Por: Lilly Rivera
Ella mide como 4’11’’, tiene 80 años de edad, le encanta decir que va para 81 aunque los cumple en octubre. Tiene el cabello teñido de color miel con destellos color arena y un moderno corte tipo paje. Siempre peinada y maquillada llama la atención en el gimnasio al que asiste, con sus labios pulposos pintados de rojo y su bella sonrisa. Todos saben quién es ella, es que conversa con todo el mundo mientras realiza su rutina de pesas.
Se llama Rosita Fragoso y lleva el apellido de su amado esposo que en paz descanse. Vive en Carolina. Le gusta hacer ejercicios y también ir a las bohemias en la Placita de Santurce a divertirse con sus amistades. Una mañana del mes de febrero hablamos un rato en el gimnasio y me contó que iba en la tarde para el Jardín Botánico de Río Piedras a una clase de Tai Chí.
-¿Tai Chí? ¿Tú practicas Tai Chí? Le digo tú porque a ella le gusta que la tuteen. Le menciono que llevo años queriendo practicar Tai Chí y no sabía a dónde ir.
-Pues yo hago Tai Chí en el Jardín Botánico de Río Piedras. Ve a la clase hoy, yo voy a ir. Es todos los martes a las 4:30 p.m.
Fui a la clase. Se alegró cuando me vió y yo también me alegré. Me sentía en un mundo nuevo y deseado.
Allí, debajo de la sombra de unos enormes arboles cuyas hojitas sonaban todo el tiempo por el viento, justo a las 4:30 p.m. comenzó la clase en el Jardín Botánico. Joseph Esteves, presidente de la Asociación de Tai Chí de Puerto Rico y uno de los maestros pioneros de Tai Chí en la Isla era el instructor. Esteves tiene 76 años de edad (no los parece) y lleva 30 años dando clases en el Jardín Botánico libre de costo.
Esteves con rasgos asiáticos por su madre, de ascendencia filipina, vestía uniforme de artes marciales. Me miró, sonrió y me saludó en mandarín. Yo no hablo mandarín pero respondí según me iba diciendo Rosita, que estaba ubicada a mi lado como buena mentora. Miré a todos, habían como 20 personas, y les dije que estaba ahí por invitación de mi amiga Rosita y que era la primera vez que haría Tai Chí. Me dieron la bienvenida.
El grupo lo componían adultos mayores y jóvenes adultos. Todos felices y listos para, como describe Esteves, “meditar en movimiento” a través del Tai Chí. Comenzó la clase, me sentía en confianza. Me desconecté, me transporté a un espacio de paz y fluidez.
Era como estar dentro del mar haciendo movimientos suaves como las anémonas y otras veces como si fuera un ave abriendo y cerrando las alas lentamente sobre un lugar hermoso. Nada de prisa, nada quieto, todo el cuerpo funcionando, la mente concentrada en cada órgano, en la respiración y cada movimiento. Me enamoré del Tai Chí, sentí la divinidad de mi cuerpo y el balance al que puede llegar con concentración, movimiento y posturas impensables.
A las 5:30 p.m. terminó la clase, todos quedamos relajados. El Maestro anunció que el 25 de abril de 9:00 a.m. a 12 del mediodia se celebraría el Día Mundial de Tai Chí en el parque Luis Muñoz Rivera, en Puerta de Tierra. Este anuncio fue para mí como esperar cuando niña la llegada de Los Reyes Magos. Compré la camiseta roja que llevaríamos puesta todos los alumnos al evento. Y continué asistiendo a las clases para ir aprendiendo al menos lo básico.
Llegó el día. Era una mañana fresca y soleada. El Pabellón de la Paz estaba rodeado por cientos de personas y maestros de Tai Chí de unas ocho academias que impartían diversidad de técnicas a los presentes. Habían estudiantes nuevos, experimentados y público en general. Todos prestaban atención a las demostraciones. Había apertura colectiva a nuevas experiencias para ganar salud y bienestar.
Me acerqué al grupo de mi maestro Esteves y ellos estaban practicando movimientos para la salud. El Tai Chí, explicaba él, activa el sistema central nervioso. También mencionó que el Tai Chí es “meditación en movimiento”, que en China hay más 700 millones de personas incluyendo hombres, mujeres y niños que lo practican diariamente, y que en Puerto Rico se debería dar a conocer y practicarlo más. Yo seguía escuchando y a la vez tomando fotos con mi teléfono inteligente. Estaba fascinada con todo lo que se decía de las bondades del Tai Chí como, por ejemplo, que mejora la circulación, la digestión, la coordinación, aumenta el estado alerta, hace que las articulaciones estén más fuertes y flexibles, moldea el temperamento, retrasa el proceso de envejecimiento y prolonga la vida.
De repente veo a una mujer de edad avanzada en silla de ruedas haciendo Tai Chí. Le tomé algunas fotos y cuando terminó la demostración de Esteves me le acerqué. Se llama Doña Carmen Toro y estaba acompañada por su hija Carmen Quiñones. Ambas practican Tai Chí con el maestro Juan González desde casi un año en la iglesia Jesús Mediador en el sector El Volcán en Bayamón.
“Me siento bien cómoda allí. El maestro a veces los sienta a todos para que sientan lo mismo que sienten los discapacitados”, dijo Doña Carmen quien manifestó encontrarse en etapa inicial de la enfermedad de Parkinson.
“Me ha venido muy bien el Tai Chí por la concentración y los movimientos, estoy contenta de estar aquí, hoy”, afirmó con entusiasmo. Su hija comentó que ha sido tremenda experiencia para ambas porque además de la parte física se trabaja la parte espiritual. Ahora me sentía más emocionada porque estaba escuchando un testimonio de una mujer de edad avanzada con la enfermedad de Parkinson decir que el Tai Chí ha mejorado su calidad de vida.
Luego de hablar con Doña Carmen y su hija, me preguntaba si habría algún beneficio para los niños. Y di con Sifu-Víctor Pérez maestro de Tai Chí, entrenador personal y dueño de la academia Kionetfit en Caguas, que acababa de hacer una demostración de PIAN PIAN QI WU (seis armonías) que me dejó embelezada. Pérez me dijo que toda persona puede hacer Tai Chí.
-¿Incluyendo los niños?
-Los niños que practican Tai Chí aprenden a contar, a tomar decisiones, mejoran sus destrezas motoras amplias, controlan sus emociones y pueden canalizar su energía en esta disciplina. En mi academia brindamos el programa Tai Chí weplay kids para niños desde los cuatro años de edad; los niños se divierten en las clases mientras aprenden.
-En resumidas cuentas, ¿para qué nos sirve el Tai Chí?
-El Tai Chí es bueno para ayudar a envejecer saludablemente y no ser una carga cuando seamos adultos mayores. Nos permite potenciar nuestras capacidades físicas y mentales, vivir mejor, valernos por nosotros mismos. El Tai Chí es inofensivo es una práctica que aunque la hagas mal está bien, te beneficia no te lastima. Te brinda flexibilidad, mejora tu capacidad cardiopulmonar y el sistema nervioso central. Es un ejercicio neuromuscular. Cuando haces ejercicio lento usas más musculos y logras más conciencia del ejercicio.
Mientras yo entrevistaba a Pérez mi amiga Rosita practicaba Tai Chí en el medio del Pabellón de La Paz con todos los estudiantes. Un poco después culminó el evento con una danza de coloridos dragones que capturó la atención de toda la gente.
-Rosita no te vayas quiero tomarme una foto contigo como recuerdo del Día Mundial de Tai Chí.
-Espérate Lilly, mejor todavía vamos a hacernos un selfie.
La autora es comunicadora y especialista en Educación en Salud.