Hace más de dos semanas que arrestaron a Gregory M. Para ser exactos, 19 días. En su vehículo cargaba 100 kilogramos de explosivos, detonadores, tres lanzagranadas y varios rifles de asalto Kaláshnikov AK-47El. Pero nadie dijo nada, solo se obtuvo una siniestra alerta terrorista –por parte de los Estados Unidos– en contra de la Eurocopa, el Tour y la Jornada Mundial de la Juventud. Lo curioso del caso es el objetivo que alegó perseguir el joven al cruzar la frontera entre Polonia y Ucrania. Habló de mezquitas, sinagogas judías e instalaciones del gobierno francés.
Sin embargo, para el profesor del Recinto Universitario de Mayagüez (RUM) y especialista en violencia política, Michael González Cruz, el fenómeno es claro: se trata del resurgimiento del terrorismo fascista.
Según la información que proveyó la agencia de noticias Ukrinform, el hombre de 25 años tenía como fin lanzar ataques terroristas antes y durante la Eurocopa, pero de acuerdo con González Cruz, Gregory perseguía un tipo de meta que va más allá de lo común. “Se trata del tipo de terrorismo de quienes se identifican con quienes están en el poder”.
Para el especialista en violencia política, estos adeptos están tratando de pregonar que “el Estado francés no vela por la nación, las minorías nos roban los empleos y los extranjeros son malos”, y de ese modo, disfrazar su proceder como un bien mayor para la nación.
Entonces, escogen estos eventos, repletos de personas, con toda la publicidad que puede atraer un fenómeno mundial, para así sembrar el terror.
En este caso, ya las 24 selecciones de fútbol habían llegado a París. Con ellos, llega a Francia una cantidad enorme de aficionados. Incluso, las autoridades francesas ya estimaron 2.5 millones de turistas durante los 30 días de competencia: el lugar perfecto para un atentado, o –al menos– eso consideraría un grupo interesado en ejercer violencia política.
Por ese motivo, el servicio de Inteligencia de Alemania advirtió que el grupo terrorista Estado Islámico “ha puesto la Eurocopa en su punto de mira”, aunque en el caso de Gregory, permanece vigilado bajo custodia del Servicio de Seguridad de Ucrania, informó la agencia Ria Novosti.
¿Pero por qué –específicamente- la Eurocopa? “Se trata de un ritual”, aseguró el profesor. “El balompié funciona como una forma de violencia ritual”, ya que en la antigüedad, este deporte se utilizaba para diseminar los conflictos entre tribus: creaban una bola en cuero con las insignias de cada tribu y luego de un partido, minimizaban la guerra.
De hecho, de acuerdo con el profesor, un posible atentado en la Eurocopa podría calificarse tanto como un ataque simbólico selectivo o como terrorismo, porque en el primero, hay un ataque directo al símbolo –en este caso el deporte– y en el segundo, se supone que haya un ataque indiscriminado contra una parte de la población civil que no se ve involucrada en el conflicto bélico. Aquí están los dos.
Ante esta realidad, no podemos olvidar que hace siete meses ocurrieron los atentados de París reivindicados por el Estado Islámico (EI), por lo que François Hollande, presidente de la República Francesa y copríncipe de Andorra asegura que 90 mil policías están en servicio para proporcionar la seguridad necesaria.
Por su parte, el Departamento de Estado de Estados Unidos ya emitió una alerta de viaje para Europa, porque es su deber “proporcionar información sobre hechos relevantes a los estadounidenses en sus viajes al extranjero”, afirman en su portal.
No obstante, esto es más que un evento alejado, porque el fenómeno ya trascendió el viejo mundo. La resurrección del terrorismo fascista también ha tocado a América. La muerte de personas por la acción extrajudicial ha existido en Estados Unidos -sobre todo- desde finales del siglo XVIII.
En la actualidad, se estima que dentro de los Estados Unidos, más de un millón de personas están involucradas en actividades políticas de violencia. De hecho, más de 600 personas negras murieron a manos de policías o ciudadanos blancos armados el año pasado.
La única posibilidad de revertir el efecto de este movimiento es la educación o –al menos– eso es lo que opina González Cruz.