceración familiar era sólo un peldaño y aún le faltaban varios en la escala social.
A preguntas de si había sido víctima de discrimen en su trabajo a raíz de su nuevo estilo de vida, Ana mira al suelo por varios segundos, alza su vista, sonrie y revela que en su antiguo trabajo (en un supermercado en el área de Toa Baja), sintió el rechazo y la burla por parte de una compañera.
“Ella me hablaba por hipocresía y lo sé por otras compañeras que me decían lo mal que ella hablaba de mi cuando yo no estaba. Yo la trataba como una persona más en el trabajo y le hablaba cuando tenía que hablarle”, revela la entrevistada.
Al paso de varios meses en el trabajo, Ana explica que su compañera se enteró de la sexualidad de Ana y comenzó a comentárselo a los clientes de forma burlona.
“Un día yo estaba en la caja de su lado cobrando y haciendo mi trabajo y escuché que ella le dijo a un muchacho que yo era lesbiana y le preguntó que si él me consideraba bonita”.
En ese momento ‘Ana’ esperó que finalizaran sus horas laborales y le cuestionó a su compañera lo que escuchó.
“Le pregunté por qué le decía eso a los clientes cuando a ella no le importa mi vida personal y a los clientes mucho menos”, dijo.
Por su parte, su compañera le respondió que había escuchado mal y que sólo buscaba que la despidieran de su trabajo.
“Reaccioné de manera agresiva y nos fuimos a los puños, al cabo de dos semanas nos despidieron a las dos por roces dentro de la tienda”, recuerda.
Ana ha recibido el rechazo de personas allegadas y personas que sólo la juzgan por su sexualidad.
Sin embargo, en la actualidad reconoce que ha “aprendido de esas situaciones para ser una persona más fuerte".
"Las personas pueden opinar lo que deseen pero mi vida la vivo como yo quiero y en busca de mi felicidad”, agrega.
Asimismo, opina que ya es tiempo que la sociedad aprenda que todas las personas son diferentes y que cada individuo posee un modo de vida distinto".
"La inteligencia de una persona no tiene que ver con clases sociales, preferencias sexuales, color de piel o de ojos”, destacó.
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