
SOBRE EL AUTOR
En la primera parte de este artículo, publicada ayer en Diálogo, se mencionaron las primeras dos propuestas para lograr que los reclamos de la comunidad universitaria puedan ser escuchados por la clase gobernante sin que necesariamente tenga que recurrirse a una huelga que paralice el sistema universitario público.
En primer lugar se sugirió individualizar la presión y el cabildeo legislativo. En segundo lugar se propuso crear una “lista negra” de los enemigos de la educación pública.
En esta última parte del escrito se presentan cinco propuestas adicionales explicadas a continuación:
- Realizar manifestaciones masivas compatibles con las labores docentes
Lo dicho anteriormente no significa que sea del todo inútil hacer manifestaciones masivas frente a la Universidad, e incluso al interior de sus portones. Lo que no ofrece resultados positivos –y de hecho resulta altamente contraproducente–, es cerrar los portones de la Universidad e impedir que los demás estudiantes que no quieran participar de la manifestación (bajo cualquier justificación o sin ella) entren al Recinto y reciban los servicios docentes que son la razón de ser de la Universidad de Puerto Rico. Las manifestaciones masivas tienen la importantísima función de captar la atención de los medios noticiosos y de ese modo llevar nuestro mensaje a la población general para forjar apoyo fuera de la comunidad universitaria y traducir nuestros reclamos a opinión pública. Pero las manifestaciones jamás serán masivas –y esto quedó probado con la exigua participación estudiantil en el último paro–, cuando están predicadas en el potencial uso de la fuerza y en la imposición de un método de acción a quienes no creen en el mismo.
Nótese que el hecho de que hubo un paro de 72 horas en el Recinto llegó a conocimiento de la población general en Puerto Rico, no porque hubo cobertura noticiosa constante y generalizada durante el paro mismo, sino por la marcha siguiente que se realizó frente al Departamento de Hacienda, lejos de los portones de la Universidad y con la participación voluntaria de estudiantes que votaron en contra del paro, así como de estudiantes de otros recintos del sistema UPR. Fue esa manifestación la que recibió cobertura efectiva tanto por los medios noticiosos de Puerto Rico como por algunos medios del exterior.
Si cerrar los portones del Recinto y paralizar las labores docentes ni siquiera sirvió para lograr la participación masiva en el paro de los mismos que votaron por su aprobación, es cosa segura que servirá aún menos para lograr la participación de quienes se oponen al cierre de los portones y que constituyen, de hecho, la gran mayoría de los estudiantes del Recinto de Río Piedras. Si el beneficio que se puede obtener de una manifestación estudiantil –con o sin portones abiertos– se reduce a la captación de la cobertura de los medios noticiosos, lo cual depende a su vez de la magnitud de la concurrencia de estudiantes en la manifestación, ¿por qué insistir entonces en cerrar los portones y paralizar las labores docentes, cuando sabemos que eso tiene el efecto de excluir a la mayoría de los potenciales participantes?
- Considerar e incorporar los intereses de los sectores más vulnerables
Una preocupación genuina que ha surgido entre algunos de los que hemos dado pensamiento sosegado a la situación actual y nuestras posibilidades de lucha –incluyendo el muy apreciado profesor y senador académico, Raúl Cotto-Serrano–, es la posibilidad de que estemos siendo irrazonables y hasta cierto punto insensibles en la articulación sustantiva de nuestros reclamos; es decir, en lo que estamos pidiendo y no únicamente en la manera en que lo pedimos.
Me parece que es una cuestión de conocimiento público el hecho de que Hacienda le debe a todo el mundo y medio mundo le debe a Hacienda. Estamos literalmente en un juego de suma-cero, en el que el dinero que reciba un sector de nuestra sociedad por parte de Hacienda será exactamente la misma cantidad de dinero que dejará de recibir otro sector de la sociedad, independientemente de que ambos tengan igual derecho a cobrar lo que se les debe. No estoy diciendo que dejemos de exigir a Hacienda que se mueva para que eventualmente pague a la Universidad el dinero que le adeuda, pero exigir el pago total e inmediato, así nada más, es ignorar los intereses de los sectores más vulnerables de nuestra sociedad, especialmente los niños de nuestras escuelas públicas. Sabido es que, también por la falta de pago por parte de Hacienda, nuestros niños de las escuelas públicas están en riesgo de perder parcialmente su transportación a los planteles escolares, los servicios de terapistas a los niños de educación especial y hasta los almuerzos en los comedores escolares.
Tenemos que considerar e incorporar los intereses de los sectores más vulnerables a la hora de articular nuestros reclamos, no solo porque eso es lo justo y correcto de nuestra parte (que de por sí es razón suficiente), sino porque nos ayudará además a ampliar la aceptación de nuestros reclamos fuera de los portones de la Universidad. Esto es un aspecto sustantivo de nuestra lucha que, a su vez, incide de manera directa en la efectividad de cualquier mecanismo procesal que decidamos adoptar.
- Constituir un comité de asistencia legal y redacción de legislación
Dada la naturaleza de algunos de nuestros reclamos, debemos constituir a la mayor brevedad posible un comité permanente de asistencia legal y de redacción de legislación. No basta con exigir a los legisladores de Puerto Rico que aprueben legislación conducente a la consecución de nuestros reclamos. Tenemos que ser proactivos y ponerles el proyecto de ley ya redactado en sus manos, listo para ser asignado a comisión y comenzar las peripecias del proceso legislativo. No faltarán legisladores que, en su necesidad de proponer cualquier legislación que les provea algo de publicidad para disipar su imagen de holgazanería de cara a las elecciones, estén deseosos de presentar proyectos de ley que tengan sustancia y trascendencia social. Poco nos debe importar si lo presentan como un proyecto por petición o de autoría propia, siempre que obtengamos el resultado deseado.
También es necesario contar con abogados y abogadas comprometidos con nuestra causa y que estén disponibles de antemano para ofrecernos representación legal gratuita en la eventualidad de un pleito legal, por la razón que sea. No podemos esperar a que surja la necesidad para entonces tomar las medidas de remedio. Además, hay mucha investigación jurídica por hacer, y créase o no, hay muchos estudiantes de Derecho y abogados/as jóvenes dispuestos a hacerla. No debemos descartar la posibilidad de que tengamos que acudir a los tribunales para vindicar algunos de los derechos sobre los que se fundamentan nuestros reclamos como estudiantes.
- Redactar un informe propio de reestructuración universitaria
La pasada asamblea del Consejo General de Estudiantes ya dio el primer paso en la dirección correcta en cuanto a este asunto de la reestructuración universitaria. Entiendo que la labor del Comité de Reestructuración de la UPR será la eventual redacción de nuestro propio informe y plan de reestructuración, ya que no podemos limitarnos a exigir el rechazo del informe AGB [documento producido por la firma de Juntas de Gobierno de Universidades y Colegios de Estados Unidos (AGB Consulting), comisionado por la Junta de Gobierno de la UPR]. Es importante que articulemos las razones específicas y fundamentadas por las que rechazamos el informe –cosa que, hasta donde tengo entendido, aún no se ha hecho– y que acompañemos nuestras críticas con alternativas igual de específicas y fundamentadas. No puedo dejar de insistir en la necesidad de que seamos proactivos y le demos buen uso a toda la inteligencia y el talento de los estudiantes de la Universidad de Puerto Rico.
- Crear un espacio cibernético para publicación de inteligencia
Debemos crear un espacio cibernético único y especializado, abierto a la colaboración de toda la comunidad universitaria y orientado por una política de tolerancia y respeto por las ideas ajenas, donde se siga la máxima universal del juego limpio y todo el mundo tenga la oportunidad de hacer colaboraciones inteligentes para promover sus propuestas. Me resulta muy preocupante el hecho de que hay muy poca publicación de inteligencia por parte de los estudiantes con respecto a los problemas que estamos enfrentando y las posibles soluciones a los mismos. Sí hemos hecho expresiones aisladas, escuetas y orientadas mayormente a funciones de publicidad de eventos antes que a la teorización y forja intelectual de nuestra lucha. Somos precisamente nosotros los universitarios, transmitentes y a la vez herederos de la inteligencia puertorriqueña, quienes estamos llamados a imprimir sabiduría en la lucha por nuestro patrimonio, la Universidad de Puerto Rico.
Tenemos que prepararnos, muy estimados compañeros, para recorrer la distancia y no pretender, en perjuicio propio, que nuestra lucha puede ser ganada en dos semanas con acciones irreflexivas y métodos divisorios. Esto es una pelea a doce asaltos que apenas está comenzando. Debemos estar abiertos a la adopción de métodos e instrumentos de lucha que forjen coaliciones duraderas y no que exacerben pasiones que durarán tanto como el semestre académico en curso. Las alternativas que aquí ofrezco no necesariamente son las mejores ni mucho menos las únicas. Pero estoy convencido de que tienen el potencial de ser un buen comienzo para el largo camino que nos queda por delante. ¡Caminémoslo juntos!
El autor es estudiante de tercer año de la Escuela de Derecho de la Universidad de Puerto Rico.