Macabra, excitante, veloz y feroz, la película Nightcrawler —que estrena hoy en cines— es un filme de suspenso con un retro cool parecido al que hizo de Drive (2011) un clásico de culto instantáneo.
Aunque la historia se desenlaza en el presente, la vestimenta, el cabello engrasado y los intereses amorosos de su protagonista remiten a la década de los ochenta que vive en la memoria colectiva, mayormente en parte a series televisivas como Miami Vice y filmes como Lethal Weapon.
En el largometraje, un nightcrawler es un fotoperiodista independiente que traversa las calles de Los Ángeles durante la noche coleccionando pietaje. Se dedican a perseguir a las ambulancias y a los policías que atienden emergencias para grabar los incidentes del modo más chocante posible y venderlos a noticiarios mañaneros.
El protagonista Lou Bloom (Jake Gyllenhaal) es un escurridizo estafador que con maña y completa ausencia de escrúpulos se acomoda en esa profesión ignominiosa. Cuando lo conocemos, Bloom busca trabajo desesperadamente hasta que conoce a Joe Loder (Bill Paxton, con panza y calvicie), un nightcrawler veterano, y lo imita.
Hay escenas como esta en la que el grano de la imagen engaña, remitiéndo a la década que le presta su estilo a la cinta cinematográfica.
Bloom, con su primera videocámara chatarra en mano, contrata a un nervioso pero capaz interno, Rick (el actor Inglés Riz Ahmed). Dispuesto a grabar a las más sangrientas víctimas de accidentes automovilísticos o asaltos, Bloom negocia sus precios con una taimada productora de televisión llamada Nina (Rene Russo) y se inserta en esos negocios como un tiburón.
Gyllenhaal hace un excepcional trabajo al darle vida a Bloom, un hombre cuyo talento para los negocios podría ser admirable si no fuera porque persigue sus metas con un desenfreno sociópata. Después de rebajar unas cuantas libras, dejarse el cabello crecer y arreglarse las cejas, Gyllenhaal parece un genuino loco y, gracias a su actuación, su presencia en pantalla incomoda. Bloom chantajea y manipula para todo, desde cobrar más por su trabajo hasta llevar a una mujer a la cama.
Nightcrawler, telonero del horrorshow
En su superficie, el filme parece una débil crítica a los medios televisivos, pero ese es tan solo el marco para una historia sobre el capitalismo tardío de siglo XXI. Bloom entiende que para poder enriquecerse en un mercado competitivo y una economía en recesión, tiene que hacer lo que sea para “echar adelante” y tiene razón. Esta película, del director y libretista Dan Gilroy, imagina a un sujeto que prospera porque la ética laxa de su profesión se lo permite.
En la novela La Naranja Mecánica y en la película que inspiró, el personaje de Alex Delarge utiliza la palabra inventada horrorshow como adjetivo para describir todo lo bueno. Claro está, este personaje se entretenía asesinando desconocidos y violando a mujeres. Horrorshow revela su propia antípoda en las palabras que la componen, terror y espectáculo.
Aunque se le va la mano un poco en el tercer acto, tornando su subtexto en texto con unas últimas escenas innecesarias, Gilroy entrega una entretenida y pícara película de género en la que el capitalismo es el verdadero horrorshow. Nightcrawler es una joya, un diamante tan pulido que corta y saca sangre.