Decía el escritor colombiano Gabriel García Márquez que el periodismo es el mejor oficio del mundo. Claro, puede que el significado bien intencionado de las palabras del Gabo se interprete ahora mayormente con cinismo que con optimismo, especialmente para los periodistas que, a partir del próximo martes 8 de diciembre, se unirán a otros colegas cesanteados del Grupo Ferré Rangel (GFR) Media.
Esta ronda más reciente de cesantías se une a otras que lleva haciendo el conglomerado mediático, desde hace más de cinco años, con una llevada a cabo a finales de octubre de 2015. Esto, unido al cierre de Las Noticias Univisión el 17 de octubre de 2014, ha empeorado la situación del periodismo en Puerto Rico. No solo se quedan sin trabajo cientos de periodistas, sino que también se reducen los talleres de práctica para quienes cursan estudios universitarios con la esperanza de trabajar en un medio una vez se gradúen.
Claramente, el panorama para el periodismo en Puerto Rico es poco prometedor, y la situación a nivel mundial es igual, con el cierre de periódicos, la reducción o eliminación de operaciones de distintos departamentos en varios medios y la confusión que todavía existe sobre cómo hacer periodismo en una sociedad cada vez más digitalizada. Tampoco ayuda que el público ve al periodista como una persona indeseable y a los medios como una máquina constante de farándula y controversia. Son muchos los que opinan que sería un gran favor a la humanidad si se erradicara al cuarto poder de la faz de la Tierra.
A pesar de todo esto, sigo siendo idealista con respecto a lo que es el buen periodismo; y sí, sigo pensando que aunque “la cosa está mala”, existe demanda para personas con una formación académica y profesional en periodismo y en todo lo relacionado al campo de las comunicaciones.
Con la era digital, han surgido nuevos puestos que exigen que alguien tenga conocimiento de diferentes herramientas, como lo es ser manejador o manejadora de redes sociales. Este no solo requiere destrezas de redacción impecables, sino un manejo responsable de la información y el uso de valores añadidos para atraer a los lectores al contenido.
Sin embargo, aunque las escuelas de periodismo se han tratado de mantener al tanto de las nuevas tendencias del siglo 21, todavía queda mucho por hacer. Al menos en mi experiencia como estudiante de periodismo, el enfoque sigue siendo en la redacción para medios impresos, cuando el periodista actualmente tiene que ser conocedor de todo tipo de herramientas. Debe saber editar vídeo y audio, tomar fotos, manejar Twitter, Facebook, Instagram y programas en estas plataformas, como Periscope.
Antes, el bachillerato de la Escuela de Comunicación de la Universidad de Puerto Rico consistía de una secuencia curricular en comunicaciones, donde el estudiante tomaba cursos de redacción periodística, relaciones públicas y comunicación audiovisual; luego, escogía clases de concentración para enfocarse en algo específico del periodismo. Pienso que hay que regresar a eso, no especializar a un futuro periodista en una sola cosa.
Y también, hay que dejar de darles la expectativa a los estudiantes de que van a trabajar en un medio de comunicación, especialmente cuando leen sobre cesantías de periodistas y cierres de redacciones. Hay que enseñarles sobre la posibilidad de oportunidades en el sector público, privado, en organizaciones sin fines de lucro, en empresas emergentes, en Puerto Rico y fuera de él. Está muy bien que recomienden a los periodistas fundar sus propias iniciativas de medios; Noticel es buen ejemplo de eso. Pero para los jóvenes que apenas empiezan, es mejor que busquen un medio existente para obtener la experiencia que luego dará paso a iniciativas de comunicación verdaderamente emprendedoras.
La retórica de negatividad hacia el periodismo tiene que culminar. No es negar la realidad, sino ofrecer opciones para quienes damos todo por “el mejor oficio del mundo”.