La economía de Puerto Rico está en un momento crítico y lo que los Estados Unidos pretenden vender como solución pudiera ser fatal. Es más, si la Junta de Control Fiscal que impusieron los federales prosigue con su sugerencias a Fortaleza para recortar el presupuesto y contraer al 16.2% del producto nacional bruto de Puerto Rico lo que harán será “matar el país”.
Así lo entiende el economista argentino Martín Guzmán, quien en la mañana de hoy, miércoles, fue el invitado principal de una mesa redonda con periodistas y otros economistas del Centro para la Nueva Economía (CNE). Para Guzmán, doctor en economía que vio de cerca el proceso de restructuración de deuda en Argentina, lo principal para lograr un acuerdo justo es que haya transparencia y buena fe en todas las negociaciones.
“La verdad es que la transparencia, al menos en lo que la Junta ha hecho público, no la hay. Esperemos que eso cambie, porque no están del todo claro los supuestos escenarios que ellos describen”, señaló Guzmán, investigador de la Escuela Graduada de Negocios de la Universidad de Columbia, en Nueva York.
“Por ejemplo, en la carta que le enviaron al Gobernador, con fecha del 18 de enero, lo que la Junta propone es un conjunto de recortes del gasto que la misma Junta asume que llevarán a una contracción del producto bruto nacional a un 16. 2%. Y aquí lo que propone la Junta es matar al país. Un país muerto no puede pagar la deuda”, apuntó el doctor en economía.
Guzmán señaló que si la Junta está tratando de obrar de buena fe, “hay entonces un desconocimiento profundo de cómo funcionan las economías”.
Durante la conferencia, el CNE destacó la importancia de clarificar, profundizar y discutir los parámetros que se seguirán en el proceso de reestructuración de la deuda pública de Puerto Rico. Miguel A. Soto-Class, presidente y fundador del CNE, resaltó que las oportunidades económicas para Puerto Rico no se materializarán espontáneamente, aún después de una restructuración significativa de la deuda.
“Es importante que para evitar nuevas rondas de restructuración, el proceso de reestructuración de la deuda se haga de forma ponderada y balanceada. Existe un caudal de lecciones alrededor del mundo producto de las experiencias que han tenido países en crisis de los que Puerto Rico puede y debe aprender. Pero lo más vital es asegurar que la restructuración y el crecimiento económico sean parte de una agenda común”, dijo Soto-Class.
A esos efectos, y con el propósito de enriquecer el conocimiento local de cara al proceso, el CNE invitó a la isla a Guzmán, quien ha estudiado los procesos de reestructuración de deuda soberana alrededor del mundo.
“Lo que se necesita es tener una estructura productiva que reemplace a la estructura vieja y poco dinámica, que fue la que condujo a la situación crítica en la que estamos. Además de una reestructuración de deuda, lo que se necesitaría es un nuevo plan de crecimiento que reemplace al plan viejo. Un gobierno que de forma constructiva encare un plan de restructuración, también tiene que tener un plan delineado para volver a crecer”, puntualizó.
“No es minimizar la quita [de la deuda] y regresar al mercado lo más rápido posible, lo que se busca es volver a crecer. Cualquier propuesta no delineada no está presta a funcionar. La única forma de generar confianza es recuperando el crecimiento. Y para esto se necesita un plan sensato, que se establezcan nuevas condiciones, que van más allá de la confianza abstracta de querer que el país sea rentable para la producción”, articuló Guzmán, que además es profesor asociado del Departamento de Economía de la Universidad de Buenos Aires.
Guzmán recordó que Argentina lleva 15 años recuperándose, contando el período de 2001, cuando explotó la crisis, hasta 2016, cuando se empieza a sentir el efecto del gobierno del actual presidente Mauricio Macri, quien entró al poder en diciembre de 2015. Contrario a Puerto Rico, a Argentina le ayudó al máximo para su recuperación el hecho de que es un país soberano.
“Creo que fue muy exitosa, a pesar de la situación con los fondos buitres. Se logró un 73% de quita de deuda, que permitió recuperar las condiciones para hacer las políticas necesarias para volver a crecer. Luego del impago en 2001, [la economía en] Argentina creció un promedio de 8% anual hasta el 2008, cuando comienza la crisis internacional. Luego de ese año y en los dos años siguientes creció nuevamente un 8%. Después a Argentina no le fue bien, por distintas razones, pero en el periodo que había escasez de demanda, creció y no fue solo por la restructuración de la deuda. Aumentaron la exportaciones, el sector exportable, el estado dio recursos para poder gastar y fue reactivo el gasto en el sector privado”, manifestó Guzmán.
Diálogo le cuestionó entonces cómo pudiera salir del mismo boquete Puerto Rico, un país bajo el yugo colonial estadounidense, sin soberanía y en el lado receptor del fuete de la Junta de Control Fiscal que impuso en conjunto el Congreso de Estados Unidos y la Casa Blanca del otrora presidente Barack Obama. Más aún, tanto el Gobierno de Puerto Rico como la Junta de Control Fiscal han adoptado una postura de renegociación voluntaria ante sus acreedores, ¿debe retractarse esa postura de inferioridad en pos de una negociación más decente? Guzmán metió las cejas, pensó y respiró hondo y respondió en confianza.
“Puerto Rico va a tener que hacer un proceso profundo de investigar dónde hay posibilidades y, como no tiene posibilidad de hacer política monetaria necesita trabajar con Estados Unidos hasta donde se pueda y acudir a otros instrumentos internacionales”, respondió.
“Lo que sucede con los países soberanos, en principio, aquí es diferente por el hecho de PROMESA. Creo que una reestructuración voluntaria es un camino que difícilmente llegue a buen puerto. Puerto Rico tiene que mirar las experiencias de reestructuración de países soberanos y convencerse de que ese es el objeto relevante. Puerto Rico es un país, no es una municipalidad como Detroit. Tiene una política macroeconómica que es muy diferente a la de una municipalidad que enfrenta un problema financiero. Este es un país que enfrenta problemas generales en su economía, hay que explicar eso lo más posible, hay que lograr que lo entiendan”, prosiguió de forma enfática.
Quizás, dijo Guzmán, Puerto Rico está en una etapa en la que los ejercicios de reestructuración “llegan demasiado cortos y demasiado tarde”, pero el Gobierno tendría que hacer algo “para alterar el campo de las negociaciones de forma que se pueda llevar a un punto de partida desde el que la reestructuración le vaya bien”.
A esta discusión, el doctor en planificación Deepak Lamba Nieves, del CNE, agregó que el proceso dentro de la colonia “requiere un análisis autóctono para descifrar ese plan de crecimiento y desarrollo necesario. Nosotros en el CNE buscamos desarrollar esa capacidad, e ir más allá de los estribillos, pues es algo que requiere una mirada profunda a sectores con posibilidades de desarrollo”.
Al fin y al cabo, dentro de todo este tejemeneje, ¿qué pito toca el pueblo? En Argentina, recordó Guzmán, la gente se lanzó a la calle y propulsó cambios tanto en las opiniones públicas sobre la reconstrucción de la deuda como en el proceso en sí. ¿Funcionan las manifestaciones y las protestas al punto que los económicamente poderosos puedan sentir la candela?
“Me preguntas eso y te digo simplemente que sí. No hay mucho más que decir ahí”, dijo en un aparte con Diálogo.
La participación de Guzmán esta semana en distintos foros del CNE sirve para refrescar la discusión sobre la deuda de Puerto Rico, a días de que la Junta de Control Fiscal vuelva a reunirse, nuevamente bajo estricta seguridad en las lujosas instalaciones del Hotel Conquistador en Fajardo. Guzmán, que es miembro del grupo de investigación del Institute for New Economic Thinking (INET) sobre “Eficiencia y estabilidad macro-económica”, que es codirector del Grupo de Trabajo del Initiative for Policy Dialogue (IPD) de la Universidad de Columbia sobre “Reestructuración de deuda y quiebra soberana”; y que es Senior Fellow en el Centre for International Governance Innovation, instó a los periodistas a enfocar sus cañones hacia los movimientos para reestructurar la deuda.
“Estas cosas deben salir más en las tapas de los diarios”, suspiró el especialista en macro-economía y desarrollo económico.
El CNE, mientras tanto, reiteró su compromiso con identificar y desarrollar estrategias que le permitan a Puerto Rico trazar un camino hacia la recuperación y el desarrollo económico a largo plazo. Sus estudios y análisis han sido utilizados por el Comité de Finanzas del Senado de Estados Unidos, el Comité de Energía y Recursos Naturales del Senado y el Comité de Recursos Naturales de la Cámara de ese país. Sus estudios además han sido utilizados y citados por el Tesoro estadounidense y por el Grupo de Trabajo Congresional sobre Desarrollo Económico de Puerto Rico que fue creado el pasado año de 2016.
Como parte de sus esfuerzos para propiciar la recuperación económica, el CNE ha creado el CNE Growth Commission, una iniciativa para desarrollar analíticamente recomendaciones de política pública con el objetivo de generar un portafolio diversificado de actividades de alto valor añadido, apalancar capacidades existentes y desarrollar nuevas ventajas competitivas para Puerto Rico.
En junio del 2016, el CNE presentó, junto al Initiative for Policy Dialogue de la Universidad de Columbia, el estudio “Devising a Growth Strategy for Puerto Rico”. En el mismo, se comenzaron a identificar una serie de reformas necesarias para impulsar una nueva etapa de crecimiento económico para Puerto Rico, y se explicó la importancia de implantar disciplina fiscal de forma consistente pero gradualmente. Ingrese a la página del CNE, pulsando aquí.
A continuación, ofrecemos parte del intercambio de preguntas y respuestas que la prensa puertorriqueña sostuvo en la mañana del miércoles con Guzmán
Periodistas: ¿Qué lecciones puede obtener Puerto Rico de las reestructuraciones de deuda de otros países durante las últimas cuatro décadas?
Martín Guzmán: La evidencia muestra que las reestructuraciones de deuda de países en crisis están dándose en la forma de “demasiado tarde y demasiado poco”. El objetivo final de una reestructuración es restaurar la “sostenibilidad de la deuda”, es decir, lograr que con alta probabilidad el deudor deje de estar ahogado y cuente con los recursos para implementar las políticas que necesita en pos de la recuperación económica. Pero la norma en la práctica está lejos de ese resultado: más de la mitad de las reestructuraciones con acreedores privados o bancos que se llevaron a cabo desde 1970 fueron seguidas de otra reestructuración o default dentro de un período de cinco años. Las consecuencias son generalmente más sufrimiento social: recesiones que no se resuelven y en muchos casos se profundizan, más desempleo, más pobreza y más desigualdad. Es importante para Puerto Rico entender el por qué de estos resultados indeseables, de modo que la reestructuración de la deuda de Puerto Rico no caiga en esa categoría.
P: ¿Qué rol ha tenido el Fondo Monetario Internacional? ¿Qué otros actores han sido cruciales para que se den estos resultados?
MG: El FMI ha contribuido a las demoras en iniciar procesos de reestructuración de deuda, y a que una vez llevados a cabo las quitas no sean lo suficientemente profundas como para restaurar la sostenibilidad. Su programa de préstamos establece que un país en mora podrá recibir préstamos de parte de la institución si el mismo FMI mediante sus análisis de sostenibilidad de deuda considera que la deuda del país es sostenible. Lo que ha ocurrido es que el FMI ha sido recurrentemente sobre-optimista acerca de la capacidad de recuperación de los países en crisis, lo que ha redundado en considerar que el país no necesitaba reestructurar su deuda. Mientras tanto, se han dado préstamos en mora a cambio de condiciones (como la austeridad fiscal en momentos de recesión) que han profundizado las crisis, convirtiendo recesiones en depresiones.
Otros actores importantes en reestructuraciones de los últimos 20 años han sido los fondos buitres – término con el que se ha llamado a un grupo de hedge funds con base en Nueva York que compran deuda en default en mercados secundarios a precio de remate y litigan contra el país emisor reclamando su pago total, incluyendo intereses y tasas compensatorias. Suelen ganar y le impiden al gobierno del país bajo litigio poder hacer cualquier transacción financiera internacional hasta tanto no se les pague lo reclamado. Las leyes del estado de Nueva York permiten este accionar. Los retornos de este tipo de “arbitraje legal” son exorbitantes, incluso en el orden de miles por ciento. La evidencia muestra un notable crecimiento de este comportamiento desde principios de los 2000. En la reestructuración de la deuda argentina que siguió al default de 2001, su accionar logró dilatar la finalización del proceso hasta el año 2016.
El mercado de Credit Default Swaps (CDS) es otro factor relevante. Estos mercados son “opacos”, de modo que no hay forma de saber si aquellos que están negociando una reestructuración con un país no tienen sus riesgos cubiertos por estos activos. De ser así, el incentivo a llegar a un acuerdo disminuye, ya que el tenedor de un CDS estará cobrando en caso de que no haya acuerdo y el país haga un default.
P: ¿Cómo se puede evitar caer en una reestructuración que no resuelva los problemas de sostenibilidad de la deuda? ¿Qué sugiere la comunidad académica internacional? ¿Cuál es la posición de las Naciones Unidas?
MG: La reestructuración tiene que estar basada en principios que garanticen que el deudor obtendrá el alivio necesario como para poder recuperar sosteniblemente (y no solo por unos años) la capacidad de repago. Las Naciones Unidas promueven reformas en los marcos que determinan el funcionamiento de los mercados de deuda internacional. La Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó por mayoría abrumadora en 2015 nueve principios que deberían ser la base de las reestructuraciones de deuda – principios frecuentemente violados. Su efectividad es nula pues Estados Unidos y Gran Bretaña votaron en contra, y el 92 por ciento de las emisiones de deuda de países emergentes están hechas bajo ley de Nueva York o la de Inglaterra.
P: ¿Es una reestructuración de deuda profunda una condición suficiente para la recuperación de un país en crisis?
MG: No. Es condición necesaria. El alivio de deuda da el espacio para hacer políticas macroeconómicas que en situaciones recesivas pueden resultar en creación de empleo y mayor uso de recursos de capital, pero resolver el problema macro de corto plazo no alcanza para resolver los problemas del desarrollo. Solo en situaciones excepcionales en las que las crisis de deuda se dan por un “accidente” (por ejemplo un terremoto que destruye recursos y hace imposible pagar la deuda) es suficiente con reestructurar la deuda. Pero si no es así, el país en crisis necesitará eventualmente generar las condiciones para que la estructura productiva poco dinámica pre-crisis sea reemplazada por una estructura productiva más dinámica post-crisis. Si no, los niveles sostenibles de gasto de la sociedad serán permanentemente más bajos que antes de la crisis.
P: ¿Qué consideraciones entonces tiene que tener Puerto Rico al momento de comenzar su propio proceso de renegociación?
MG: Puerto Rico debe aprender de las experiencias recientes cuáles son las “trampas” a evitar para que su reestructuración sí sea exitosa, a diferencia de lo que viene siendo la norma.