
Steven Soderbergh se ha convertido ya en un respetado y popular director cinematográfico. Sus películas siempre parecen ser éxitos instantáneos aclamados tanto por la crítica como por el público. Entre sus filmes destacan la controversial Sex, Lies and Videotape, la triunfal Erin Brockovich, la innovadora Traffic, la divertida trilogía de Ocean´s Eleven, el remake de Solaris y las dos partes del Che. Pero su nueva película The Informant! no trae nada nuevo a su filmografía, además de resultar aburrida, pesada e interminable. A pesar de que la crítica pareciera amarla, este filme se me hizo eterno pues nunca logró capturar mi atención por completo. En primer lugar, necesité precisamente algo que me informara qué demonios estaba viendo. Soderbergh no deja claro si su película es una comedia, un drama o incluso una tragicomedia. Si es una película cómica, carece de la chispa y la diversión existentes en Ocean´s eleven, twelve y thirteen. Si por el contrario es una película dramática, ¿por qué no deja de parecer una comedia?
El gran problema de la película es que su trama y su personaje principal son aburridos y carentes de importancia. La historia gira en torno a un mitómano estafador, envuelto en un fraude internacional sumamente complejo, que tiene que ver con fijación de precios, una conspiración económica en la cual empresas competidoras acuerdan un precio alto para sus productos, de manera de que la pugna entre ellos no afecte sus ganancias. Este fraude carece de maquinaciones geniales o de una inescrupulosidad maquiavélica que impacte al espectador. Por el contrario, es una jugada económica que si bien es ilegal, a nadie realmente le importa lo suficiente como para ser el argumento principal de una película. Por si fuese poco, el personaje interpretado por Matt Damon carece de carisma y no permite empatía alguna entre él y la audiencia. No es que el personaje caiga bien o mal, se han hecho películas maravillosas en las que el protagonista resulta abominable. El problema con Mark Whitacre (Damon) es que es tan poco interesante como el fraude en el que se ve envuelto. Poco le importa al público sus desaires y tribulaciones, hasta el punto de que cerca del final, uno lo que desea es que la historia se termine para no seguir viendo lo que ocurre en la vida de este tipo. La dirección de Soderbergh, por otro lado no es mala. No es demasiado brillante tampoco, pero funciona. Las actuaciones son buenas pero tampoco resaltan. El elemento que si estorba, tornándose repetitivo y molesto es el de la música. A falta de jocosidad en el guión y en las situaciones (volvamos a aclarar que ni la fijación de precios ni la mitomanía son graciosos per se), pareciera que Soderbergh recurre a la música tonta y divertida para acentuar los momentos en los que quiere hacer reir al público. Las primeras veces funciona pero a la mitad de la película termina siendo un recurso casi ridículo. En fin, la crítica internacional parece amar el nuevo trabajo de Soderbergh y ya la catalogan como un nuevo acierto en la carrera del director. En lo personal, creo que se está siendo un poco indulgente con él, dada la trayectoria que ha tenido y el aprecio que se ha ganado tanto de la crítica como de sus fanáticos.