Al cambio climático se le atribuyen muchos de los males sociales y económicos que afectan principalmente a los más pobres en el Sur global, y ahora hay quienes lo consideran una de las causas fundamentales de la actual crisis de refugiados.
Para evitar otra crisis se necesita un tratado sobre el cambio climático que sea “ambicioso, sólido y vinculante”, exhortó el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, en el discurso sobre el estado de la Unión Europea (UE) que dio el miércoles 9 de septiembre ante el Parlamento Europeo, en París.
“El cambio climático es una de las causas fundamentales de un nuevo fenómeno de la migración. Los refugiados climáticos se convertirán en un nuevo reto, si no actuamos con rapidez”, advirtió.
Juncker pidió a la UE y sus socios internacionales que sean más ambiciosos en cuanto a la protección del clima y advirtió que el bloque “no firmará cualquier acuerdo” en la vigésima primera Conferencia de las Partes (COP21) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que se realizará en diciembre en París con el fin de convenir un nuevo tratado universal para reducir el calentamiento global.
Las consecuencias del cambio climático, como las sequías de mayor duración, tormentas más violentas y el aumento del nivel del mar, empeoran las condiciones de vida de cientos de millones de personas.
Sobre todo en los países más pobres, el cambio climático obliga a la gente que no tiene la capacidad para adaptarse a abandonar sus hogares.
Parte de la población de los países del Sahel, Bangladesh y el sur del Pacífico tuvo que huir a causa de los efectos del clima.
“El cambio climático ya está causando mucho daño en el Sur global. Podría arruinar todo el progreso que se ha hecho en la lucha contra la pobreza mundial en las últimas décadas”, aseguró Jan Kowalzig, de la organización humanitaria Oxfam.
Sin embargo, es la relación entre el cambio climático y el fenómeno de los refugiados que llama la atención de muchos expertos.
A principios de este año, un estudio realizado por un equipo de investigación de la Universidad de Columbia y la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), ambas de Estados Unidos, responsabilizó en parte al calentamiento del planeta por la guerra civil que se desató en marzo de 2011 en Siria.
El estudio señaló que entre 2006 y 2010, Siria padeció la “peor sequía según los registros instrumentales”, lo que provocó la pérdida de cosechas y una fuerte migración dentro del país. Los modelos climáticos indican que la sequía habría sido sumamente improbable sin el cambio climático.
“Para Siria, un país caracterizado por la mala gobernanza, y las políticas agrícolas y ambientales insostenibles, la sequía tuvo un efecto catalizador que contribuyó con la inestabilidad política”, concluyó el estudio.
El número de refugiados que ingresaron a Europa este año es el mayor registrado en décadas y los oriundos de Siria son, por lejos, la mayor cantidad. Se calcula que nueve millones de sirios huyeron de sus hogares hasta el momento.
Además de la crisis siria, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) advierte que, en todo el mundo, el cambio climático podría elevar drásticamente el número de refugiados.
Srgjan Kerim, presidente de la Asamblea General de la ONU, estima que el calentamiento global podría provocar hasta 200 millones de refugiados para 2050. “Mañana tendremos refugiados climáticos, y eso lo tenemos que saber”, dijo Juncker al Parlamento Europeo.
En diálogo con IPS, Kowalzig, de Oxfam, explicó lo que hay que incluir en el tratado sobre el clima a negociarse en la COP21 para mitigar una potencial crisis de refugiados.
“El cambio climático expulsa personas de sus hogares y aquí es donde entra el tratado climático en París. Primero, tenemos que reducir las emisiones (de gases invernadero) y mantener el calentamiento mundial por debajo de dos grados (Celsius)”, recomendó.
“En segundo lugar, la gente de los países pobres necesita apoyo para adaptarse al cambio climático. Tercero, el tratado… tiene que establecer normas específicas para los daños y perjuicios que causan el calentamiento global, donde la adaptación no es posible”, añadió.
En su discurso en Estrasburgo, Juncker también admitió que la UE “probablemente no esté haciendo lo suficiente” para combatir el cambio climático. El bloque anunció que recortará sus emisiones de gases con efecto invernadero un 40 por ciento para 2030, como parte de su Contribución Prevista y Determinada a Nivel Nacional (INDC, en inglés).
Las INDC son los compromisos que los países deben anunciar antes de la COP21 en París.
Sin embargo, ya que el tratado negociado en París basado en los INDC no bastará para mantener el calentamiento global por debajo de los dos grados Celsius, muchas organizaciones y países del Sur global exigen un proceso quinquenal de “revisión y mejoras” para que los compromisos climáticos sean más ambiciosos con el correr del tiempo.
El acuerdo alcanzado en la COP21 debería, al menos, ofrecer una protección eficaz del clima. Eso depende en gran medida de que la negociación incorpore un proceso de revisión periódica que permita a los países mejorar el tratado.
En las negociaciones preparatorias para la COP21, celebradas del 31 de agosto al 4 de este mes en Bonn, hubo apoyo para los objetivos a largo plazo, pero los compromisos a corto plazo no tuvieron esa suerte.
Un acuerdo en París que tenga compromisos de corto plazo y ciclos quinquenales sin un objetivo concreto a largo plazo podría no ser perfecto. Le faltaría una perspectiva más allá de 2030, pero mejoraría la protección climática y la reducción de gases de efecto invernadero en los próximos 15 años.
Por otra parte, un acuerdo con un ambicioso objetivo a largo plazo, pero sin medidas eficaces a corto plazo, permitiría que los países se rezaguen en sus reducciones de gases de efecto invernadero. Muchos simplemente no podrían ponerse al día después de 2030.