“C’mon baby, lets do the twist”
The Twist, de Hank Ballard
El corazón de esta película de título y poster genérico es una historia de crimen bien contada. Sin embargo, gracias a un libreto demasiado escueto, basado en un cuento corto de Dennis Lehane, escritor de las novelas Gone Baby Gone y Mystic River, el producto final cinematográfico no llega a satisfacer.
Bob (Tom Hardy) es un chico del vecindario, el callado e inocentón bartender de la “Barra del Primo Marv”, quien lleva toda una vida sin salir de Brooklyn, Nueva York. Él y el mismo Primo Marv (James Gandolfini) mantienen el local funcionando para que los clientes regulares se puedan emborrachar después de la jornada diaria. Con una regularidad que ellos desconocen, la barra también se convierte en el banco temporero para la mafia chechena local. En el transcurso de un día cualquiera, Bob y Marv tan solo tienen que ocuparse de recibir los cientos de sobres con dinero adquirido ilegalmente que les llegan y guardarlos en una caja fuerte escondida, para por la noche hacer una entrega de miles de dolares a sus superiores. Cuando dos desconocidos asaltan a la barra después de un cierre, Bob y Marv se encuentran en aprietos con esa organización criminal que controla el bajo mundo del barrio.
En este uno de sus últimos roles antes de fallecer, Gandolfini no falla en traer la energía de criminal de carrera exhausto que tenía su personaje más famoso, el Tony Soprano de la serie de HBO. Sus ojos siguen siendo ventanas a un alma de perro cansado. Tom Hardy, por su parte, al igual que en Locke (2013), disimula su físico para no parecer tan imponente como claramente es. Noomi Rapace (Girl With the Dragon Tattoo) trae suficiente vulnerabilidad a Nadia, otra vecina cuya historia interseca de manera natural pero bastante predecible con la trama principal.
The Drop aspira a ser alegoría para la derrota de la clase media que en tiempos contemporáneos no sobrevive bajo el yugo indiferente del capitalismo, tanto en economías legales como ilegales. No obstante, el filme no logra todo lo que propone. Tristemente, la costumbre occidental de prestarle demasiada importancia al giro final de la película y, a la vez hacerlo lo más obvio posible, la torna en un ejercicio artístico ordinario. Sin embargo, en ocasiones sí logra crear suspenso y convencer con su representación de la banalidad del mal. En síntesis, en esta época del año podrías estar viendo cosas peores en el cine.