Amanecer en el Yunque
Como empiezan esos cuentos que ya no se escriben: Eran cuatro en una caseta de campaña, inmersos en lo más espeso de la oscuridad. Cuando la oscuridad espesó, yo no quería, que prendieran la luz de la caseta. «Así nos pueden ver de afuera», recomendé. Para cooperar, Julio añadía, con una cierta sonrisita del que…