Si usted, ser humano que nos lee, ha estado pendiente a los medios noticiosos, en especial a los internacionales, sabrá que el panorama político en Brasil ahora mismo es pandemónium puro.
El otrora vicepresidente Michel Temer conspiró junto a la Legislatura brasileña para sacar de la presidencia a la primera mujer en ocupar ese cargo, Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores y su excompañera de papeleta, y ahora funge de presidente interino en lo que es catalogado por analistas como un golpe de estado sutil pero mezquino.
De inmediato, Temer nombró un gabinete nuevo, todos hombres adinerados y caucásicos, que representan lo más clásico de la derecha brasileña, y que busca enfocarse en medidas de austeridad y en saciar los caprichos de la banca y el comercio mundial, en total oposición a las medidas diseñadas por Rousseff y su antecesor, Luiz Ignacio Lula Da Silva, que apostaban más a la integración unísona de todo el pueblo brasileño y en sacar de la pobreza a millones de ciudadanos.
Es un suceso histórico al que hay que mirar con cuidado y por eso, es que recurrimos a un experto en política internacional para que nos desmenuzara bien el tema. José R. Rivera, profesor de política internacional de la Facultad de Ciencias Sociales del Recinto de Río Piedras y analista de ABC y Sistema TV, no vaciló en asumir el turno de cuarto bate en nuestra alineación. Qué comiencen los lanzamientos.
Lo principal
¿Qué es lo que está pasando?
“Evidentemente, en estas últimas cuatro semanas han habido sacudidas enormes en el sistema político brasileño. El presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cuña, agenció un voto para enjuiciar y remover del puesto a Dilma Roussef y enjuiciarla en un proceso de residenciamiento por una infracción cometida durante el periodo de relección”, comenzó a explicar Rivera.
“Se alega que el gobierno de Dilma, en pleno periodo eleccionario, tomó prestado a nombre del estado brasileño un dinero equivalente a 11 mil millones de dólares para financiar programas sociales para los agricultores y las clases menos afluentes como parte de las políticas sociales que el Partido de los Trabajadores que lleva más de 12 años, desde la época de Lula, buscando levantar de la pobreza a millones de brasileños. Dilma hizo este préstamo en periodo eleccionario, y ahí es que está el ‘issue’ en controversia, aun cuando todos otros presidentes han hecho ese mismo gesto de tomar prestado de bancos del estado, ella lo hace para respaldar sus plataformas de asistir a los pobres y la acusan de crear y ocultar un déficit, algo que en la política fiscal se le conoce como contabilidad creativa, donde se presenta una realidad que no es”, prosiguió.
El doctor Rivera resaltó que “aunque esto, definitivamente, es reprochable”, no es algo que constituya un argumento legal válido para someter a Roussef a un proceso de residenciamiento.
“Para empezar, esto es dañino porque la constitución brasileña dice que el presidente debe ser removido durante 180 días en lo que se hace el juicio, y parece que buscan hacerlo directo. Además, esto va contra los millones de ciudadanos que votaron por Rousseff. Por lo tanto, se ha creado un disloque enorme en la política de Brasil, primero porque todos los presidentes han hecho alguna contabilidad creativa en el presupuesto en algún momento u otro para poder atar cabos, y a ella se le señala como una falta deplorable, y eso es lo que ha creado indignación, no solamente en ella, si no en gran parte de la ciudadanía y de muchos estudiosos políticos”, indicó.
La mezquindad de los cabros velalechugas
El doctor Rivera hizo hincapié en que todo esto sucede en un momento en que Brasil sufre una gran recesión económica, con la bajada del precio de su petróleo y con un gran déficit en términos de los recaudos del estado. Pero, a pesar de estas situaciones propias de una economía grande como la de Brasil, Rivera entiende que la oposición de Rousseff ha sido mezquina y pico a la hora de la ofensiva en su contra.
“Todas estas personas, estos diputados que votaron a favor de enjuiciar y residenciar a Dilma enfrentan cargos por corrupción. Al propio Cuñas se le ha pedido que renuncie. Es algo muy irregular, tienes gente que votan a favor del residenciamiento, aun cuando han sido señalados por actos de corrupción. ¿Qué moral política tienen para remover a una persona de su puesto, para alterar la institucionalidad del gobierno brasileño, para hacer algo que subvierte la voluntad democrática de un pueblo?”, expresó en tono álgido.
“Para colmo, esto sucede, ciertamente, en un momento en el que se necesita que el estado brasileño se mantenga firme para que pueda abordar la recesión económica. Se requiere mucha estabilidad, primero porque lidian con la epidemia del zika, que va rampante, y claro está, porqué están en la víspera de una Olimpiada. Puede verse como algo mezquino todo esto”, agregó.
“Dilma guerreira da Pátria brasileira“, vitoreaban sus seguidores previo al discurso que emitió tras su destitución. “Los actos que practiqué fueron actos legales, correctos, actos necesarios…”, estableció Rousseff. Aquí sus declaraciones:
Latifundios y clases adineradas versus Rousseff
Según indica un reporte de Reporteros Sin Fronteras, el 90% de los medios de comunicación en Brasil son propiedad de siete familias, algunas de las cuales fueron piezas fundamentales en el golpe del ’64 en Brasil. La pregunta para el doctor Rivera era inminente: ¿Cuál ha sido el rol de la presa corporativa en el ataque a Dilma?
“Su rol ha sido crítico porque se han convertido en el portavoz de aquellos sectores políticos y regionales que están en contra de todo lo que el Partido de los Trabajadores quiere hacer. ¿Cuál ha sido el gran proyecto del Partido de los Trabajadores? Usar los recursos del estado y lograr una redistribución enorme para poder levantar una gran cantidad de la pobreza, sobre todo en las regiones más marginales, como la ruralía brasileña del norte de Brasil y los sectores marginados de los grandes centros urbanos del país. A esos sectores los han levantado de la pobreza, les han permitido acceder al trabajo, y se ha creado una nueva clase media que potencialmente se puede convertir en una base política permanente para el Partido de los Trabajadores. Evidentemente, la prensa, que, por ser administrada por la clase alta está aliada a ella, se le ha ido en contra a todo esto”, explicó.
Un golpe “sutil y solapado”… y un futuro poco alentador
¿Entonces, es esto un golpe?
“De manera sutil y solapada sí lo es”, dijo sin tapujos el doctor Rivera.
“Todo lo que tenían que hacer en este caso, nada más en virtud de los señalamientos de corrupción que han tenido los diputados que la acusan, todo lo que tenían que hacer era esperar que el segundo término de Dilma acabara y que la transición fuese en las urnas. Todo este conglomerado opositor, las fueras políticas, las clases adineradas, la prensa corporativa, los latifundios aleatorios, todos ellos simple y sencillamente optaron por sacar por la fuerza a una persona que no lo merecía. ¿Por qué no esperar a que sucediese el juicio electoral en 2018?”, apuntó.
“En ese sentido, el futuro no lo veo muy alentador. ¿Qué quiero decir con esto? Pues el problema es lo que ha revelado todo este proceso. Primero, se nota una gran falta de vocación democrática en algunos sectores políticos de Brasil como las clases adineradas, los latifundios, y los sectores empresariales, mediáticos y comerciales. Creo que eso es lo primero que nos debemos llevar de esto”, prosiguió.
“Segundo, evidentemente existe una polarización política de grandes proporciones en Brasil, no solo en términos ideológicos, lo que es obvio, si no en términos regionales. Evidentemente, Brasil es un mundo enorme y dentro de ese mundo existen múltiples mundos. Tienes a un campesinado sometido a grandes terratenientes, a pesar de que el Movimiento de los Sin Tierra ha podido atemperar eso. Entonces tienes unas poderosas clases medias y clases altas en lugares como Sao Paulo, las clases medias históricas que se han vuelto afluentes a través de este periodo de pre incumbencia de Dilma, con una molestia evidente. Para colmo, el nuevo gabinete de Temer prueba que hay una brecha racial profunda que no se ha podido atemperar. O sea, aquí son los poderosos versus los trabajadores campesinos y los pobres”, continuó.
Rivera acentuó que la estructura institucional del gobierno y la política de Brasil han sido laceradas al punto de que “ya comienza a colapsar”.
“La corrupción como fenómeno humano, como práctica sociopolítica en Brasil, se nota de forma endémica, se muestra de manera evidente”, dijo.
Al fin y al cabo, solo resta darle tiempo al tiempo y ver qué pasa.
“Hay que ver cómo se da la dinámica en el Senado de Brasil. En el tiempo que queda para las elecciones, que es apenas de dos años, pueden suceder varias cosas. Una cosa es que la indignación sea tal que el Senado se dé cuenta del error garrafal y del hecho de que se está destruyendo la institucionalidad brasileña y en un gesto de buena voluntad decida suspender el juicio y regresar a Dilma al poder. Eso sería idóneo, pero, como dice Maquiavelo, las cosas son como son, no como uno quisiera que fueran”, reflexionó el profesor.
“Nos hemos dado cuenta que esto es un circo político, un gesto mezquino”, añadió, comparando la situación de Rousseff con la de Jean Beltrán Aristide en Haití, primero a principios de la pasada década y en 1991.
Al mencionar al líder haitiano, cabe recordar el rol de los Estados Unidos en su salida del poder. En ambas ocasiones, los Estados Unidos jugaron un rol protagónico: En 1991, primero con la Central Intelligence Agency (CIA) respaldando abiertamente al general haitiano Raoul Cedrás en un golpe militar, y en 2004, cuando grupos paramilitares despacharon a Aristide, cédulas de guerrilla que abogados de él han denunciado que fueron armados por los Estados Unidos.
Claro, que muchas otras situaciones parecidas a estas en Latinoamérica han sido propiciadas por Estados Unidos, más notablemente en Chile, con el asesinato de Salvador Allende el 11 de septiembre y el golpe que diera Augusto Pinochet, respaldado por la CIA, según confirman recientes documentos desclasificados de la propia agencia.
Para colmo, recién sucedió el golpe en Brasil, la página de Wikileaks emitió un reporte que conectaba a Temer con la CIA como informante estelar. Así las cosas, ¿hasta donde ha metido la mano Estados Unidos en este conflicto carioca?
“Los disloques y las irregularidades existentes en el sistema político brasileño son suficientes para determinar que este daño se lo hicieron ellos solitos. No estoy hablando de uno u otro campo, la clase político brasileña y el sistema político están dañados, dislocados, hay fisura, polarización, es una cultura de corrupción bien insertada y evidentemente esto ha decimado lo que ha sido un periodo extraordinario en la historia política brasileña. Ese daño lo han procurado hacer ellos solitos”, apostilló.
“Ahora…”, continuó, “Estoy seguro que los Estados Unidos no sentirán mucha pena de la salida del poder del Partidos de los Trabajadores, especialmente a nivel internacional y regional. Aunque, contrario a otros regímenes que han antagonizado con Estados Unidos a nivel internacional y regional, el gobierno del Partido de los Trabajadores nunca tuvo intención de eso, al contrario. Tanto Estados Unidos como Brasil han entendido que pueden beneficiarse uno del otro y Lula siempre mantuvo un acercamiento conciliador. Pero, vamos, Brasil es considerado parte del grupo de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), o sea, es competencia de Estados Unidos, aunque no es enemigo”, arguyó Rivera.
A nivel regional, empero, el impacto pudiese ser crítico.
“Ciertamente, en el caso particular del Mercosur, que son socios comerciales de Brasil, la ansiedad de una economía en recesión afecta. El hecho de que estén en problemas es indicativo de que también las economías de Uruguay, Paraguay y Argentina pudieran también experimentar sacudidas. Uno podría pensar que Macri no es compatible ideológicamente, pero él no quiere ver tampoco a Brasil cayéndose, el vínculo comercial es muy importante, y eso significaría entonces una reacción en cadena que pudiera afectar la economía argentina. En términos de los otros países, cada país está teniendo su proceso”, finiquitó, indicando que también ve en este proceso matices de los golpes sucedidos en Egipto, cuando un impulso de latifundio mediático en las redes sociales provocó que el grupo Hermandad Musulmana liderado por Mohammed Morsi fuese expulsado del poder apenas meses después de ganar legítimamente los comicios electores.