La ciudad tiene nombre de mujer herida. Eso se podría pensar luego de transportarse en la AMA, por Santurce, al tiempo en que se lee un artículo de Lilliana Ramos-Collado sobre las Ciudades invisibles, de Italo Calvino. Las heridas pueden mostrarse de manera evidente en
el vacío dejado por comunidades desplazadas, edificios abandonados o a través de un mural que surge de manera casi desapercibida en una pared inmensa y olvidada. El artista de los murales, ve esos espacios como lugares de reinvención, lee una historia oculta y la reescribe.
Al menos eso propone el grupo de jóvenes que gestó la iniciativa “Los muros hablan”, quienes pusieron el arte al servicio de Santurce y reafirmaron que los muros tienen un lenguaje y una mirada que aluden a nuestra realidad social. El colectivo de artistas estuvo integrado por al menos doce muralistas locales e internacionales, que se unieron al Museo de Arte Contemporáneo de Puerto Rico (MAC), para crear el Primer Festival Internacional de Arte Urbano en octubre del 2012. Entre ellos, mencionados según sus seudónimos, aunque sí se identificaron con sus nombres completos al realizar los murales están: Roa, de Bélgica, Ever y Jaz, de Argentina, Aryz, de España, Sego y Neuzz, de México, además de Ismo, Pun18 y Sofía, de Puerto Rico, entre otros.
En la conferencia de prensa, en el MAC, aseguraron a EFE que escogieron Santurce por su visión urbana. Para estos artistas, afirmó Emil Medina, uno de los promotores, Santurce se ha convertido en la meca del arte urbano, y la calle su inspiración. Como asegura el artista Ever, de Argentina, en la página electrónica de “Los muros hablan”, “la calle es una maquinaria impredecible, en donde convive una especie de desorden/orden” y cree que “partiendo de ese concepto, salir a pintar introduce algo no establecido al día normal de un ciudadano común. La calle vive de monotonía, y nosotros tenemos deseos de cambiar eso”; así casi como una visión palesiana que pide “piedad” para un espacio, antes de que se muera en la “nada”.
Graffiti emblemático de la artisa Sofía Maldonado pintado en uno de los edificios que hace esquina al comienzo de la Avenida Ponce de León en Río Piedras. (Ricardo Alcaraz)
Un recorrido por las calles santurcinas es suf iciente para observar el talento de estos artistas, quienes se destacan por sus técnicas variadas, murales de tamaño monumental, colores fuertes y una evidente tendencia a incluir temática de crítica social. Estos murales tienen sus puntos de encuentro con el trabajo de Sofía Maldonado y sus mujeres heridas. Ella representa mayormente en su arte a mujeres activas, corredoras de patineta o patines, en fin, mujeres con garras, uñas larguísimas y pintadas.
Muchos pensarían que las mujeres de Sofía parecen “cafres” pero la artista ve en ellas la fortaleza de las feministas que se apropian de sus espacios y se proyectan hacia ellos. Estas mujeres, curiosamente, en su mayoría, tienen los ojos cerrados; una mirada que se oculta como enigma. Sofía podría responder a la incógnita que ellas no quieren mirar, que son libres y no buscan hacer comunidad, pero también cabe preguntar si se resisten a ver al otro como la mayoría de los paseantes en la ciudad, siempre de prisa y en negación de la otredad,
o ¿no abren sus ojos por temor a verse a sí mismas? Un detalle cautivante del nuevo mural en la avenida Fernández Juncos es que la mujer tiene los ojos abiertos y de su pecho brotan, como flor de loto, las palabras “no me maltrates”.
Con estas mujeres en paredes inmensas Sofía “le sobreimpone una monumentalidad a la ciudad que no tiene, así que hay algo heroico en el gesto de ella”, afirmó el arquitecto Miguel Rodríguez Casellas. No solo en ese aspecto se puede relacionar a las mujeres de Sofía con la ciudad, también ellas caminan a distintas velocidades. Unas están descalzas, algunas en plataformas y otras sobre ruedas, así como las ciudades, con sus ritmos variados, unos acelerados, otros pausados. Sin embargo, todas tienen marcas en sus cuerpos que se proyectan hacia el exterior y que son mostradas con orgullo, como heridas de guerra.
Sobre este particular Rodríguez Casellas opina que “hay una relación mimética entre el trabajo gráfico de Sofía y el estado de una ciudad con paredes abandonadas, manzanas incompletas, demoliciones que han dejado mellas urbanas o vacíos que no tienen función, en fin, una ciudad que se siente en ruinas, que se siente bombardeada a lo largo de las décadas”. El arquitecto percibe ese diálogo como trágico y heroico a la vez, porque Sofía logra “sistematizar una belleza aun en el gesto trágico”. Añade que su romance personal con Santurce
armoniza con la mirada de Sofía ya que tiene que ver con la dinámica de encariñarse con la “posibilidad” dentro de la “belleza del accidente”, distanciándose del canon gremial relacionado con la arquitectura y la ingeniería tradicional-aburguesada.
Rodríguez Casellas denominó esta crítica como “la melena de Santurce”, en un intento de provocar la aceptación de la diversidad de los “pelos”; entregando esas cabelleras a la voluntad meteorológica. Una idea parecida a cómo se proyectan las melenas de las mujeres de Sofía, siempre conectándose con los espacios, expuestas al ambiente sin planchados. En otras palabras, nos invita a hacer las pases con el presente imperfecto de la ciudad y producir nuevas estéticas que acepten y protejan la diversidad social. Sobre este aspecto el arquitecto considera que los artistas urbanos son más conscientes y están en más sintonía con esa intención que muchos arquitectos, a los que relaciona con un monopolio discursivo enfocado en corregir y disciplinar, en vez de crear estilos que mejoren la capacidad de diálogo entre los distintos segmentos sociales.
Asimismo, indicó que le agrada el proyecto de los murales por su capacidad de fundar una tradición que conecta la oficialidad con el arte urbano. Como ejemplo, mencionó el mural que realizaron en el complejo privado de apartamentos Ciudadela, específicamente en una inmensa pared que a él le pareció un error de diseño. Sin embargo, entiende que fueron los artistas urbanos, tradicionalmente perseguidos, los que “limpiaron el reguero”. Eso sí, recalca la importancia de no perder la energía del mensaje, con todo, la autonomía del artista, sin la censura que pueden traer la oficialidad y los auspicios.
Hay un dato interesante en el llamado resurgir de Santurce y la importancia que se le ha brindado al arte en el proceso. Como explica Ramos-Collado, quien es actualmente la curadora del MAC, cuando hace referencia a los estudios de Aníbal Sepúlveda, Santurce surge como barrio de esclavos libertos. La sobrepoblación en San Juan lleva a la fundación de áreas cercanas como Miramar y Santurce. Este último destacándose como centro comercial lineal y por estar conectado por vías principales con Río Piedras y Caguas. Sin embargo, como menciona la curadora, Santurce se ha caracter izado por ser centro de comunidades marginales, por la pugna constante entre poblaciones ilegales y por ser centro de intercambio de negocios relacionados con la economía subterránea. Estos aspectos los relaciona con el predominio a “mantener solo las fachadas de las avenidas y a olvidarse de lo demás” y que se destaque “el uso de ornamentos”.
La estudiosa ve en Santurce un espacio que atrae a los llamados “Young Urban Professionals” o “yupis” “por su aire histórico, sin tenerlo genuinamente porque ya cuando se hicieron los primeros edificios eran imitaciones de otras arquitecturas”. Este es uno de los polos del Santurce contemporáneo, de nuevos comercios y desarrollos de vivienda lujosos, mientras el otro polo se relaciona con “actividades desestabilizadoras”. En medio de esos polos opuestos se gesta el proyecto de arte urbano “Los muros hablan” y nos preguntamos entonces,
¿qué dicen? ¿Son escuchados? Los murales a diferencia de otros proyectos no pretenden domesticar a la ciudad. No buscan embellecerla enmascarando real idades, a l contrario, pueden parecer adornos pero en su intención predomina la denuncia, la búsqueda de libertad y
del abrazo entre horizontes. En otras palabras los murales en Santurce buscan promover puntos de encuentro. No solo fueron creados en paredes de edificios marginados, también se imponen en paredes de complejos privados.
Los murales representan personajes, en su mayoría, monstruosos y con pieles expuestas, colores y técnicas de textura imposibles de no mirar. Estos muros hablan de una ciudad polimorfa y sobre todo en resistencia, como las mujeres de Sofía. Según Ramos- Collado tradicionalmente las ciudades no son representadas como símbolos masculinos a pesar de los edificios altos que se imponen como símbolos fálicos. Para ella, las ciudades son representadas como femeninas por su carácter sedentario. Las ciudades se establecen, esperan
y reciben, “como la Penélope de Odiseo”. Asimismo, la estudiosa explica que las ciudades “sangran” por la ilegalidad y toda acción que no ha sido sometida a la autoridad y a sus protocolos de normalización, higienización y control.
Importante destacar el ornamento como un elemento siempre relacionado con el aspecto femenino de la ciudad, y para la también profesora de arte y literatura los murales son como ornamentos. Asimismo explica que estos han sido demonizados por una corriente de arquitectos que los asocian con la debilitación estética. Sin embargo, en Santurce se han utilizado, no solo por los artistas urbanos, para rehabilitar y delimitar los espacios. Sobre “Los muros hablan”, Ramos-Collado, destaca que le gusta el título que le dieron al “ornamento”
y asegura que en vez de trabajar este elemento estético como herida, lo que hacen es obligarnos a mirar la ciudad. Asimismo asegura que “todo ornamento busca la mirada y la que se busca aquí es una mirada de denuncia, de estética caprichosa”. De igual forma, sostiene que Sofía trabaja el cuerpo lacerado como un cuerpo heroico, un ornamento que implica la dignidad del sujeto, como algo ganado que no representa un valor añadido, como una prenda, sino como una marca que no se puede comprar; para tenerla, “tienes que pasar la experiencia”.
En la foto el graffiti de Sofia Maldonado creado en el marco del Primer Festival Internacional de Arte Urbano: Los muros hablan, llevado a cabo en octubre del 2012. (Ricardo Alcaraz)
Sofía Maldonado es pionera, como mujer, en el arte del mural en Puerto Rico. Su arte la ha llevado a paredes de reconocidos espacios en Nueva York, donde actualmente reside. La artista se insertó en un espacio masculino sin temor, pintando paredes de varios pisos
y dibujando con gran técnica y pensamiento ante las miradas atónitas de artistas que veían el arte urbano desde una perspectiva territorial. El arte de Sofía, invita a mirar una ciudad que muestra sus imperfecciones y que cuestiona la oficialidad. En fin, muestra la ciudad
que nos habita, con su actualidad transformativa, desafiante y herida.
La autora es periodista y estudiante doctoral.