
¿Qué lleva Llewyn Davis por dentro? ¿Qué había en la década del 1960 que no la podemos dejar en el pasado? ¿Qué atrajo a los talentosos cineastas Joel y Ethan Coen a la escena folk de Nueva York para filmar esta película?
Pocos directores estadounidenses mainstream se pueden dar el lujo de hacer lo que los talentosos Coen hacen en Inside Llewyn Davis. Aunque las piezas de periodo están disfrutando una temporada de popularidad (¿Han visto Mad Men? Vean Mad Men), el nivel de producción exquisito que transporta por completo al pasado cercano no es fácil de lograr. Este tipo de cine-arte de arco dramático cauto, estudio de un personaje y el mundo en que este se mueve, y con una construcción narrativa episódica que a primera vista parece algo desarticulada, no tiene mucho espacio en el cine comercial de los Estados Unidos. Y ni hablar de un final abierto a interpretación. Todas estas son características a las cuales Hollywood le huye. Son todos estos elementos los que describen la historia muy íntima del cantautor titular y la escena musical del principio de la década en la que está ambientada.
Protagonizando por primera vez un largometraje por su cuenta, el actor latino Oscar Isaac hace de Llewyn Davis, un músico buscando hacer una profesión de su talento como cantautor en una ciudad donde sobraban artistas y faltaba interés por un género al que no le había llegado su momento. Llewyn no tiene con que pagar renta así que se va moviendo de condado a condado quedándose en el piso o el sofá de los pocos amigos que le quedan. Sólo carga con lo que tiene: un saco de cuero donde presumiblemente lleva su ropa y su guitarra. Cuando lo conocemos, termina de tocar un concierto acústico corto en un show en el cual se presentan varios otros cantautores del mismo género, sale a la calle, visiblemente incómodo o de malhumor, a darse un cigarrillo y un desconocido le da una pela por algo que supuestamente pasó la noche anterior. Su suerte empeora y mejora (pero mayormente empeora) de manera sutil de ahí en adelante.
Como es de esperar en una película Coen, el elenco es divino y en especial, Carey Mulligan me encanta más cada vez que la veo actuar. La inglesa logra mucho con su papel secundario como Jean, la pareja de Jim (Justin Timberlake), un dúo de folk y amigos de Llewyn. Cada vez que Jean regaña y fastidia al protagonista, por razones evidentes que evita verbalizar, revela lo que esconde a flor de piel, un cariño y una decepción que siente por él y en él. A Timberlake le toca hacer de bonachón, rol que encarna muy bien desde sus muchas apariencias en Saturday Night Live. En una escena en la que el personaje de Timberlake canta junto a Llewyn y al weirdo profesionaly actor de la serie Girls de HBO, Adam Driver, el solista de música pop luce un poco más de talento como actor, probablemente porque está en su elemento. Garrett Hedlund y el pilar de calidad que es John Goodman hacen de greaser y músico de jazz respectivamente, un dúo raro que le añade algo de surrealismo a la segunda mitad del filme.
Inside Llewyn Davis rápidamente se despoja de los temas cliché de la vida dura de un artista al principio de su carrera. Llewyn lucha para mantenerse a flote sin sacrificar esa masa incorpórea y difícil de definir que es la dignidad e individualidad del verdadero artista y aunque claramente tiene talento, desafortunadamente para él, Inside Llewyn Davis es más sobre esos músicos que se pierden en la masa, que se confunden entre el montón de un boom generacional sin importar lo que tengan que ofrecer, envés que del trayecto de un artista en particular.
¿Qué lleva Llewyn por dentro? Al final de los 105 minutos, puede que algunos sigan con la misma pregunta sin contestar. Para mí, las otras dos son más interesantes. Atmosférica, hipnotizante y cariñosamente capturada por la cámara del director de cinematografía Bruno Delbonnel (Amélie y A Very Long Engagement), Inside pone la pequeñez del sujeto frente a la inconmensurable gigantez de los momentos históricos que vive. Llewyn no es Bob Dylan, así que si se lo lleva el viento, nunca lo sabremos.