La mayoría de las veces, me inclino por cuestionar las instituciones que ejercen su poder sobre nosotros. Esta vez, se trata del organismo encargado de regular el uso “correcto” del español, la Real Academia Española (RAE). Partiendo de la idea que expone la Guía para un uso igualitario del lenguaje en las corporaciones locales –escrito por Susana Guerrero y Antonia María Medina Guerrera, de la Diputación de Almería–, de que el lenguaje refleja la concepción del mundo y que contribuye a forjar nuestra cosmovisión, puedo llegar a la conclusión de que para transformar la realidad debemos modificar los mecanismos por los cuales la percibimos. Conscientes de la importancia que tiene el lenguaje en la formación de la identidad social de las personas y de los comportamientos verbales sexistas en el idioma español, puedo deducir que el uso de un lenguaje inclusivo ayudaría a no reproducir ni legitimar la discriminación de las mujeres.
Uno de los argumentos de Ignacio Bosque, autor del escrito Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer y que representa la postura de la RAE, es que “el uso genérico del masculino para designar los dos sexos está muy asentado en el sistema gramatical”. Esta posición refleja una actitud conservadora y poco científica que se confirma cuando expresa que “no tiene sentido forzar las estructuras lingüísticas”. Como especialista en la lengua y asumiendo la responsabilidad social que conlleva serlo, me opongo a esta resistencia al cambio, más cuando se trata de un fenómeno vivo y que naturalmente muta: la lengua.
La guía mencionada plantea que “la lengua está a nuestros servicios y no a la inversa, y que no hay que tener miedo a forzarla ni manipularla: solo el tiempo determinará qué procedimientos triunfarán y se perpetuarán”. Aunque estoy a favor del desdoblamiento, otra de las recomendaciones para un lenguaje no sexista, admito que el abuso de este recurso hace el discurso pesado para el oyente. Por otro lado, esta guía brinda otras formas para ser inclusivos y evitar esa pesadez expresiva, formas no sexistas que no contravienen el principio de economía del lenguaje. En cuanto al uso de la arroba para reemplazar la terminación de género, pienso que es una manera de problematizar el lenguaje y visibilizar a las mujeres, aunque tiene la desventaja de que no es un signo lingüístico y no puede leerse. El signo lingüístico, según la RAE, es la “unidad mínima de la oración, constituida por un significante y un significado”; en otras palabras, es un símbolo que nos transmite alguna información. Pese a que Bosque enfatiza en que no siempre hay relación entre género gramatical y sexo, no podemos negar los esquemas mentales que se forman tras el uso de los símbolos lingüísticos. De hecho, en la lengua misma hay marcas de esos esquemas. Tal vez sean menos evidentes porque no son gramaticales, sino léxicas: hay damas, pero no hay damos; hay toros, pero no hay toras.
Las propuestas que hacen las guías se enfocan en aplicarse en el lenguaje oficial o el que utilizan las estructuras de gobierno, pero pienso que la iniciativa debe trascender esas esferas y llegar a la enseñanza en las escuelas para poder ampliar los esquemas lingüísticos del habla común. Si se intenta cambiar la visión androcéntrica del mundo que ha reinado a lo largo de la historia, debemos problematizar todas las estructuras de poder que la mantienen, incluyendo la RAE. Sé que hay argumentos válidos a favor y en contra del uso de un lenguaje inclusivo, pero cuando reflexiono sobre quién tiene el argumento ideal para resolver el problema, recuerdo las palabras de Antxon Olarrea en la presentación del libro Introducción a la Lingüística Hispánica, en las que expresa que “para muchos lingüistas descriptivos, el problema de quién tiene la razón se limita a decidir quién tiene poder de decisión sobre estas cuestiones y quién no”.
Por último, planteo un cuestionamiento tanto para los más conservadores como para las que reclaman que se haga visible a la mujer en el lenguaje y es que, ¿cómo hacemos visibles en los discursos la comunidad LGBTT y toda persona antipatriarcal que busca escapar de los binomios hombre/mujer?