Rosa Luisa Márquez y el teatro de los afectos
Supongamos que un día hubo un país. Y que de ese país ahora quedan apenas jirones, hilos sueltos que es preciso volver a tejer. Supongamos que un ejercicio como este es inútil. Que en el exilio del presente hay fisuras, quistes, grietas por donde se escapan cosas que es imposible recomponer. Supongamos que esto último…